Triunfó de manera incontestable. De ella ya les decía, tras escucharla en el aula magna del Paraninfo en 2016, que se perfilaba como un talento operístico emergente de notable potencial. Y ahí estaba la soprano Marina Monzó, cinco años después, sobre el escenario del Principal ofreciendo una interpretación estelar del aria ‘Quel guardo il cavaliere’, del ‘Don Pasquale’ de G. Donizetti. Una pieza en la que lució su voz de timbre hermoso, bien dotada de volumen y equilibrio desde las notas más graves a las más agudas, logrando una articulación diáfana y coronando la pieza con una arriesgada fermata cantada de manera sublime.

La rutilante soprano valenciana contaba con un compañero de lujo para atacar el ‘Duetto dello schiaffo’, de la misma ópera: el gran bajo bufo zaragozano Carlos Chausson. El trueno de voz, generoso y lleno de armónicos de Chausson llenaba la sala repartiendo música abundante en los hermosos pasajes rebosantes de notas rápidas propios del belcantista Donizetti. Pasajes en los que las voces de ambos cantantes se fundieron empastando muy bien entre ellas y, también, con el sonido que surgía del foso, producido por la Orquesta Reino de Aragón, dirigida por su titular Ricardo Casero. Casero estuvo al tanto ante cualquier conato de desajuste de los cantantes y sacó buen partido, en general, de la agrupación en formato reducido.

El tenor Jorge Franco sacó adelante muy bien su aria ‘Una furtiva lagrima’, de ‘L’elisir d’amore’ y también el barítono Isaac Galán se mostró versátil en sus actuaciones. Muy destacables ambos contribuyendo como colofón al cuarteto del segundo acto de ‘Don Pasquale’, que resultó muy bien interpretado, musicalmente compacto y actoralmente expresivo.

Muy dinámico el actor Alberto Frías como agente conductor de este divertido pastiche lírico teatral.