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Pedro Almodóvar: "El que se dice apolítico es de derechas"

El director manchego explora la maternidad y la memoria histórica en 'Madres paralelas'. "Yo quiero que vaya gente de todo tipo de ideologías a ver mis películas".

Pedro Almodóvar presenta su última película 'Madres paralelas'
Pedro Almodóvar presenta su última película 'Madres paralelas'
Emilio Naranjo

A pocas horas de que 'Madres paralelas' se estrene en los cines españoles (este viernes), Pedro Almodóvar se sabe ante un fin de ciclo en la industria, se reconoce ejerciendo «un oficio crepuscular», con el que el más internacional de nuestros directores no renuncia a hablar de la España que le ha tocado vivir. A sus 72 años, Almodóvar aborda la maternidad y la memoria histórica a través de dos madres solteras encarnadas por Penélope Cruz y Milena Smit que coinciden en el paritorio. Como prólogo y epílogo, las fosas sin abrir con los muertos de la Guerra Civil. Desde la suite del Ritz madrileño en la que habla el director, la España crispada que se cuela en su último largometraje, con el que inauguró la Mostra de Venecia, parece muy lejana. "Es tristísimo reconocer que hemos retrocedido como sociedad", se lamenta.

La figura de la madre es recurrente en su cine, pero nunca había explorado con tanta profundidad el instinto maternal que, según se deduce de la película, se tiene o no se tiene.

Es muy dramático cuando no se tiene. Conozco a amigas que me lo reconocen y se vive muy mal, porque les crea un enorme complejo de culpa. Los personajes de Penélope y Milena son dos madres solteras accidentales, una es vocacional, concibe ser madre, aunque le llega sin haberlo previsto; la otra madre surgió de un caso que leí en la prensa, una especie de violación confusa después de una bacanal juvenil, con una chica traumatizada por haberse quedado embarazada.

En los últimos tiempos hablamos, incluso desde el lado del humor, de las 'malas madres'. Es como si la maternidad hubiera dejado de ser un tabú.

Hay casos televisivos muy concretos al respecto. Yo prefiero llamarlas 'madres imperfectas'. 'Mala madre' es un término muy Telecinco. Oyendo a mis amigas, creo que la madre vive en continuo sobresalto y, cuando no, se siente culpable de no haber estado suficientemente atenta. Todas las madres que tienen la desgracia de que a sus hijos les ocurra algo, incluso cuando ya se han emancipado, son madres que se preguntarán de por vida qué hice mal. Eso forma parte de la maternidad, que es algo que nosotros no tenemos. La maternidad es un sentimiento muy misterioso. Es un milagro en sí mismo y solo la mujer lo conoce a fondo.

¿Usted ha sentido el instinto paternal?

Cuando era jovencito. A los 20 o 30 años, en absoluto. Pensaba que traer un hijo a este mundo. Que nadie merecía eso. Sin embargo, pasada la cuarentena hubo unos años en que sentía una especie de necesidad animal de tener descendencia. No te digo de adoptar, sino de tener un hijo de mi propia sangre. Me contradecía completamente. Yo no pienso así; para ser padre, la consanguinidad es lo de menos, son otros elementos los que crean una familia. Creo que sentía esa necesidad intensa de ser padre por una cuestión biológica. Después, afortunadamente, se me pasó.

"Todos los derechos por lo que hemos luchado en los últimos 40 años están en peligro"

La película muestra la conexión entre dos mujeres, dos madres solteras que se apoyan. Nuevas formas de familia.

Totalmente. La familia ha evolucionado muchísimo en los últimos veinte años. Para mí, familia es un grupo que protege a un ser que acaba de nacer, que suple todas las necesidades con todo el amor. Eso es lo que legitima a la familia. En la realidad están formadas por madres solteras, dos padres. Ya no tiene que ver con un sustrato religioso, como es la familia católica. Son familias vocacionales, se basan en el amor, que es el más legítimo de todos los sentimientos.

"Soy apolítica, mi trabajo es gustarle a todo el mundo", dice en 'Madres paralelas' el personaje de Aitana Sánchez-Gijón. ¿Qué piensa de quien se define como apolítico?

Pienso que es de derechas. Exceptuando gente muy joven, que no ha tenido tiempo de reflexionar sobre la sociedad en la que vive. Se lo he oído a gente de mi profesión, sobre todo a raíz de los Goyas del 'No a la guerra'. Nos convertimos en la bestia negra del PP, que se dedicó desde el poder a denostarnos, a crear la peor reputación posible sobre todo un colectivo. Oí en algunas personas esa reacción de tibieza con respecto a aquel acto tan valiente como fue la entrega de los Goya. Algunos creyeron que nos habíamos pasado, y que había que trabajar para todo el mundo. Yo trabajo para todo el mundo. Es el espectador el que me elige a mí haciendo uso de su libertad. Yo quiero que vaya gente de todo tipo de ideologías a ver mis películas.

'Madres paralelas' es su película más política. ¿Se ha autocensurado pensando que si la hacía demasiado política iba a restar público?

No. Hacía tiempo que buscaba la historia para poder contar este tema. Empecé a escribir 'Madres paralelas' hace diez años. Ya estaba el problema de las fosas, que ha acabado como prólogo y epílogo de la película. En julio pasado, el Gobierno creó la Ley de Memoria Democrática y ya es el Estado el que se ocupa de las excavaciones.

"Vamos a cambiar de modelo, si no lo hemos hecho ya. Los cines van a acabar desapareciendo"

Vivimos un tiempo en el que volvemos a hablar de temas que suponíamos superados: el aborto, la homofobia.

Absolutamente. Lo que ocurrió hace unas semanas con el grupo neonazi que se manifestó en Chueca gritando sidosos, maricas iros de aquí. Eso era inconcebible en los 80 y 90. Nunca hubiera ocurrido. Hemos retrocedido como sociedad, es tristísimo reconocerlo. Todos los derechos por lo que hemos luchado y conseguido en los últimos 40 años debemos ocuparnos de defenderlos de un modo activo, porque están en peligro. Nunca ha habido tanto delito de odio homófobo. Estoy escandalizado.

Qué paradoja: las plataformas han creado al fin una industria en el cine español, pero van a acabar con las salas.

Existe una verdadera industria que nunca hemos tenido gracias a las plataformas, que no son las más interesadas en la experiencia cinematográfica en una sala. El abonado siente la necesidad desesperada de ver inmediatamente todo lo que se anuncia, y eso hace que vayamos a cambiar de modelo, si es que no hemos cambiado ya. Dentro de no mucho tiempo, creo que los cines van a acabar desapareciendo.

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