Ocio y Cultura

Pablo Carbonell: "Hace dos mil años, el público se reía con las mismas cosas de hoy"

El artista se multiplica en verano, ya que participó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, rueda una película y está de gira con su mítica banda.

Pablo Carbonell.
Ballesteros

Pablo Carbonell es un tipo encantador e inteligente. Lógicamente, su sentido del humor está a la altura de su persona, y también del personaje. Actor en una pieza clásica para el Festival de Teatro de Mérida, rueda una película en Canarias que se estrenará en enero, y está de gira con su grupo, 'Los toreros muertos'. Me he cansado solo de escribirlo.

-¿Una vida estresante o es que me lo imagino fatal?

-Es más estresante no hacer nada. Mi sentido del deber me obliga a no renunciar a ninguna de las actividades que desarrollo, sobre todo porque hay otras familias involucradas en ellas. Los ensayos y funciones en Mérida fueron una delicia. El texto es genial, un Plauto pasado por la batidora de Eduardo Galán, al que le sacamos mucha punta cómica. Salía de las funciones como si me hubieran inyectado combustible. Te aseguro que iba por la calle como tirado por una cuadriga de caballos. Y luego reencuentro con 'Los toreros muertos', después de casi un año sin vernos.

-Venga, un poco de promoción. ¿De qué va la peli y por qué tenemos que ir a verla sin dudarlo?

-'Todos lo hacen' es una película como las de Agatha Christie, un 'Muerte en el Nilo' a la española, realizada con habilidad por Hugo Martín Cuervo. El elenco y la dirección no pueden ser mejor: Carlos Santos, Macarena Gómez, Kira Miró, Julián López, Mariam Hernández, Andrea Duro...

-Dice que «el teatro es el rock and roll de los maduros...».

-La realidad es tozuda y a veces irrespirable. La única vía de escape es la imaginación. El teatro te obliga a creer que lo que estás viendo en escena está pasando de verdad. Es una terapia absoluta.

-¿Ahora se evade con más ganas, o es un tipo serio?

-La gente nunca cambia. Yo sigo siendo un tipo risueño que le gusta hacer cosquillas al mundo. Que lleve mis dolores ocultos no quiere decir que no los tenga, pero, eso sí, mi evasión es a través del trabajo y la familia. Los sucedáneos pasaron a mejor vida.

-Quizás por eso, después de tantos años, le ofrecieron uno de los papeles más sugerentes del festival de Mérida: Pánfilo, en una comedia a partir de tres obras de Plauto.

-Me encanta recrearme en los clásicos. Es la oportunidad de darle la mano a los espectadores, porque hace dos mil años el público se divertía y reía con las mismas cosas que hoy. La obra plautina está llena de esclavas, sátiros, avaros, y siempre arrastra el deber de reivindicar la libertad de los jóvenes ante la presión de sus mayores. Esos textos, que han ganado la inmortalidad por la exactitud con la que retratan a la humanidad, deben de alterarse para que sigan cumpliendo su misión: retratarnos. No hay escrúpulos en ello, Plauto adaptó, o directamente copió, los textos de las obras griegas transformándolos al gusto salvaje y ruidoso romano. Nosotros lo volvemos a hacer, porque el mundo y el papel de la mujer en la sociedad ha cambiado. Y parece que me he puesto serio, pero no. Con 'Mercado de amores' vienen, con todo el respeto, muchas carcajadas.

-Y, también, de gira con 'Los toreros muertos'...

-'Estruendo folclórico' iba a ser la gira del año pasado, que, como todos, nosotros también la dimos alrededor del sofá. En esa 'tournée' estática decidí que ya estaba bien de hacer música que ironizara sobre los géneros. El único sentido que podrían tener 'Los toreros muertos' después de la pandemia era sonar a nosotros mismos. Los temas de ese disco están grabados, pero son, como siempre, reflexiones que van del punk al vals.

-¿Qué tiene cantar sobre un escenario?

-Tener una banda es como un superpoder. El escenario es mágico, hacer el chorra libera. Yo no voy al fútbol, no tengo ese desfogue. Tengo que subir al escenario a dar voces para quedarme más suave que un guante.

-Vamos acabando. ¿Qué no le han preguntado nunca?

-Nunca me han preguntado ni me he preguntado a qué huelen las nubes.