La Fundación del Garabato, el oasis cultural de dos aragoneses en Italia

José-Joaquín Beeme y Malena Manrique crearon hace ocho años en la Lombardía una poliédrica y fecunda plataforma de análisis y reflexión sobre el arte 

José-Joaquín Beeme y Malena Manrique, en el jardín de la Fundación del Garabato. Nazarín del Lago
José-Joaquín Beeme y Malena Manrique, en el jardín de la Fundación del Garabato. Nazarín del Lago
Nazarín del Lago

Definir la Fundación del Garabato es como guardar agua en el cuenco de las manos. En el plano teórico es una plataforma de análisis sobre el arte, y en el plano real esto se traduce en exposiciones, tertulias, una biblioteca especializada, audiovisuales, un jardín... y sobre todo publicaciones. Su línea editorial, alejada de los circuitos comerciales, está marcada por la exquisitez. Acaban de publicarse dos nuevos títulos, en ediciones tan reducidas como cuidadas: ‘El lince de Goya’, de Malena Manrique, y ‘A. Z. Cuaderno angerino’, de José-Joaquín Beeme, que es coautor también del primero.

Ambos autores son el motor de explosión de la fundación. Llegaron a Italia en 2002 y acabaron instalándose en Angera, localidad lombarda cercana a la frontera suiza. "Esto no es la Italia típica –aseguran– es el Somontano de los Alpes". Beeme tenía una amplia experiencia editorial en Aragón, así que crearon el sello La Torre degli Arabeschi y empezaron a publicar libros artesanales y grabados en pequeñas tiradas de apenas 30-35 ejemplares, incluso menos. Se relacionaron con artistas, con creadores de todas las disciplinas, con fundaciones... y acabaron creando la suya en 2013: la Fundación del Garabato.

"He investigado mucho sobre los escritos de los artistas y la medida en que revelan en ellos datos importantes sobre sus procesos creativos –cuenta Malena Manrique–. La fundación nació porque pensamos que había llegado el momento de presentar nuevas visiones sobre el arte".

"El camino fue largo y se remonta a nuestro periodo en España –añade José Joaquín Beeme– La fundación echó a andar con la editorial y esos libros artesanales y grabados". Las publicaciones enseguida llegaron inmersas en proyectos culturales más amplios. La Fundación del Garabato reconoce deberle mucho a la figura del artista y crítico Enrico Baj, uno de los primeros en vislumbrar que en los garabatos los artistas se expresan en total libertad. La fundación ha publicado conversaciones, y colaborado, con artistas como el californiano Larry Vigon, figura clave del ‘pop art’, o el italiano Gabriele Geminani. "Es un artista que recoge objetos que encuentra recorriendo las playas del Adriático y a partir de ellos crea poéticas en torno a la emigración o el naufragio –relata Beeme–. Con él estamos construyendo una especie de microcosmos del objeto encontrado y lo vamos a inaugurar y presentar este año en Rímini, en un antiguo torreón de los Malatesta".

La fundación, con sede propia en Angera, tiene una biblioteca con miles de volúmenes dedicados a la historia del arte. Allí se guarda también un fondo curioso, una colección internacional de cuadernos de artista. "Hay cientos de ellos, los hemos ido reuniendo con el tiempo, con mucha paciencia. No son meros pasapáginas, tienen ilustraciones, tintas, acuarelas, gouaches, collages...", añade Beeme.

Hasta que llegó la pandemia, en esa sede y biblioteca se mantenían tertulias, en las cuales confluían ciencia y arte porque participaban creadores de todas las disciplinas junto a biólogas, ingenieros forestales...

Por tener, la fundación posee incluso un jardín. "Nos encontramos en la región más construida de toda Italia y aquí hemos querido que la biodiversidad se exprese con libertad. Las plantas crecen espontáneamente y sin pesticidas –subraya Malena Manrique–. No es terreno de cultivo, sino de experimentación. Para diseñarlo hemos contado con la colaboración de especialistas como Claudia Pimpinelli, conservadora del jardín medieval de la Rocca Borromeo". Es un espacio de unos 300 metros cuadrados, con herbarios y una charca en la que ranas y sapos se reproducen libremente. Un jardín ‘duchampiano’, como todo lo que hace la Fundación del Garabato, porque en ello prima siempre la idea sobre el producto final.

Aunque la pandemia ha reducido las actividades de la fundación, no ha ocurrido así con las publicaciones. ‘El lince de Goya’ es un intenso ensayo, una prospección en la mente del pintor a través de la imagen del felino que está en segundo término en el ‘capricho’ ‘El sueño de la razón produce monstruos’. "Es un grabado que se ha interpretado mucho, quizá hasta de más –asegura Malena Manrique–. Quería volver hacia atrás y quedarme en lo que Goya concibió, por eso he estudiado los dibujos preparatorios, en uno de los cuales el pintor ‘se confiesa’. En sintonía con este trabajo, Manrique prepara ya otro sobre Van Gogh y las aves que protagonizan su cuadro 'Trigal con cuervos'. 

José-Joaquín Beeme, que también es autor de ‘El lince de Goya’, ha publicado en solitario ‘A. Z. Cuaderno angerino’, una suerte de diccionario/cuaderno de bitácora, que no empieza por Angera pero sí termina en Zaragoza. Por sus páginas, que se despliegan como matrioskas, deambulan desde Ludovico Sforza al kaki del jardín de la propia fundación.

Los próximos libros que llegarán son, por parte de Beeme, uno de reflexiones sobre cine italiano y otro sobre el guionista y director de cine Aldo Lado, uno de los creadores que ha pasado por la fundación. Malena Manrique prepara ‘Goya a la italiana. Mito y realidad’ y, con la colaboración del Prado y la Academia de Bellas Artes de Parma, un vídeo de 10 minutos de duración sobre la participación de Goya en el famoso concurso de pintura de la ciudad italiana. Se presentará a final de año en el Museo de Zaragoza.

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