arte

No hay goyas para tanta exposición

La temporada 2019-2020 contará con ocho muestras internacionales con obra del pintor de Fuendetodos

Los museos Goya y de Zaragoza (en la foto) están recibiendo un aluvión de solicitudes de préstamo de obras
Los museos Goya y de Zaragoza (en la foto) están recibiendo un aluvión de solicitudes de préstamo de obras
Víctor Lax

Con Goya ocurre lo que no sucede con ningún otro artista. No hay historiador del arte que se precie que no haya ‘descatalogado’ alguna de sus obras más emblemáticas o haya querido desmitificarlo (un libro reciente pretende demostrar que era en realidad hijo bastardo de un noble y que el apellido Goya no existía hasta que él lo utilizó). Y mientras ese afán iconoclasta se expande por el mundo, paradójicamente, ningún otro pintor es tan solicitado como el aragonés para organizar exposiciones de relumbrón. Sean monográficas o no porque, a menudo, basta con poner un goya en una muestra de otro pintor para que sirva de reclamo al público.

Este verano, aparte de las obras del de Fuendetodos que pueden verse en Aragón, otras ciudades españolas, desde Valladolid a Santander, pasando por Santo Domingo de la Calzada, presentan al público creaciones del aragonés. Nada nuevo bajo el sol, pero lo que sí resulta sorprendente es la cantidad de proyectos internacionales en los que se trabaja. El problema es que el grueso de la obra de Goya está concentrado en pocas instituciones y que las obras ‘prestables’ han viajado mucho en los últimos años y muchas de ellas tienen que descansar. No hay goyas para tanta exposición, hasta el punto de que ya se rumorea que alguna de las muestras previstas acabe por suspenderse.

«Cada vez es má#s complicado acceder a las peticiones –señala Isidro Aguilera–, director del Museo de Zaragoza–. Interesa poner en valor fuera de Aragón el nombre del museo, pero aún interesa más cerciorarse de que el centro no sea despojado por los préstamos y mantenga su atractivo».

«Si dijéramos siempre que sí al préstamo del autorretrato que tenemos, nunca estaría expuesto en Zaragoza», subraya Rosario Añaños, directora del Museo Goya de la Fundación Ibercaja.

En los próximos meses está previsto que lleguen exposiciones en Nueva York, Hamburgo, Agen (Francia), Riehen (Suiza), Parma, Roma y Madrid (dos). Todas se centran específicamente en el pintor de Fuendetodos. Y a ellas hay que añadir otras en las que no es protagonista, pero sí actor principal, como una que presentará a Isidre Nonell entre Ribera y Goya.

Los dos museos zaragozanos, ambos con obras destacadas, mantienen criterios muy parecidos a la hora de prestar una pieza. «El primero que se aplica para aprobar o denegar el préstamo es el de que el Museo de Zaragoza no quede desguarnecido –relata Aguilera–. El segundo es el estado de conservación de la pieza, si puede viajar o no. Aunque su estado lo haga factible, puede que se niegue el préstamo porque esa misma obra ya se ha prestado recientemente. Normalmente ‘descansan’ uno o dos años, en función de su tipo y de su soporte. El tercer criterio es la categoría de la institución que solicita el préstamo. Esto es así porque para centros como el Museo del Prado, o el Louvre, por ejemplo, se tiene la seguridad de que la pintura va a ser tratada con las mayores medidas de seguridad y de acuerdo a los más estrictos estándares internacionales de conservación».

«Si vemos que nuestro museo no se empobrece porque ya se han prestado otras piezas, lo primero que miramos es el estado físico del cuadro, eso es básico», subraya Añaños. Esa preocupación por el estado de las piezas ha llevado a las responsables del centro a proteger el autorretrato, la obra más prestada, en una caja acristalada que mantiene constantes la temperatura y la humedad.

«Luego se valora el proyecto, el comisariado, la institución que lo solicita y si tiene sentido la pintura dentro del discurso expositivo del proyecto», añade Cristina Rubio, subdirectora de Museo Goya.

Para que una obra de arte abandone el Museo de Zaragoza, tiene que contar además con autorización del Ministerio de Cultura (un trámite); en el caso del Museo Goya, debe aprobarlo el patronato de la Fundación Ibercaja.

Si la obra está en depósito, hay que contar con la anuencia del propietario. Ambos museos solicitan al prestatario un ‘facility report’, un informe de instalaciones, para estar seguros de que se cumplen los requisitos de conservación. Un técnico viaja con la pieza y supervisa el desembalaje y puesta en sala, y el transporte se hace con grandes medidas de seguridad. Las piezas viajan aseguradas por un precio no de mercado, «sino de conveniencia», subraya Aguilera, para resarcir al prestador en caso de pérdida o robo. Y, aunque el préstamo es gratuito, «cada vez es más frecuente pedir una contraprestación –concluye Añaños–, ya sea pidiendo la restauración o limpieza del cuadro, o su intercambio por otra pieza para una exposición propia».

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