Javier Barón: "Goya ya fue reconocido en vida como el mejor pintor de su tiempo"

“Cuando Vicente López retrata a Goya en 1826 ya se le considera el mejor pintor español del momento”, dijo ayer Javier Barón, jefe de Conservación de la Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado. Barón, que ha realizado exposiciones sobre la pintora española del siglo XIX en el Prado, Sorolla o Martín Rico, entre otros, analizó en el ciclo ‘Goya, un pintor genial’, que organiza la Fundación Ibercaja y la Real Sociedad Económica de Amigos del País, ‘La influencia de Goya en la pintura española del s. XIX. Del Romanticismo a Picasso’, e hizo otras calas como pintor que avanza el expresionismo y también elementos del simbolismo en países como Alemania, Austria, Francia e Italia, y que es clave para entender la obra de Alfred Kubin, Paul Klee y Max Klinger.

Francisco de Goya dejó una gran huella en la pintora española en las figuras, en el tratamiento plástico, en los temas y en las técnicas. Y eso se percibe desde muy pronto a través de la obra de Agustín Esteve y su maestría con el retrato de niños, con Asensio Juliá, a quien le han atribuido ‘El coloso de la guerra’ y, por supuesto, con Vicente López, que lo retrató en uno de los últimos viajes que Goya hizo a Madrid desde su exilio en Burdeos. El cuadro, datado en 1826, refleja la importancia de Goya, la maestría de López, “sobre todo en detalles del chaleco de pincelada suelta que habrían gustado a Goya. Ese cuadro pertenece al Museo del Prado”, apunto Barón.

Luego analizó los dibujos de Rosario Weiss, del que algunos sospechaban que podía ser hija del propio artista. Barón dijo que quizá, porque había estado más cerca de él, el gesto fuera más exacto, y elogió su desenvoltura y su expresividad. Luego Rosario Weiss se apartará del modelo goyesco para realizar una obra más neoclásica.

Los tres grandes pintores goyescos del siglo XIX son José Zapata, que realizó una suerte de ‘contracaprichos’ en clave conservadora, en las antípodas de Goya, Leonardo Alenza, que se aproxima a muchas obras del artista aragonés, en diversas claves, tanto de pinturas al óleo como de obra gráfica, y el tercero, quizá el más vinculado al pintor de Fuendetodos, sea Eugenio Lucas Velázquez, quien, por hacer, hasta hace ‘La romería de San Isidro’. Es difícil hallar una fascinación comparable a la suya, algo que sentiría luego, aunque a considerable distancia en calidad y técnica, su hijo Eugenio Lucas Villaamil.

Javier Barón abordó otros pintores: Eduardo Rosales, Casado del Alisal, Francisco Lameyer, Francisco Jover y Casanova o Bartolomé Maura, Ángel Lizcano, José María Galván, entre otros; todos ellos ofrecen diferentes acercamientos, copian sus obras, insisten en asuntos que a Goya le obsesionan como la tauromaquia. También hay que citar a Joaquín Sorolla y, por supuesto, ‘La vicaría’, de Mariano Fortuny, que fue considerado hasta 1869 obra de Goya, dijo Barón.

Entre otros, aún quedaban dos artistas bajo el influjo absoluto del aragonés: Ignacio Zuloaga, que como Goya se sentiría atraído por “la captación del eterno femenino” y quiso acercarse a ‘La maja vestida’, y pondría una lápida en su casa, y Pablo Picasso, que le rinde homenaje a su obra gráfica, a la tauromaquia, a las majas, pero también a cuadros como ‘El 3 de mayo’ con una pieza como ‘Masacre en Corea’. Javier Barón recordó que Goya, pintor de los reyes, era ya desde 1790, en tiempos de la ilustración, el primer pintor y lo fue hasta su muerte. "Ya fue reconocido en vida como  el mejor pintor de su tiempo", dijo. Recordó que cuadros como ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’ o ‘Las pinturas negras’ tardaron en ser reconocidas como las obras maestras, inquietantes y premonitorias, que son hoy.