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Jorge Sanz Barajas: "La cultura es el pasaporte al paraíso de la imaginación"

El escritor y profesor publica 'Volar alto' (Xordica), una novela centrada en el pintor Párraga y su amor, La Tellito, que sucede en Zaragoza en 1941

JORGE SANZ BARAJAS ( PROFESOR , ESCRITOR Y COLABORADOR DE HERALDO DE ARAGON ) / 08/03/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Jorge Sanz rinde homenaje a la Zaragoza de 1940 y 1941 en una intensa novela: 'Volar alto'.
Oliver Duch.

¿Cómo surgió la historia de Ciriaco Párraga y la Tellito que da lugar a la novela ‘Volar alto’ (Xordica), que presentará el sábado 13, a las 12.30, en el Parque José Antonio Labordeta?

Escuché a Pepe Melero hablar de esta historia y me produjo curiosidad. Sentí que había algo más que un episodio. El hijo de la pareja había publicado años atrás una biografía excelente de su padre, pero solo le dedicaba diez páginas a su estancia en Zaragoza. Como uno siempre tiene curiosidad por lo que se intuye y no se cuenta, había cosas que no encajaban: no acababa de entender por qué había cambiado de título el retrato de una irreconocible Tellito en 1940 que primero fue 'Perdimos la guerra' y luego, 'Decepción'. Así que pensé ¿Por qué 'suavizó' el título del retrato? Ese cambio de nombre escondía, sin duda, la clave de una historia. Al cabo de unos meses de curiosidad mal cicatrizada, decidí encontrar al hijo de la pareja. Pasamos una tarde llamando a todos los Párraga de Madrid, hasta que di con Gregorio Párraga Tello; me envió unas fotos inéditas sorprendentes que supusieron un artículo a doble página en Artes & Letras en 2018 y después, esta novela.

¿Quiénes eran exactamente estos personajes?

Ciriaco Párraga era pintor, nacido en una familia humilde de Torrelavega. Se había hecho a sí mismo, había estudiado en París y era militante de las JSU. Durante la guerra fue cartelista. La Tellito era una miliciana legendaria, fue costurera, hija de una madre trabajadora, perteneció a las Juventudes Socialistas Unificadas de Cuatro Caminos, el mismo grupo de las 'trece rosas', había sido miliciana en la Brigada Thaelmann y fue portada de la revista 'Estampa' en 1937, con dieciséis años aún. Se llevaban dieciocho años. Párraga salió de la cárcel en 1939 sin cargos; ella pasa a la clandestinidad con nombre falso y fue perseguida por Conesa durante años.

Párrago se había hecho a sí mismo, había estudiado en París y era militante de las JSU. Durante la guerra fue cartelista. La Tellito era una miliciana legendaria, fue costurera, hija de una madre trabajadora, perteneció a las Juventudes Socialistas Unificadas de Cuatro Camino

¿Por qué acabaron de Zaragoza?

La Tellito huye del agente Conesa y recibe apoyo de Ortiz de Zárate y su compañera Merche en Zaragoza, trabaja de costurera en una sastrería de Conde Aranda. Párraga acepta una oferta de Jalón Ángel para retocar fotografías y hacer retratos al óleo, por mediación del médico de Huesca Manuel Artero. Ambos se conocen en casa de Ortiz de Zárate, amigo común.

Jorge Sanz Barajas publica 'Volar alto'.
La Tellito. Detalle del cuatro 'Perdimos la guerra', al que el pintor le cambiaría el nombre.
Ciriaco Párraga.

¿Cuáles son aquí los límites de la realidad y los de la ficción? ¿Cuánto hay de invención, de suposición, cuánto hay de memoria exacta de las cosas, por decirlo así?

Dediqué un par de años a documentar el relato. Con Gregorio Párraga pasamos Pilar Astier y yo un fin de semana de extensa entrevista en Madrid, observando fotos y documentos en junio de 2019. He revisado hemerotecas, archivos, fotografías, revistas, libros, documentos, no-do, miles de paseos por las calles que fueron las suyas, calle Alfonso, San Jorge, Conde Aranda… Hasta elaborar un hilo probable de acontecimientos y personas. Todo lo que es histórico, está narrado sobre el soporte de cartas y documentos. Allí donde solo había suposición o probabilidad, entraba la narrativa.

Quizá el personaje secundario más potente del libro sea Jalón Ángel. ¿Cómo llega Párraga a trabajar con él?

Manuel Artero, médico de Huesca, le encarga en prisión un retrato a Párraga (está ahora en el Centro Atades de Huesca). Los críticos de arte Azcoraya y Camón Aznar lo ven y recomiendan a Jalón Ángel que lo contrate para retocar fotografía y, quizá, hacer retratos a la burguesía zaragozana. Hay muchas familias que tienen retratos de sus mayores hechos por Párraga y lo desconocen. Con Jalón sostuvo una intensa amistad toda la vida, incluso fue padrino de bautismo de Gregorio.

‘Volar alto’ (Xordica) sería una novela de supervivencia, de clandestinidad y también una gran historia de amor, ¿no?

Es una historia de dos personas a las que une la admiración, la clandestinidad y un amor que rompe barreras. Los retratos de Párraga ‘Perdimos la guerra’ y ‘Maternidad’ son una declaración de desmedido amor.

Se habla continuamente de ello en la novela. ¿Qué significa ser rojo?

Ser rojo significaba estar siempre bajo sospecha, justificaba cualquier arbitrariedad, te convertía en perdedor y te colocaba encima todas las perversiones humanas. Era un disparate que situaba en el infierno y el punto de mira a media España. El apelativo generó la peor de las herencias que aún padecemos.

"Ser rojo significaba estar siempre bajo sospecha, justificaba cualquier arbitrariedad, te convertía en perdedor y te colocaba encima todas las perversiones humanas"

¿Cómo era aquella Zaragoza? ¿Todo el mundo vigilaba al vecino, era una ciudad de inquisidores, por decirlo así?

Convivían aquí redes de informantes, espías, una oficina de la Gestapo en la calle Costa, fusilamientos generalizados en Torrero y Valdespartera, con una vida cultural espléndida en torno a Camón Aznar, Pilar Bayona, Seral y Casas, el entorno de Heraldo de Aragón, una docena de salas de exposiciones, varios cines y teatros, la Filarmónica, tres periódicos... Ni siquiera Franco fue capaz de acabar con la cultura zaragozana.

Jorge Sanz Barajas publica 'Volar alto'.
Una obra de Ciriaco Párraga. Casas azules de Castellote, 1942.
Cecilio Párraga.

Aparecen varias figuras de la cultura: José Camón Aznar, Juan Eduardo Cirlot, demasiado episódico, y Pilar Bayona, entre otros. ¿Qué vínculos tienen con los protagonistas, especialmente con el artista?

Camón Aznar intentó introducir a Párraga en los círculos culturales de Zaragoza pero no era su mundo. Párraga admiraba a Pilar Bayona y, especialmente, sus interpretaciones de Beethoven, pero ese fue el retrato que le quedó pendiente. Hubiera sido muy hermoso. Con Camón Aznar tenía una relación muy estrecha y con Cirlot, supongo que no demasiado: sus gustos eran divergentes. Su amistad bilbaína con Blas de Otero y la de Jalón Ángel fueron las más estrechas.

Una de las paradojas más sangrantes o perturbadoras de Párraga es que tiene que pintar a Franco. ¿Cómo se aborda algo así?

Desde el miedo, la rabia y el desprecio. Él sabía que no se podía negar porque suponía un grave riesgo, así que decidió hacer los peores retratos de su vida. Pero consulta en la clandestinidad si debe aprovechar para ejecutar a Franco. Supongo que Isidro Zamora (Ortiz de Zárate) fue quien le puso en contacto con el PCE clandestino de Zaragoza.

Hay una historia que no vamos a desvelar, pero ¿sería posible una reacción como la de Pilar Franco?

Sí. Párraga la describió como 'una cachonda'. Sabemos que estuvo con él en Zaragoza, aunque no hay soporte documental alguno. Solo la palabra del pintor. He tratado de imaginar cómo se comportaría Pilar Franco en esas circunstancias.

Por cierto, anda por ahí todo el tiempo el agente Conesa, el responsable de la delación de las Trece Rosas… ¿Es licencia literaria o un hecho real?

Es un hecho real. A la Tellito le advierten en la puerta de su casa de que la persigue Conesa, quizá porque había detenido a su amiga Dionisia Manzanedo, una de las trece rosas. Sabemos que la buscó un tiempo. En el otoño de 1940 constaté frecuentes visitas de Conesa a la cárcel de Torrero, a la oficina de la Gestapo en la calle Costa y al centro de detención que Falange tenía en el Coso. Ellos vivían en San Jorge y trabajaban en la calle Alfonso y Conde Aranda. Conociéndola, seguro que le conminaron a alejarse del centro y que haría caso omiso.

¿Se podía 'volar alto' en Zaragoza si sabías “con quién saltar al vacío”?

Quiero pensar que sí. Mi padre era hijo de un largocaballerista confeso, era tornero de profesión y siempre encontró lecturas y compañía disidente. No se rindió jamás. La cultura es el pasaporte al paraíso de la imaginación. Párraga encontró a una mujer indomable y volvió a pintar, y ella, a leer.

Jorge Sanz Barajas publica 'Volar alto'.
Autorretrato del pintor hacia 1947. Fragmento.
Cecilio Párraga.

¿Qué relación tuvo Párraga con 'Heraldo de Aragón'?

Retrató a Antonio Mompeón y expuso un par de veces en su 'Saloncillo' y mantuvo excelente relación con el crítico Emilio Ostalé ‘Ostilio’. 'Heraldo' era (y sigue siendo) el altavoz de la cultura aragonesa y desde sus páginas y sus locales se cubrieron las dos exitosas exposiciones de 1941 y 1942.

¿Cómo se escribe una novela así, cómo conviven la narración, las atmósferas, el tono lírico y la novela de arte?

Recuerdo que Verrocchio decía a sus discípulos que para esculpir un caballo evitaran mirarlo por fuera: había que ir al matadero y meter la mano entre la piel y el músculo cuando aún palpitaba, porque esa medida era la que permitía dar vida al bronce o al mármol. Esa ha sido mi poética, ser un intruso en su piel, un catéter. Por eso, la historia está escrita en presente. Y porque quiero que nunca sean ausencia.

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