Por
  • Jorge Sanz Barajas

Crecer

Para millones de niños, la escuela es la única oportunidad de escapar de la pobreza
'Crecer'.
HA

El profe Perplejo recuerda el adagio del viejo pedagogo: ‘Los niños son vasos de cuello estrecho que hay que llenar gota a gota’. Es insano crecer inundado (de datos, de ruido, de sobreprotección…). Nos empeñamos en algo y conseguimos lo contrario: queremos que crezcan al ritmo del mercado y solo conseguimos adolescentes cincuentones; los rodeamos de pantallas para que conozcan el trepidante mundo que les rodea y resulta que se ensimisman en ellas; los saturamos de actividad, cuando solo quieren estar con sus amigos. Hemos olvidado que solo quieren una cosa, nos pongamos como nos pongamos: crecer.

‘Los niños son vasos de cuello estrecho que hay que llenar gota a gota’.

Ellos quieren a aquellas maestras y maestros que son testigos callados de su crecimiento, que saben mirar sin juzgar, que los escuchan, que aprecian sus logros, que los acompañan pateando junto a ellos las piedras del camino. Quieren ser protagonistas de sus fracasos, socorristas de sus piscinazos y cocineros de sus éxitos. Es cierto que la ratio cuenta, que el espacio cuenta, que la brecha digital cuenta, pero lo más valioso es la presencia. Habiliten que las familias tengan vida, ocio y cultura, vivienda digna. Permitan que los chavales nos ignoren, porque es su paradójica forma de agradecernos la compañía. Crecer es un dolor dulce. Déjenlos callar, gritar, llorar y bailar tranquilos. Mi sabio amigo Víctor Juan decía hace nada que educar es una cuestión de amor: nadie crece si no se siente querido. Es difícil crecer con tanto ruido alrededor de la escuela. Silencio: se rueda.

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