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Salmorejo, tabulé... y cuatro premios Goya

El equipo de ‘Las niñas’ ocupó dos salones del hotel Seventy de Barcelona. Tras cenar salmorejo y tabulé, compartieron una velada inolvidable.

Explosión de alegría en el equipo de 'Las niñas'.
Explosión de alegría en el equipo de 'Las niñas'.
Nacho Álvarez

Hay momentos que no se olvidan, que permanecen incrustados eternamente en el disco duro vital de quien los protagoniza. El equipo de ‘Las niñas’ compartió el sábado una noche imborrable, llena de emociones y de una desbordante alegría. Ayer, todavía extasiados por la conquista, trataban de metabolizarla y paladearla.

El hotel Seventy, situado en la céntrica calle Córcega de Barcelona, se convirtió durante tres días en el teatro de los sueños de Pilar Palomero y compañía. Tras realizar el viernes las pruebas técnicas para garantizar el perfecto funcionamiento de las conexiones con la gala que se celebraba en Málaga, el sábado por la mañana fueron desembarcando todos los integrantes de la expedición. Tras aparcar el equipaje en las respectivas habitaciones, devoraron un almuerzo en un restaurante de la Ciudad Condal.

De vuelta al hotel, cada uno gestionó los nervios como mejor supo ya que la ceremonia presentada por Antonio Banderas y María Casado no comenzaba hasta las 22.00.

Se habilitaron dos grandes salones para uso exclusivo de los representantes de ‘Las niñas’. El primero era un ‘set’ consagrado para las conexiones telemáticas. El segundo, que estaba adornado con carteles en gran formato de la película, era más de recreo, para disfrute y tranquilidad de sus ocupantes. Sobresalía una enorme televisión desde la que siguieron la gala.

Fue allí donde cenaron. Se sirvieron unas viandas muy ricas, ligeras y apetecibles, como salmorejo o tabulé. Eran instantes distendidos, de confidencias y de bromas, previos a que se desencadenara la tormenta de premios.

Los nervios y las dudas con las que empezó la velada –Arantxa Ezquerro no venció al mejor diseño de vestuario en el Goya con el que arrancó la noche–, se fueron evaporando paulatinamente. El premio a la mejor dirección novel abrió el camino a otros tres: mejor fotografía, mejor guión original y mejor película. Con este último galardón, explotó la euforia, el confeti en forma de corazones y los abrazos.

Fue en ese momento, con el trabajo ya hecho, cuando surgieron los brindis con cava y las rondas de cervezas y otros espirituosos. La celebración bien lo merecía. Eso sí, cumpliendo a rajatabla las estrictas normas sanitarias a las que obliga la pandemia.

«La organización fue fantástica, no faltó ningún detalle. Nos sentimos muy cómodos. Fue muy bonito poder vivirlo todo juntos», explicaba ayer el zaragozano Carlos Naya, nominado al Goya a la mejor canción por ‘Lunas de papel’. Ni siquiera su derrota ante ‘Que no, que no’, de Rozalén, restó un ápice de su felicidad. «Desde hacía semanas tenía muy claro de que no tenía ninguna posibilidad de ganar. Competía con grandes artistas como Rozalén o como Alejandro Sanz. Pero unos días antes de la gala, me dije:‘¿por qué no?’. No lo daba por perdido. Pero, si soy sincero, debo decir que me ha hecho ilusión que venza Rozalén. Es una artista que me gusta mucho y, además, tiene un discurso muy interesante en el que reivindica lo rural y a la mujer», señaló Naya.

La jornada de ayer tampoco fue relajada en el hotel Seventy. Tras el reparador desayuno, una interminable ronda de entrevistas aguardaba a todo el equipo, desde los productores hasta Pilar Palomero, pasando por el resto de componentes. 

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