Memoria de guerra a prueba de fuego y odio

Los lectores de la última novela de Pérez-Reverte crean en Twitter un 'Álbum de familia' con cientos de fotos de ambos bandos.

Algunas de las fotos compartidas por los lectores.
Algunas de las fotos compartidas por los lectores.
(perezreverte.com/albumlineadefuego

Las novelas que llegan al alma mezclan su ficción con la memoria del lector o la colectiva. Un poderoso fenómeno que logra, y cómo, 'Línea de fuego', el último libro de Arturo Pérez-Reverte. El relato del académico y escritor sobre la batalla del Ebro -casi 110.000 ejemplares vendidos en un par de meses- cala hondo en sus lectores, que bucean en la historia familiar sobre la incivil contienda. Hallan fotos y documentos de sus padres, tíos o abuelos que lucharon en aquella y en otras muchas batallas y han dado lugar a un conmovedor y respetuoso 'Álbum de familia'.

Es una espontánea memoria gráfica de la guerra civil a prueba de fuego cruzado y con un tono paradójicamente conciliador. "Creí que se armaría la de San Quintín, y todo ha sido respeto. Ni un comentario negativo sobre ningún bando; nada de cainismo en el territorio comanche de Twitter", se sorprende el escritor tras el afloramiento espontáneo de retratos y recuerdos de combatientes. Alfaguara, su editorial, los ha colgado ya en Internet (perezreverte.com/albumlineadefuego).

Es un emotivo álbum sin un ápice de odio o inquina. "El respeto es asombroso. Para mi maravillada y conmovida sorpresa, estamos ante la verdadera memoria histórica; la de la serenidad y la reconciliación al margen de las ideas. La guerra fue un tragedia para todos, y así lo han entendido los tuiteros", destaca el escritor. "Sin distinción de bandos ni ideologías, creamos un lugar de paz donde hacer simbólicamente posible la reconciliación entre españoles que, sin duda, todos ellos desearon, y donde los antiguos contendientes, la extraordinaria juventud que tan amargamente se quemó en trincheras y combates, pueden ser recordados con respeto, honor y emoción", precisa.

El escritor aporta sendas imágenes de su padre y su tío. Movilizado por la República con 19 años, José Pérez-Reverte, su progenitor, alfabetizó a milicianos y combatió en una unidad antiaérea. Tras la guerra, cumplió dos años extra de 'mili', "los peores de su vida", en Logroño. Voluntario republicano con 16 años, su tío Lorenzo recibió un balazo en el pecho en la Sierra de Los Santos. Sus dañados pulmones no resistieron la neumonía que segó su vida en 1941, con 21 años.

La cascada de testimonios no cesa. Hay quien trata de identificar a desconocidos en ajadas fotos o de testimoniar los avatares de su familiar. Como Casimiro Alonso, que empezó la mili en el ejército de la República, terminó luchando en el Nacional en la Batalla del Ebro y murió en Huelva a los 96 años, según relata su nieto.

Juan Carlos Borrell aporta la foto de su apuesto tío abuelo José, miliciano de la columna Ascaso y miembro de las patrullas de control. Delatado y detenido a finales de marzo de 1939, fue fusilado el 12 julio, con 33 años.

Miguel Pérez Alonso aporta una foto de la trinchera dónde combatió su abuelo, llamado a a filas por los sublevados y que batalló en el frente de Aragón. "Luchó por sobrevivir y volver a casa, pero cuando lo consiguió ya no lo esperaba nadie. Se había quedado huérfano. Pasó mucho miedo y mucha hambre. Siempre recordaré aquella forma de aprovechar los yogures hasta el último resto", cuenta su nieto.

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