NARRATIVA ARAGONESA. OCIO Y CULTURA

Jesús Trasobares: "No podemos seguir a garrotazos por los siglos de los siglos"

El compositor y cantante de Dos Pasos debuta en la novela con la historia real del 'topo' Julio Cubero, de Calatorao, y la publica en Doce Robles

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Jesús Trasobares, compositor y guitarrista de Dos Pasos, ha dado el paso a la novela.
Lorena Cosba.

¿Cómo le llegó esta historia? ¿Cuándo oyó hablar de ella?

Circula por mi pueblo desde que yo tengo uso de razón, y mucho antes. No podía ser de otra manera, porque la historia de Julio Cubero es tan trágica, tan brutal, que adquirió,  con el paso del tiempo, tintes legendarios y pasó a formar parte de la identidad de Calatorao. A mí me llegó a través de mi familia, que siempre tuvo una buena relación con la suya.

¿Que sucedía?

Julio, su mujer, su hermana Josefina, pasaban habitualmente por la tienda que teníamos en el pueblo. Un buen día mi padre comenzó a escribir su historia y, desde entonces, se convirtió en un tema de conversación habitual. Estoy hablando, si el manuscrito original de mi padre está bien fechado, del año 1972. Yo tenía nueve años.

Usted nació en 1962. ¿Cómo marcó su infancia y especialmente su memoria a lo largo de los años?

Todo el mundo se conoce en los pueblos y yo también conocí a algunos de los protagonistas de esta historia. Aunque el paso del tiempo difumina los contornos de la memoria, mi recuerdo de Julio es el mismo que aparece en la primera fotografía del pequeño álbum de fotos que cierra el libro: con la boina calada, agazapado en el suelo y muy desastrado, con lamparones de grasa en la ropa y una cuerda con la que solía sujetarse los pantalones. Esa imagen suya, que él cultivó con terquedad, lo convertía en un personaje muy popular y creo que, por momentos, llegó a usurpar lo que de verdad importa: la gran tragedia de su peripecia vital.

¿Recuerda qué pensaba entonces de él?

Yo solo era un niño y no tenía las herramientas necesarias para interpretar lo que había detrás de su historia, pero siempre tuve la sensación de que en Calatorao, cuando se hablaba de él, la gente había acabado por convertirlo en una especie de figura folclórica, por su aspecto, su genio, su humor impredecible, y también por los enfrentamientos que nunca dejó de tener con los vecinos. En el proceso de documentación, después de entrevistar a su familia y  revisar la documentación de la causa militar que se abrió contra él, esos recuerdos imprecisos de la infancia han ido cobrando nitidez. Ahora pienso, sin ninguna duda, que detrás de esa imagen pintoresca o extravagante latía un intento más de silenciar las miserias ocultas del pueblo.

Jesús Trasobares debuta en la novela con '¿Quién cerrará la puerta?'.
Julio Cubero en el servicio militar (1934-1935).
Archivo Cubero/L. Cosba.

Ha citado el manuscrito original de su padre. ¿Qué hay de verdad y de ficción en el hecho de que su propio padre quisiera redactar su historia, e incluso llegase a contar una pequeña parte?

Es completamente cierto. Mi padre escribió, en un cuaderno azul, treinta y seis páginas. Solo eso, ni más, ni menos. Después dejó de escribir y, a la muerte de Julio, regaló ese pequeño cuaderno a su hijo, que aún lo conserva. Mi familia solo tiene unas fotocopias. Indagar en los motivos por los que mi padre abandonó el relato ha sido, sin duda, crucial durante el proceso de escritura.

¿Cómo se le ocurrió, corto de experiencia, contar su historia?

En primer lugar, porque he dispuesto del tiempo necesario al haber solicitado una excedencia en mi trabajo. Siempre había pensado, desde que murió mi padre, que sería bonito continuar esa tarea que él había iniciado, pero creo que se trataba más de una idea romántica que de un objetivo real. Sin embargo, ha sido muy extraño, revelador incluso, descubrir que todos los astros parecían haberse alineado para que yo recogiera un testigo que él había depositado en mis manos. Tal vez suene un tanto místico, pero así es como yo lo he sentido. No creo demasiado en la inspiración, a mí siempre me pilla trabajando, como decía Picasso, al menos en la música que es lo que más conozco. Pero tengo que confesar que el cierre de la novela, para bien o para mal, fue escrito en una especie de rapto, no estaba en absoluto previsto así.

¿Qué le conmueve de la historia: la crueldad, el pánico, la muerte que acecha, la humillación más salvaje?

Muchas cosas. Su vida estuvo tan teñida por la tragedia que resulta difícil destacar algo en concreto, pero fue especialmente duro ponerme en su pellejo con el asunto de las torturas en el castillo. Creo que sufrió tanto, y esto lo he hablado con su propio hijo, que llegó a caminar muchas veces por el filo de la cordura. Y salió del agujero porque ya no podía más, la realidad, el día a día se habían vuelto insoportables.

¿Qué ha aprendido de la Guerra Civil?

Hay un viejo precepto hermético que me gusta: como es arriba, es abajo. Al escribir esta historia he revivido la sinrazón de la guerra civil y sus consecuencias, que aún colean tristemente, desde la óptica de un pequeño pueblo, el mío, donde no hubo frente alguno y los golpistas se ensañaron ferozmente con los del bando contrario. Pero también he descubierto muchas cosas acerca de esa otra represión, social, económica, más silenciosa pero igual de cruel, que los vencedores impusieron a los vencidos durante la posguerra.

¿Por qué nunca usa la palabra ‘topo’, que eso fue su personaje?

Le puedo decir que no ha sido algo deliberado. Tal vez haya un afán inconsciente por no caer en lo más obvio. Es curioso, porque mi padre siempre se lamentaba, creo que con un poco de guasa en el fondo, de que el libro "Los topos", de Manuel Leguineche y Jesús Torbado, se había adelantado al suyo.

Jesús Trasobares debuta en la novela con '¿Quién cerrará la puerta?'.
Julio Cubero en una de sus posiciones más naturales: estar de cuclillas ante la gente. Calatorao, 1951.
Archivo Cubero/Trasobares/Cosba.

¿Cómo quiso organizar las dos historias: la del niño que cuenta, que sería usted mismo, hijo del tendero, y la historia de Cubero y los intentos de linchamiento, y los años que pasó confinado y acuclillado?

Esto sí que fue algo deliberado desde el mismo proceso de gestación. Quería contar, entrelazada con la historia de Julio, la de mi propia familia. Me parecía lógico, por ser mi realidad más cercana y porque esos pequeños retazos de la vida en el pueblo, la tienda de ultramarinos, mis familiares y amigos, podían hacer respirar el relato terrible del protagonista. Y en esas partes podía permitirme el recurso del humor, de la ironía. Era una manera de dar una tregua al lector y, a la vez, de darle un ritmo diferente y construir la narración en torno a un niño que intenta desentrañar un misterio.

A veces cuesta creer que eso, tanto horror, tanta ausencia de compasión fuesen verdad.

La verdad es que sí. He oído, encontrado en viejos documentos, testimonios que resultan estremecedores. Pero está claro que también somos eso, y no es plato de buen gusto admitirlo. Lo que cuento en el libro es cierto y, aunque he omitido algunos nombres por deseo expreso de la familia de Julio, los que aparecen son reales. Las torturas en el castillo, las caravanas de la muerte en El Frasno y Almonacid, las tropelías de los falangistas y la Guardia Civil, las represalias posteriores a la guerra...todo eso ocurrió en Calatorao, como en muchos pueblos de España.

¿Qué está pasando en Calatorao con el libro?

La respuesta de la gente a la novela en Calatorao está siendo magnífica. En mi pueblo no hay ninguna librería y los libros se venden en la pastelería, con las golosinas, la prensa...Pues bien, se han tenido que reponer existencias varias veces ante el éxito de la demanda. Una vez pasada la curiosidad habitual (no en vano trata de dos familias del pueblo), me están llegando cada día mensajes por redes, llamadas telefónicas o correos que justifican y me reafirman en el trabajo de este último año, arduo pero maravilloso a la vez.. Solo puedo sentir gratitud por una acogida tan entusiasta y calurosa.

"Mi experiencia personal ha sido muy clara, casi sanadora, y cuando vi al hijo de Julio con el libro en sus manos y sonriendo, sentí que había hecho algo bueno, en el mejor sentido de la palabra"

¿Qué ha sido lo más difícil para usted en la redacción de la novela?

Sin ninguna duda, encontrar la voz de Julio. Creo que ese relato en primera persona era lo más delicado. En las partes de mi familia, cuando yo soy el narrador, era todo más fácil, más intuitivo, me podía dejar llevar. Pero ponerme en la piel de Julio era una especie de proceso actoral, de interiorización del personaje. Como he escrito la novela básicamente con el mismo orden y estructura que se ha publicado, los momentos más complicados eran esas transiciones, porque es allí donde debía de cambiar de voz  y hacerlo sin que el relato se resintiera.

A la luz de su libro, ¿cuál sería la asignatura pendiente de nuestra Guerra Civil y quizá de nuestra historia?

Uff. Es una pregunta a la que no es tan fácil dar respuesta. Yo no soy historiador y creo que no estoy capacitado para dar respuesta, solo una opinión. Pienso que en este país, en este mismo instante, hay un intento de negar la crueldad, el alcance de la represión franquista, por una parte cada vez más visible de ciertos sectores de la política o de los medios de comunicación. Ese revisionismo histórico, que desprecia la memoria, intenta legitimar hace ya tiempo incluso la guerra, con el argumento de que la violencia en la izquierda era de tal calibre que el conflicto fue inevitable, por no decir necesario. Y en ese escenario parece que nos encontramos tantos años después, con fuerzas políticas en el Parlamento acusando de frentismo, de querer reabrir heridas, a todos aquellos que solo quieren reparación y justicia. Creo que la derecha en este país tiene que dar un paso al frente para equipararse de verdad con los partidos europeos del mismo signo. Sería muy esperanzador, porque no podemos seguir a garrotazos por los siglos de los siglos. Mi experiencia personal  ha sido muy clara, casi sanadora, y cuando vi al hijo de Julio con el libro en sus manos y sonriendo, sentí que había hecho algo bueno, en el mejor sentido de la palabra.

Jesús Trasobares debuta en la novela con '¿Quién cerrará la puerta?'.
Julio Cubero durante su estancia en Tetuán, en el centro, de oscuro.
Archivo Cubero/Trasobares/Cosba.
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