patrimonio

La singular fábrica Bonica de Valderrobres, joya industrial del XVIII, en riesgo de desaparecer

Construida en 1789, la papelera, que estuvo dedicada a la fabricación de naipes, cuenta con los restos de una palacio donde vivían los dueños y espectaculares frescos, que se están perdiendo, según un informe de Hispania Nostra que la ha incluido en su Lista Roja de patrimonio en peligro.

La fábrica Bonica de Valderrobres, una papelera construida en 1789, acaba de entrar en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra, que reúne el triste compendio de monumentos españoles que se encuentran en peligro de desaparecer.

Situada junto al río Pena, en una zona de profundos desniveles, ideal para aprovechar la fuerza del agua necesaria para este tipo de industrias (en este caso, especializada en papel para naipes), se trata de una singular edificación que reúne una fábrica y un palacio donde residían los dueños, la familia Zurita, como también se conoce esta construcción que destaca por su monumentalidad .

De gran tamaño, las paredes exteriores se recubrieron de color blanco y se decoraron con tonos como el rojo, el verde y el amarillo. En el edificio se combinan elementos arquitectónicos simulados como almohadillados, pilastras, frontones o cortinajes con otros vegetales o figuras de animales y de personas. Particularmente bella es la representación de un torero, vestido a la goyesca, entrando a matar un toro.

Sin embargo, el estado actual es de ruina. Del edificio principal se conservan las paredes y una pared interior maestra, algunos arcos y piletas. El interior está lleno de escombros y de vegetación. Los frescos están perdiendo la viveza de los colores y las figuras casi no se distinguen. Del resto de edificios se conservan paredes. También se mantiene en pie, ya a duras penas, la capilla de Santa Bárbara. Si no se actúa pronto, corre riesgo de derrumbe en algunas de sus estructuras, advierten desde Hispania Nostra, que llama a "actuar de inmediato" en este edificio, que no goza de ninguna protección legal específica.

El máximo periodo de esplendor de Bonica transcurrió desde su inauguración hasta el primer cuarto del siglo XIX.

Este tipo de fábrica se quedó obsoleto cuando comenzó la fabricación de papel continuo, por lo que viró a la fabricación de papel de gran calidad, como el de los naipes.

La introducción del cloro para el blanqueamiento de la pasta de papel en el proceso industrial, provocó que la fábrica cayera en desuso, debido a que, al ser un elemento contaminante, no fue introducido en su proceso de producción y acabaron abandonando sus funciones.

En 1955, la Fábrica Bonica fue desmantelada: se desmontaron el tejado, los sillares de los vanos de puertas y las ventanas, así como la madera, que fueron adquiridos posteriormente por la fábrica de Cervezas Damm en Barcelona.

El edificio principal tiene una base de 17 metros por 20 metros y cuenta con un total de cinco plantas: sótano, planta baja, primera planta y dos galerías.

El sótano y la planta baja estaban destinados al proceso industrial de fabricación de papel. Por el lado occidental entraba el agua hasta las diferentes pilas. En cuanto a su distribución interior, se dividía en tres partes longitudinalmente y en cuatro partes transversalmente, por lo que había doce dependencias de unos veinte metros cuadrados cada una. En ellas todavía se pueden apreciar algunas estructuras como arcos, piletas de piedra y elementos ornamentales en la pared, que reproducen el sello o filigrana de la fábrica.

La primera planta, de gran altura, era la vivienda de los propietarios y tenía entrada independiente por el lado sur (el mejor conservado). Las dos últimas plantas, las galerías, eran espacios abiertos y ventilados con múltiples ventanas, utilizadas para el secado del papel. Todavía se pueden observar los listones de madera que estaban engarzados en los muros, con ganchos situados cada cinco centímetros para sostener los cordeles que sustentaban el papel.

Anexa a la fachada principal se encuentra la capilla de Santa Bárbara. El edificio es de planta rectangular y tiene una superficie de 30 metros cuadrados. Los materiales empleados para su construcción fueron sillares de piedra tosca para las esquinas y la parte del altar, el ladrillo para la cúpula y la mampostería. El espacio correspondiente al ábside tenía forma rectangular y estaba cubierto por la bóveda de terceletes, aún conservada, pero en riesgo de derrumbe.

La portada está realizada con bloques de piedra volumétricos y el dintel es monolítico, superando los dos metros de anchura. Esta construcción respondía a la necesidad de ofrecer todos los servicios necesarios junto a la fábrica, pero también a la profunda religiosidad de Josefa Moreno, esposa de Gaspar Zurita.

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