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"Coleccionar cosas que recuerdan la muerte es tabú"

Director de arte y asesor histórico de cine y televisión, Luis Sorando López colecciona memorabilia funeraria por su interés etnológico

Luis Sorando, con un cuadro en recuerdo de un fallecido, realizado con cabello extraído de su cadáver.
José Miguel Marco

Cuando Luis Sorando López tenía 19 años, recorriendo el Rastro de Barcelona vio una foto que le llamó la atención. "Tenía algo distinto, que me inquietaba, y enseguida caí. Acababan de estrenar ‘Los otros’, de Alejandro Amenábar, donde hay una escena en la que Nicole Kidman hojea un álbum con fotos de personas muertas. El que la tenía a la venta caía en el mismo error que ella: 'Es un niño durmiendo', me dijo. Pero yo sabía que el niño de la foto estaba muerto. Y compré la fotografía".

Desde la Antigüedad, el hombre no se ha resignado a perder a sus seres queridos y ha buscado asirse a algo que se los recordara y que le hiciera tener incluso la ensoñación de que el finado seguía junto a él. Ese es el significado de los dólmenes prehistóricos pero, también, el de algunos modernos ‘diamantes’ o piedras de joyería en los que algunas empresas modernas convierten las cenizas del fallecido.

Luis Sorando López se dedica al mundo del cine y la televisión, como director de arte y asesor histórico, y es coleccionista de memorabilia funeraria. Busca objetos y elementos que la imaginación humana ha creado para recordar a sus seres queridos.

"En España no conozco a mucha gente que busque este tipo de cosas, un par de coleccionistas de fotos ‘post mortem’ en Madrid, una chica en Asturias... Pero sí que los hay, lo que ocurre es que están ocultos. Coleccionar cosas que recuerdan la muerte es tabú, sigue siéndolo, y muchos de los que lo hacen no lo confiesan. La mejor prueba de ello es que cuando surge una pieza interesante en internet, desaparece con mucha rapidez".

Sorando subraya que su afición no es morbosa. "Siempre he sido un enamorado del final del siglo XIX, cuando todavía se hacían las cosas artesanalmente y con mucho cuidado y cariño. Me atrae también la estética de la época, su diseño... Recojo este tipo de objetos más por su valor etnológico que por morbo, la verdad. Y quizá haya un cierto componente romántico, en el sentido de intentar que no se pierda el último recuerdo de alguien. Pero también, lo confieso, me atrae lo tétrico, lo gótico, la obra literaria de autores como Lovecraft o Allan Poe". El hecho de que su afición no sea por morbo explica, por ejemplo que no coleccione joyas realizadas con dientes, que también las hay.

Réplica de la mano de un fallecido realizada tras sacarle un molde
José Miguel Marco

En Estados Unidos no está restringido el comercio con restos humanos y se compra y vende de todo. En España no, así que la afición por la memorabilia funeraria de Luis Sorando discurre por cauces más o menos convencionales: fotos ‘post mortem’, comunes  en Galicia y la cornisa cantábrica, recordatorios de fallecimientos, cartas de luto... Hay, en cualquier caso, facetas poco conocidas, como la llamada ‘joyería de pelo’. "Junto a la fotografía ‘post mortem’ hubo un tiempo en que se puso de moda cortar cabello de la persona muerta y hacer cosas con él. Al principio se conservaba en algún tipo de joya, pero luego se fueron trabajando más, incluso se confeccionaban cuadros con escenas realistas. En ‘La de Bringas’, Galdós hizo al marido de la protagonista dedicarse a hacer cuadros con pelo".

Encontrar nuevos objetos que añadir a la colección puede resultar complicado, aunque internet, como ocurre con todos los coleccionismos, ofrece posibilidades que hace 20 años ni se soñaban. "En los rastrillos alguna vez aparece algo, pero hoy en día el rastro por excelencia es internet. Sobre todo porque este tipo de memorabilia funeraria es más frecuente fuera de España. En Francia, Reino Unido o Alemania hay piezas espectaculares". Y no, no tiene pesadillas. "En el fondo, la mayoría de las antigüedades son una especie de recuerdo de alguien ya ha fallecido", concluye.