Publicada una guía para encontrar y disfrutar los mejores dólmenes de Aragón

Óscar Buil recoge en un libro publicado por Prames todo lo que se sabe sobre los monumentos megalíticos "más fotogénicos" de Huesca y Zaragoza

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El emblemático dólmen de Tella fue descubierto en 1954.
Óscar Buil

Casi dos décadas lleva Óscar Buil buscando, identificando y estudiando la cultura megalítica pirenaica: dólmenes, menhires, crómlech o círculos de piedras, y cistas. A ellos ha dedicado ya varias publicaciones (con la guía de monumentos megalíticos de la Sierra de Guara logró el Premio Félix de Azara) y ahora acaba de aparecer otra: ‘Megalitos del Pirineo aragonés’ (Prames). La diferencia respecto a otras publicaciones es que se trata de una guía útil, pensada en el excursionista que ha regresado a casa frustrado tras buscar infructuosamente un dolmen. La guía es una invitación a recorrer el Pirineo aragonés: Óscar Buil ha elegido los monumentos más vistosos –"los más fotogénicos", asegura– y los ha puesto al alcance del lector relatando minuciosamente el camino que hay que seguir para llegar a ellos y, además, ofreciendo las coordenadas GPS. Imposible perderse.

"Empecé a recorrer la montaña en busca de dólmenes cuando tenía 20 o 25 años –relata– y ya entonces descubrí que había muchísimos que no se conocían. Me hice un fichero y comencé a anotar datos de todos. He hecho varias publicaciones y esta no va a ser la definitiva, pero sí creo que era necesaria".

Crómlech de Batanes, en la cabecera del río Ara
Crómlech de Batanes, en la cabecera del río Ara
Óscar Buil

Difícil que una edición de este tipo sea definitiva, porque, desde que se descubrió el primer dolmen en Aragón (en 1932, el de Santa Elena, muy cerca de Biescas) hasta hoy se han sucedido los hallazgos. No sería de extrañar que este mismo verano se localizara algún monumento megalítico desconocido hasta ahora.

"En otras comunidades casi es una actividad deportiva el salir de excursión en busca de este tipo de vestigios, hay quien se lo toma como salir a buscar setas –relata–. En Aragón todavía no hemos llegado a ese extremo pero hay hallazgos muy recientes. El año pasado, por ejemplo, un grupo de arqueólogos descubrió dos dólmenes a más de 2.100 metros de altitud en la comarca de la Jacetania, y un grupo de aficionados encontró el mayor dolmen del Pirineo en Plan. Y cabe esperar nuevos descubrimientos".

Para Óscar Buil son vestigios de una importancia atemporal. ¿Por qué solo aparecen en el Pirineo? "Porque el terreno de montaña ha tenido menos intervención humana –señala–. Aunque se ha encontrado uno en Sos del Rey Católico, la mayoría de los que han llegado a nuestros días están a más de 1.200 metros de altitud. Y es que en la montaña no ha habido tanta transformación del terreno como en el llano".

En muchos casos hay que tener el ojo bien entrenado para descubrirlos. "Dólmenes de película hay en realidad muy pocos. Lo normal es que queden dos o tres piedras que hacían de pilares, y que estén medio enterradas en el suelo. En cuanto a los crómlech, muchos de ellos pasan completamente inadvertidos en primavera, con la hierba alta". A veces eso explica (a veces, no), que acaben destruidos. La ampliación de la estación de esquí de Formigal, por ejemplo, afectó a un crómlech.

El Círculo de Góriz, en el Parque Nacional de Ordesa
El Círculo de Góriz, en el Parque Nacional de Ordesa
Óscar Buil

Los monumentos megalíticos son modestos testigos de la Antigüedad que nos hablan de costumbres ya olvidadas. "Los dólmenes y los crómlech o círculos de piedra son muestras de la cultura pirenaica pastoril, y son, en ambos casos, construcciones funerarias, de inhumación, los dólmenes; y de incineración, los crómlech. En estos últimos, las cenizas del muerto se depositaban en el centro del círculo de piedras". Buena parte de ellos no han sido objeto de excavaciones arqueológicas. "Calculo que solo se han excavado alrededor de un 15% del total. Hacen falta más medios", subraya.

A la espera de que cambie la situación, Óscar Buil ha publicado la guía clave para disfrutar de los mejores de estos monumentos. "Hay dólmenes para visitar paseando con la familia, otros que se pueden ver casi desde el coche, los que te obligan a dar un paseo y los que están a más de 1.800 metros de altitud y solo los pueden ver los muy aventureros –concluye–. Lo único que he buscado es ofrecer variadas posibilidades y cerciorarme de que el lector no da tantas vueltas como he dado yo para encontrarlos".

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