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Sánchez Mejías toreó en Huesca su penúltima corrida, antes de morir en Manzanares

Se cumplen 86 años de la muerte de un torero de personalidad única. 

El torero Sánchez Mejías, en imagen de archivo.
El torero Sánchez Mejías, en imagen de archivo.
Heraldo

Corren días de agosto, pleno San Lorenzo en Huesca y con ello la vorágine de la temporada taurina en su mayor esplendor. Por desgracia la pandemia ha minimizado todo ello. No obstante este martes se cumplen 86 años de la fatídica cornada de un torero atípico. Se trata de Sánchez Mejías. Aviador, dramaturgo, presidente del Betis y hasta Gobernador, además de mecenas de la generación del 27.

Hace 86 años un toro quitaba la vida al cuñado del Rey de los Toreros, en una corrida que toreo por casualidad, al caer del cartel Domingo Ortega. El día de antes, 10 de agosto Sánchez Mejías toreó su ultima corrida de toros antes de la fatídica tarde en Manzanares, en las fiestas de San Lorenzo de Huesca, donde como reza el libro biográfico de Andrés Amorós y Antonio Fernández Torres, sin mucha suerte, solo fue ovacionado por el mal juego de sus oponentes. Actuó acompañado en el cartel con Armillita y Manolo Bienvenida.

Tras llamar a un amigo oscense, Pepín Bello a quien le dijo que "aquí estoy acompañado de los borricos de tus paisanos", conversó con Antonio Conde, su mozo de espadas sobre si debería torear o no en Manzanares, pues el cansancio y fatiga acumulado de la temporada comenzaba a hacer mella en el torero. Finalmente, pensando en que siempre había sido hombre de palabra, decidió seguir adelante.

Una serie de desafortunadas coincidencias se fueron dando a partir de entonces, como si aquello presagiara el fatídico desenlace. El coche en el que viajaba Mella y Blanquito, banderilleros de Mejías se averió a la altura de Zaragoza, y este decidió enviar un telegrama desde la capital maña; "Cuento cuadrilla Ortega (por la de Domingo Ortega). Voy sin cuadrilla. Ignacio".

El telegrama llegó tarde, y la cuadrilla de Ortega decidió tomarse unas vacaciones al recomendar el médico de este no torear en unos días. Al llegar a Madrid se topa con una cuadrilla improvisada (la suya esta camino de Pontevedra donde iba a torear el día 12) con la que viajó resignado el ultimo tramo con la mirada perdida por la ventanilla sin mediar palabra.

Horas más tarde, Granadino lo empitonó en el muslo. Llegó a Madrid sumamente tarde, a las cinco de la mañana y tras varias reanimaciones del médico que lo acompañaba, al averiarse la ambulancia que lo trasladó. La situación era grave y, tras una larga agonía, en la que estuvo arropado entre otros por figuras de la cultura como José Bergamín o Federico García Lorca, falleció Sánchez Mejías, un torero de personalidad imborrable.

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