imágenes de la capital del cierzo /8. 'artes & letras'

Una instantánea del Puente de Piedra, hacia 1908

Dos jóvenes sobre un caballo blanco asoman a la entrada de Zaragoza 

Calle del Pilar. Anteayer Fotográfico Zaragozano.
El encanto de una calle histórica.
Colección Manuel Ordóñez / Anteayer Fotográfico Zaragozano.

Puente de Piedra, ca 1908. Colección Manuel Ordóñez

A lomos de un caballo blanco, dos jóvenes montando a lo amazona enfilan la entrada del Puente de Piedra y se dirigen a la margen izquierda en una soleada mañana de ca 1908. Otro caballo les acompaña, este con sus alforjas llenas de enseres, y un cántaro quizá con agua recogida de la cercana fuente de la Samaritana en la plaza de la Seo.

Delante de ambas caballerías, un carro repleto de mercancía les abre camino siguiendo el trazado de los raíles del tranvía de la línea 4, con inicio en la plaza de la Constitución y que llegaba hasta el Arrabal, electrificada apenas unos años antes, en 1903, sustituyendo así a la tracción de mulas o de sangre.

La desbordante luz que inunda la imagen casi nos permite entrar en ella y, de ese modo, poder imaginar el sonido de los cascos de los caballos y de las grandes ruedas del carro sobre el reciente adoquinado. Luz que hace destacar la blancura de las blusas de ambas jóvenes, una de las cuales parece mirar de soslayo al fotógrafo.

También de un blanco reluciente es la nueva barandilla colocada durante la reforma de 1907, sustituyendo al antiguo pretil de piedra que ayudaba a proteger a los viandantes de los embates del cierzo. La reforma añadió las aceras pero hizo desaparecer para siempre los pétreos leones colocados en los dos extremos. Ya muy desgastados y en posición de reposo, eran apenas unos pequeños cachorros si los comparamos con los que les sucedieron un siglo después, estos ya fundidos en bronce, y que son los que han llegado hasta nuestros días.

En el paseo del Ebro, hoy de Echegaray y Caballero, vemos el edificio del Seminario Conciliar de San Valero y San Braulio, elevado a rango de Universidad Pontificia en 1897, situado en los terrenos que ocupaba la antigua Diputación del Reino, ante cuya fachada se recorta una farola forjada en la llorada Factoría Averly.

A su lado, los torreones del Palacio Arzobispal, el más lejano ya desaparecido en uno de esos derrumbes espontáneos e inexplicables que les suceden a veces a edificios de esta capital del cierzo.

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