LITERATURA EXTRANJERA. 'ARTES & LETRAS'

Primer amor marginal en los suburbios de París

 Capucine (París, 1991) y Simon Johannin (Mazament, 1993) publican una vertiginosa y magnética novela: 'Nino en la noche', de emociones fuertes 

'Nino en la noche'. Juventud marginal en París.
Los autores de esta novela de amor y formación.
Archivo Random House.

No hay mente más hábil que la los desesperados. Ni carrera más salvaje que la que nos hace perseguir el poderoso rastro que dibuja la primera pasión.

La marginalidad es siempre un extenuante purgatorio que o bien corrompe o bien salva a quién la padece. Y entre esa punzante dualidad discurre la fascinante narración de Nino Paradise, el protagonista absoluto de ‘Nino en la noche', la historia escrita a cuatro manos por el matrimonio formado por Capucine (Paris, 1991) y Simon Johannin (Mazament, 1993).

Vertiginosa y magnética, ofrece un voraz recorrido a través de la ‘banlieu’ y del corazón de los excluidos. ‘Nino en la noche’ es una brutal pelea con la vida. La sumisión a la ternura, al sexo y al estribillo dulzón y adormecedor del primer amor, pero también acoge con firmeza a la desesperación, y para ello ajusta metáforas de ácido tuétano hasta encontrar el camino hacía esa belleza rotunda que caracteriza los gestos de los vencidos.

Nino Paradise es un niño perdido que llena su boca con frases soeces para defenderse de la nada en que el poder le hace habitar. Nino hace reventar una y otra vez la categórica silueta de los suburbios parisinos con esta canción de éxtasis y dolor llena de oscuridad y al mismo tiempo de luz cegadora.

‘Nino en la noche’ es la batalla útil de cuatro manos estrictas que detallan con pericia y una rabia bien medida, para que no resulte esperpéntica y maniquea, el aislamiento social al que se ven abocados los jóvenes franceses (todos los jóvenes en general). Todo son puertas cerradas cuando se tienen veinte años en este abominable Siglo XXI. Los jóvenes del mundo habitan prisiones sin barrotes que les convierten en parias con los papeles en regla: “¿Qué vamos a comer hoy? Animales muertos, leche de vaca violada, gambas pescadas por esclavos o tomates italianos regados con la sangre del enemigo del clan que controla la fábrica.Tengo la sensación de que detrás de cada artículo, en cada sección, han jodido a alguien en alguna parte o bien tratan de metermela a mí. No puedo sacarme de la cabeza que detrás de cada lata de conserva hay un muerto”, escriben.

'Nino en la noche'. Juventud marginal en París.
Fragmento de la portada de la novela.
Archivo Heraldo.

Nino Paradise acaba de entrar en la veintena y aunque vive en París, su lugar en el mundo no es otro que un abismo polifacético de calles sucias, drogas, amistad y amor verdadero. Nino Paradise ama a Lale, una muchacha íntegra y visceral que le mantendrá alerta y vivo mientras dure su desorientación vital. Nino y Lale son dos okupas obligados a pagar un alquiler abusivo, son dos príncipes destronados por la especulación y el desarraigo. Él es un tipo brillante que quiere alistarse a la Legión extranjera porque si el porvenir no llega hay que ir en su busca. 

Pero por desgracia hay personas que le repugnan al futuro, y el protagonista de esta contumaz historia es uno de los principales señalados por esa inquina. Nino es un tipo brillante que mientras reflexiona hace que sus reflexiones quemen y hagan agonizar al lector. Nino es un juglar de lengua libérrima que custodia en su memoria todas la vejaciones que implica ser pobre, habla de la explotación a la que se somete a los extranjeros, habla de la prostitución masculina como la enseña de la marginación extrema. Expone la precariedad de la juventud sin cortapisas en un intento de avergonzar a los que la proporcionan: “Se llama libertad, es hermosa y no dura mil años”.

“¿Qué vamos a comer hoy? Animales muertos, leche de vaca violada, gambas pescadas por esclavos o tomates italianos regados con la sangre del enemigo del clan que controla la fábrica", escriben Capucine y Simon

Y habla con esa intrínseca naturalidad con que hablan los desterrados: “Yo también voy en pelotas, pero abro la ventana un instante para escupir lo que remonta cuando me aclaro la garganta, la melodía matutina del fumador”.

La lengua de Nino arde. También arden su corazón y su memoria: “Me gustaría tomar aire pero no sé donde está”. ‘Nino en la noche’ es una novela en la que la nostalgia es aún más peligrosa que la estruendosa realidad que engloba: “Pienso en el sur y echo de menos… las peleas de los niños, el calor quemándome las heridas”. O “el incinerador a lo lejos nunca de apaga, en las nubes es imposible distinguir lo verdadero de lo falso”.

‘Nino en la noche’ es una tragedia arropada con marihuana y besos húmedos, con lentejuelas y amores animales. Con un coro dirigido por el efervescente y sanador Malik del que Eurípides hubiese estado orgulloso. Un categórico homenaje al poeta Paul Celan y al cineasta Leo Carax. El monólogo de un suicida que no se cansa de vivir.

‘Nino en la noche’ es un diario ficticio, o ¿sería mejor decir ficcionado?, cuyas verdades atañen a tantos porque, a pesar de su dureza, los momentos de inocencia de sus protagonistas valen su peso en oro.

LA FICHA

‘Nino en la noche’. Capucine y Simon Johannin. Traducción de Robert Juan Cantavella. Little Random House. Barcelona, 2020. 250 páginas. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión