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Alba Lorente: "El arte es una forma de ver, sentir, enfrentarse y explicar la vida"

La pintora zaragozana, nacida en 1995, está becada en la Fundación Antonio Gala y ha pasado allí la reclusión con el proyecto 'Damniato Memoriae'

Alba Lorente. Becaria de la Fundación Antonio Gala.
Retrato de Alba Lorente con sus materiales. En plena acción, en Córdoba.
Archivo A. Lorente.

Empecemos por el principio. ¿Cómo llega al arte?

Desde pequeña he estado involucrada en a actividades artísticas. Empecé con clases de dibujo y pintura a los seis años, era lo único realmente llamaba mi atención. Con el tiempo me di cuenta de que el arte era el modo de poder expresar mis inquietudes y lo enfoqué de una manera profesional, como un trabajo con el que ganarme la vida, vendiendo obra, presentándome a certámenes, becas, enseñando a otros mis conocimientos artísticos tanto en la práctica como en la teoría…

¿Tiene maestros, influencias, detalles, gente que le estimula y le orienta el camino?

En estos momentos llevo a cabo una investigación artística basada en la destrucción como método de creación en el arte. Mis dos grandes influencias son la Exposición Arte destructivo (México, 1961) y el Simposio de destrucción en el Arte (Londres, 1966). Todo esto, plasmado de forma existencialista, reflejando en mis obras temas que me preocupan de la sociedad actual. Estamos rodeados de tantos estímulos que es complicado centrarse en un tema en concreto, por lo que suelo centrarme en las dualidades como, por ejemplo, crear a través de la destrucción o generar composiciones pictóricas a través de vacíos. Con esto se crea un nexo entre los términos. Otro factor clave es mi entorno y quien lo rodea, escuchar los puntos de vista de ajenos y visualizarlos desde distintos enfoques.

Estudia en la Universidad de Zaragoza. ¿Cómo fue evolucionando su forma de pensar y de sentir el arte?

En 2016 me gradué en Bellas Artes en la Universidad de Zaragoza, Campus de Teruel. Como éramos solo dos clases de unas treinta personas, la atención del profesorado era casi personal. Seguían muy de cerca tu trabajo y eso ayudó mucho a que mi obra tuviera una técnica propia en la que la gestualidad individual era muy importante. Lo que ayudaba a, más tarde, reflejar las técnicas aprendidas de forma conceptual. Esto se ve reflejado en mis proyectos actuales, la técnica y el concepto priman a partes iguales. Una no existiría sin la otra.

Hace un máster de producción artística y luego otro sobre investigación de arte contemporánea en el País Vasco. ¿Qué le interesaba saber?

En Málaga hice el Máster en Producción Artística Interdisciplinar. Fue ahí donde empecé a experimentar con los materiales y con la destrucción de los mismos. Quise seguir esta práctica artística reforzándola teóricamente, ya que se encuentra muy poca información sobre la destrucción como creación en el arte. No es algo que te enseñen en la universidad ni se vea en los manuales. En estos momentos soy doctoranda en el Programa de Investigación en Arte Contemporáneo de la Universidad del País Vasco. Junto a mi directora de tesis, Cristina Miranda de Almeida, estamos realizando una tesina donde teoría y práctica artística se complementan.

Alba Lorente. Becaria de la Fundación Antonio Gala.
Alba trabaja sobre la destrucción del arte en la órbita creativa y teórica.
Archivo A. Lorente.

En 2016 expone en Teruel… ¿Como era su obra entonces?

Con los años fui consciente de este interés por la dualidad. Por aquel entonces mi Trabajo de Fin de Grado hablaba del suicidio como salvación, de los muertos en vida y la muerte como vía de escape. Realicé una serie de 12 xilografías donde, de forma figurativa, plasmaba datos e historias de suicidas desde la Antigua Roma hasta la actualidad: botes de barbitúricos, animales tóxicos, emparedados… Siempre de una forma muy sutil, nada agresiva. En consonancia con la temática, la matriz con la que hice cada xilografía fue destruida, por eso de que el acto final solo sucede una vez. 

Si uno se fija en su trayectoria no ha parado… Ha expuesto en Italia, en Reus, en Barcelona, en Sevilla, en Zaragoza hace poco, en concreto en el Torreón Fortea… ¿Cómo se va decantando su línea de búsqueda?

Es muy importante dar a conocer la obra. Me presento a muchas convocatorias que creo pueden dar visibilidad y proyección a mi trabajo. Gracias a esta visibilidad es posible la compra de obra, necesaria para poder seguir creando más o para que se den nuevas propuestas de exposiciones. A raíz de la exposición Resquicios en Torreón de Fortea de Zaragoza, Ricardo García Prats, el director del Museo Salbador Victoria de Mora de Rubielos de Mora, contactó conmigo para una futura exposición en su museo que se planea para el  2021. 

¿Cuándo aparece en su vida la destrucción como una forma más de creación?

 La destrucción apareció en mis obras en 2018, cuando cursaba el máster. Al principio no era consciente de esa destrucción. Fue al finalizar el máster y empezar el doctorado. Por aquel entonces, sabía que la obra era un claro reflejo de lo que yo era, y que en ella canalizaba todas esas inquietudes e incomprensiones, pero claro, cuando se trata de una misma, cuesta un poco darse cuenta de esas cosas. Luego entendí que esos sentimientos e impulsos destructivos no eran algo negativo, sino que gracias a ellos podía crear piezas con las que me sintiera plenamente identificada y en las que el espectador podía verse reflejado.

A veces habla de romper, quemar, destrozar… ¿Le interesó el antecedente de Pablo Serrano, ‘La quema del objeto’?

Pablo Serrano concebía esta destrucción como una construcción del vacío. En esta obra en concreto y en muchas otras. Por lo que, por supuesto, forma parte de mis referentes.  

¿Es fácil explicar cómo la destrucción puede ser una forma de nueva invención?

 Depende de cómo se explique. A lo largo de la historia del arte, destruir ha sido sinónimo de vandalismo. Esto se debe a la concepción de arte asimilada por la cultura occidental y que consiste en la belleza y el buen hacer, que no deshacer, de la pieza plástica y es influenciada por una estética preciosista. Esta estética preciosista estaba vinculada a la moda francesa del siglo XVII. Nació como contraposición a los malos modales de la Corte de Enrique IV y buscaba el refinamiento, tanto en modales como en costumbres y gustos. En la arquitectura, la destrucción es entendida como vandalismo. El origen del  término se remonta a la época en la que el imperio Romano fue destruido por los Bárbaros. Los edificios destruidos por los denominados vándalos perdieron su aspecto original y se convirtieron en ruina. Es complicado modificar un pensamiento tan arraigado a nuestra cultura, pero no imposible. Hace falta más información para normalizar la destrucción creativa.

Alba Lorente. Becaria de la Fundación Antonio Gala.
Dos piezas con sus estratos de la joven artista zaragozan
Archivo A. Lorente.

¿Sería una artista conceptual o una creadora a la que le importan muchos los soportes, la materia prima, las tintas, los estratos?

Van de la mano. Procuro que el concepto y la práctica artística estén íntimamente ligados. Le doy tanta importancia a la teoría, como al estudio de los materiales con los que trabajo y las distintas formas de manipularlos. Si hablo de destrucción y la carga teórica que ello implica, es porque simultáneamente trabajo estos conceptos sobre la obra.  

¿Qué es el arte para usted, qué carrera imagina?

Es una forma de ver, sentir, enfrentarse y explicar la vida, aunque suene a tópico. No podría trabajar en otra cosa con tanta implicación como lo hago con el arte. No obstante, y siendo realista, ganarse la vida como artista es complicado, y más con la crisis que se viene. Cuando termine el doctorado, me gustaría impartir clases en la Universidad, transmitir mis conocimientos a nuevos creadores y al mismo tiempo seguir haciendo obra, exponerla y venderla. 

Lleva un año en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. Ha pasado ahí el confinamiento. Empecemos por eso. ¿Cómo lo vive, qué ha supuesto?

Menos de un años. Desde octubre hasta mayo. Cuando empezó el estado de alarma, nos dieron la opción de volver a casa o quedarnos en la Fundación. Yo me quedé ya que quería seguir con mi proyecto y no quería perder la oportunidad de seguir trabajando en un lugar como este. Aquí el confinamiento se lleva bien, apenas lo he notado. Antes ya estaba horas y horas en el estudio sin salir a la calle. Tenemos amplios espacios de trabajo y, por suerte, estoy rodeada de grandes creadores con los que poder compartir tiempo.

¿Cuál es el balance de un año en la Fundación, que le ha aportado, qué ha aprendido?

Poder disfrutar de la beca de residencia de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores es un regalo. Ya no es solo el prestigio que otorga, sino que aquí sientes que tu trabajo y lo que estás haciendo importa. Poder hablar con otros creadores, compartir ideas o incluso embarcarte en nuevos proyectos conjuntos. Becas así son necesarias para los creadores que, por desgracia, no lo tenemos nada fácil. Por lo general tenemos que trabajar en otros ámbitos no artísticos para poder financiar nuestros proyectos y eso quita mucho tiempo y ganas, ya que acabas agotado al final del día. Aquí, en la Fundación, el tiempo es por y para crear. 

¿Qué pasa ahí en realidad, cómo se trabaja, quiénes son los maestros? 

Cada uno presenta un proyecto ya estructurado por lo que los conocimientos vienen de antes. Eso sí, tenemos tutores de literatura, poesía, música y artes plásticas. En mi caso, el tutor es Rafael Jiménez Reyes, artista y antiguo residente de la Fundación. Ayuda a orientar el trabajo, ver distintos enfoques y formas de realizarlo, todo ello respetando el trabajo individual y trabajando de tú a tú. 

Alba Lorente. Fundación Antonio Gala.
Alba Lorente prepara sus obras sobre la destrucción del arte en la Fundación Gala.
Archivo A. Lorente.

Usted lleva un proyecto, ‘Damnatio Memoriae’. ¿En qué consiste? ¿Lo has podido acabar?

Planteo un estudio acerca de la estética de la destrucción. Me centro en la investigación de la creación artística basada en la destrucción como método creativo y proceso de autoconstrucción, tanto en el arte como de uno mismo. Siguiendo esta fuente de inspiración, realizo dibujos y esculturas donde se aprecia el registro procesual y temporal basado en el propio soporte y la acción que es aplicada en él.Al ser una investigación de la práctica artística, es inagotable: no tiene fin.

¿Cómo que es inagotable?

Podría seguir con el proyecto toda la vida, pero sí, los objetivos presentados para la beca han sido alcanzados y gracias a eso los he podido ampliar para futuras investigaciones. Empecé trabajando en papel y cartón con unos métodos muy concretos. Ahora, estoy experimentando con otros materiales como la chapa y el lino, y también con mecanismos para tratarlos.

¿Y ahora cuáles son sus proyectos? ¿Volverá a vivir a Zaragoza?

A Zaragoza volveré en cuanto acabe la beca y estaré un tiempo, pero mi idea es viajar y seguir solicitando otras becas de residencia para dar visibilidad a mi trabajo y ampliar miras. 

¿Quiénes son sus referencias, los artistas en los que se mira? 

Como ya he dicho antes, mis mayores referentes son los artistas que participaron en la Exposición de Arte Destructivo y en el Simposio de Destrucción en el Arte. También Duchamp, Rauschenberg, Jean Tinguely, Lucio Fontana, y otros actuales como Cristina de Lucas o Angela Glajcar.

"A Zaragoza volveré en cuanto acabe la beca y estaré un tiempo, pero mi idea es viajar y seguir solicitando otras becas de residencia para dar visibilidad a mi trabajo y ampliar miras"
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