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Patxi Andión: de la pasión y la fama al aula y al olvido

Memoria del cantante y rapsoda de "voz sufrida" que encarnó al detective Carvalho de Vázquez Montalbán, que escribió las novela 'La virtud del asesino' y que daba clases de comunicación audiovisual

Patxi Andión.
Patxi Andión con Victoria Abril en 'Asesinato en el Comité Central'.
Archivo Heraldo.

Francisco Javier Andión González (Madrid 1947-Soria, 2019), Patxi Andión, era un artista a contrapelo, desubicado, alguien que se buscaba a sí mismo y su lugar en el mundo, y siempre parecía incómodo en su camisa o en su voz rasposa. Su vida no fue fácil: madrileño accidental, se formó y forjó en Euskadi y jamás se pudo olvidar de que varios de sus familiares habían sufrido el acoso del franquismo. Su padre combatió en el bando republicano y conoció la cárcel.

Y él, entre otras cosas, descubriría el aroma de la resistencia, se acercó a grupos como el FRAP, leyó mucho y un día, cuando era poco más que un adolescente, se reveló como un rebelde con causa. Empezó a hacer canciones hacia 1963, y en 1969 publicó su primer álbum ‘Retratos’. Ahora, justo ahora cuando acaba de morir en un accidente en Soria, se cumplía medio siglo, aunque ya lo celebró el año pasado con ‘La hora del lobicán’ (Lemuria, 2018).

Practicaba la canción protesta, con su peculiar voz desgajada, para algunos críticos también deslavazada. El cantante oscense Raúl Usieto ‘Pécker’ encontraba otra expresión: la de “voz sufrida”, que lo mismo abordaba la canción de amor y desamor, que la vindicación social, la crítica o la pura ironía. El tono hacía pensar en esas voces rotas de Tom Waits, Joe Cocker o Van Morrison, o el canario Benito Moreno, por tender algunas afinidades.

A pesar de estar un poco al margen de la corriente de la canción de autor, o canción protesta, en París conoció a Jacques Brel y aprendió mucho de él, como aprendió de Paco Ibáñez o de los poemas de García Lorca. Muchos años después, cantaría la ‘Oda a Walt Whitman’ en un disco coral, donde cantaban, entre otros, Angelo Branduardi, Leonard Cohen o Ana Belén. Con todo, puede decirse que nunca fue bien aceptado por la ortodoxia del momento de los cantautores. O, sin ánimo alguno de infravalorarlo, pertenecía a un segundo grupo de los compañeros de viaje de Serrat, Raimon, Llach, Paco Ibáñez, Labordeta y Elisa Serna, y pasó por distintas fases de popularidad.

En los años 70, a partir del 75 sobre todo con la representación y la película de ‘El libro del Buen Amor’ se convirtió en un hombre famoso. Y al año siguiente, tras un flechazo de guapos y turbulentos, se casó en mayo de 1976 con Amparo Muñoz, la Miss Universo de 1974, que haría una carrera también guadianesca en el cine y tendría una existencia borrascosa. Se casaron en la ermita navarra del señorío de Andión y la tarta de boda adoptó la forma de un caserío tradicional de chocolate.

Patxi Andión.
Amparo Muñoz y Patxi Andión en
Archivo Heraldo.

Patxi Andión tuvo varios éxitos. Pudo haber sido un cantante comercial y cuando mejor parecía irle se rebelaba con el sistema y contra sí mismo, mostraba una ira, no se sabe si real y teatral, y parecía volver al anonimato. Siempre anduvo así: en un vaivén entre la fama y el éxito, la incomprensión, cierta provocación también y el olvido.

Tenía algo de personaje de Dostoievski o de Unamuno, Y no dudaba en hacer canción salmodia, recitada, siempre con su peculiar voz. Hizo mucho cine, dos películas con su mujer Amparo Muñoz ('La otra alcoba' y 'Acto de posesión') y , fue un actor asiduo de las películas de ‘la tercera vía’, de Roberto Bodegas, firmó una veintena de discos, y publicó sus canciones, una novela (‘La virtud del asesino’, que fue adaptada al cine por Roberto Bodegas) y textos autobiográficos. Patxi Andión es uno de los rostros de Pepe Carvalho: lo encarnó en ‘Asesinato en el Comité Central’ (1982) de Vicente Aranda, y en dos series: ‘Páginas de sucesos’ y ‘Brigada Central’.

En los últimos, sin dejar de cantar, el autor de ‘Avemaría’, ‘Una, dos y tres’, ‘Si yo fuera mujer’ o ‘Samaritana’, entre otros éxitos, se retiró un poco de la vida pública y dio clases de sociología y comunicación audiovisual en la Universidad de Castilla-La Mancha. Patxi Andión ha sido uno de esos personajes complejos y ricos, un tanto irreductibles, que parecía perseguir sombras y que siempre se encontró con su propio tormento y con las ganas de resistir, aunque fuera con esa apariencia brusca o bronca de vitalidad. Al fin y al cabo cantó y vivió como si fuera un guerrero, tal como dijo un comentarista portugués de uno de sus conciertos. 

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