Olga Tokarczuk, la premio Nobel de 2018, llega a España con 'Los errantes'

Anagrama ofrece en España una novela muy coral, toda una enciclopedia del movimiento y del arte de contar, que la vincula con escritores como Danilo Kis, Kundera o Sebald

Olga Tokarczuk
La escritora polaca Olga Tokarczuk, ganadora del Premio Nobel de Literatura de 2018.
GUILLAUME HORCAJUELO

En ‘Triunfos del aretino’ Francesco Petrarca, el espejo tiene el valor simbólico de reflejar el yo ideal. La premio Nobel de literatura 2018, Olga Tokarczuk, tiene un hijo y los ojos grises. Si eso es su yo ideal, habría que preguntárselo a ella. Lo que seguro que anda cerca de su yo ideal es que su energía es generada por el movimiento. Con esa idea, ‘Los errantes’ –primer premio Man Booker internacional a una escritora polaca en 2018–, se convierte en un alegato entusiasta sin gritarlo a favor del desplazamiento, del rugido de un motor, del vaivén o del balanceo. O de cómo una variopinta gavilla formada por 116 relatos de cualquier medida y calibrada intención, se convierten en un cuadro que no admite ampulosidad ni imposturas.

La poeta y, psicóloga en otros tiempos, escribió hace doce años este texto que ahora nos llega traducido. Y si hace doce años pocos podían presuponer que sería carne de Nobel, saber que le quedan unos cuantos años de escritura, y ya está traducida a una treintena de lenguas, conlleva una alegría sincera a todo buen lector. Por ahora, el descubrirla, como muchos hacemos, con esta obra –que nos perdone la editorial Siruela, ‘Sobre los huesos de los muertos’ (2016)–, acarrea la experiencia sensorial de saber que se escribe desde la verdad callada de la experiencia. En su caso, la de la eterna trasladada. Como se traslada el agua.

Lo demuestra su relato ‘Agua’, material de aprendizaje para pulir la escritura. O el relato que da título al volumen, cuerpo central de la obra. ‘Los errantes’ o de cómo Ánnushka, personaje del relato, y su obrar en el metro de Moscú dispara el criterio, la mirada y la evocación de Tokarczuk para que comprendamos lo que significa la reflexión en quien no echa raíces.

Olga Tokarczuk.
La escritora polaca, autora de 'Los errantes', Premio Man Booker Internacional, entre libros.
Efe.

Pero aunque hablemos de movimiento continuo, pisemos el freno un momento y reflexionemos. O mejor, dejemos que sus líneas iluminen y sirvan de más. «Le sorprendía que las personas tuviesen esa tendencia a visitar los lugares de su juventud por voluntad propia. ¿Qué buscarían, de qué se cerciorarían: de que habían vuelto a pisarlos? ¿De si habían hecho bien en abandonarlos? Tal vez las empujaba la esperanza de que el recuerdo exacto de los lugares de antaño funcionara como una cremallera, creando una sutura metálica que, diente tras diente, uniera el pasado y el futuro en una superficie estable». Aunque si todavía cabe calmarse un poco más, aquí llega a impregnar esta pincelada. «En la visita anterior le llevé mapas, pues había oído que nada curaba tan bien la melancolía como la contemplación de mapas».

Con los mapas y su eterno desplazamiento, la polaca establece un imprevisto equilibrio entre el movimiento y la plasmación del mismo, la cartografía. De forma que ‘Los errantes’ se convierte en un seductor alegato a desplazarse, a reformular las miradas perezosas que todos tenemos y que nos marca el entorno o el calendario. Aquí se indaga en las formas del formato, o en lo que la estática actividad de leer puede provocar para moverse. Ironías, contrasentidos o balanzas; lo que es seguro es que su lectura sí que de verdad aporta luz. O que sus letras, que hablan del movimiento, podrían tener la música de Bob Dylan: «Busco mi hogar en mi camino», y nadie saldría perdiendo ni más galardonado.

Porque al margen de oropeles y los chascarrillos que conllevan, nadie puede negar ya que su literatura es merecidamente premiada. No es poco para estos tiempos de impostura, y que beba de autores como Danilo Kis, Kundera o Sebald; solo significa que no hay discusión sobre lo que puede tocar la verdadera literatura.

Conciencia que se convierte en atemporal como en el relato Preservación polimérica, paso a paso, donde se señala que «se prepara el cuerpo para la autopsia de manera tradicional, empezando por drenar la sangre».

Algo tan sencillo y lógico que al leerlo aún sorprende que nos sorprendamos al leerlo. Esa es una de las bazas de su prosa, que parezca que no es nada, que estaba ahí, y sin embargo, nadie lo había visto. Como cuando en sus viajes por cualquier lugar, ve lo que nadie observa. Mira lo que la historia ha contado, desde la taxidermia a la disecación de la pierna de Verheyen en el XVII.

Y si alguien se marea pensando en esto, sus líneas pueden aclarar algo más. «Pero sé que solo la inquietud y la incertidumbre inducen a escribir en bolsas de mareo. Ni la derrota ni el mayor de los éxitos estimulan la escritura». Aunque la obra de Petrarca se titule ‘Triunfos’. De lo que no hay duda es de que a partir de ahora y dentro de diez lustros, se seguirá leyendo a Petrarca y a Olga Tokarczuk. Cuestión de tiempo, eso que tan bien reflejan los espejos.

Olga Tokarczuk.
Portada de 'Los errantes'.
Archivo Heraldo.

LITERATURAS EUROPEAS

'Los errantes'. Olga Tokarczuk. Traducción de Agata Orzeszek. Editorial Anagrama. Barcelona, 2019. 386 págs.

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