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Fernando Savater: "El amor es algo que va por dentro y no se puede describir"

En la última. El escritor y filósofo donostiarra presentó ayer en Ibercaja 'La peor parte' (Ariel), el libro de homenaje a su mujer Sara Torres, "lo más grande que me ha pasado en la vida: conocerla y perderla", dice

Fernando Savater acudió el viernes a Zaragoza y dialogó con Luis Alegre.
Fernando Savater acudió el viernes a Zaragoza, a Ibercaja, y dialogó con Luis Alegre.
Toni Galán.

¿Es ‘La peor parte’ el libro más complicado y más duro que he escrito o es, y perdone la aparente crueldad, el más gozoso?

Gozoso no, la verdad. Ha sido necesario, he sentido la necesidad de escribirlo porque se lo debía a Sara Torres, mi mujer, porque me pareció que me sugería en un momento que lo hiciera…

¿Hablaron del tema, quiere decir?

No, no. Como ella no podía dormir charlábamos muchísimo. En uno de esos momentos en que hacíamos balance de la vida, dije: “¡Qué cantidad de cosas podíamos contar!”. Y ella contestó: “Si tú no lo cuentas, creo que nadie lo contará”. En ese momento aún no sabía la deriva tan dramática que iba a tener su enfermedad. Luego, poco a poco, con el paso de los días, tuve la sensación de que la frase encerraba una cierta petición. Y, además, por otra parte, también sentía la necesidad por respecto a mis lectores, porque yo he introducido muchos temas autobiográficos en mi obra, debía contarles lo más grande que me ha pasado en la vida: conocer a Sara y perderla.

Creo que iba a impugnar la idea del gozo.

Gozo no he tenido. Sí, un cierto alivio cuando lo he terminado. Quizá lo podría haber hecho mejor.

Bueno, lo ha escrito con sus pulsiones más sinceras.

-Sí, es cierto, pero eso a mí me parece que es mala carga para escribir. Me interesa mucho ‘La paradoja del comediante’ de Diderot, que dice que los buenos actores son los que no sienten el papel. Los actores que sienten el papel, lo hacen fatal, arrebatados de pasión. Cuando verdaderamente estás sufriendo por algo y tienes una persona en la cabeza, escribir con propiedad -sin caer en la cursilería y en el latazo…- es complicado.

¿Hay en ‘La peor parte’ algo de autoficción?

-No. No. Detesto la autoficción. Puedo equivocarme, la memoria puede traicionarme, lo que cuento es sincera y lealmente lo que yo recuerdo. No hay ficción.

Vivieron 35 años de amor y convivencia y de dolor. Hablemos de la felicidad.

El libro no trata de mis sufrimientos. No soy tan egocéntrico para suponer que la gente está interesado en saber si estoy contento o alegre. Hablo de cómo vivimos juntos, de las cosas que hicimos, nuestra vida también fue importante en el terreno político, estuvimos muchos años con escolta, y hemos conocido el miedo. Y hablo de cómo era ella. No solo hay amor sino también admiración.

¿Era tan alegre y luminosa como dice? Tenía carácter y se peleaban...

Sí, sí. Sara tenía un carácter tremendo. Ella era una persona que había pasado una infancia mísera, con privaciones, y estaba un poco traumatizada por ella. Y eso le había marcado, pero por otra parte ella tenía un lado casi infantil, disfrutaba mucho, y fue eso lo que nos unió. Podíamos hablar de Thomas Bernhard y Dostoievski, pero también sentarnos a ver una película de dinosaurios y de aventuras. Y éramos felices.

Entre los miles y miles de instantes o de estampas, ¿con cuál se quedaría?

Con una que quizá a nadie le diga nada: verla en la playa de San Telmo, en Mallorca, avanzar segura sobre la arena con un albornoz desgastado.

¿Cómo ha vencido el pudor?

He escrito el libro como si ella se asomase por encima de mi hombro…, y solo me ha preocupado el pudor de ella, el mío no. Creo que salvo pequeños detalles habría aplaudido el libro. He preocupado no caer ni en el exhibicionismo ni en el mal gusto.

Usted hace confesiones de algunas infidelidades.

Existieron. No es que se las revelase siempre, hay que ser un poco prudente también por una cuestión de elegancia. No he hecho nunca ostentación y he intentado que todo eso no afectase a la relación. Una cosa es el Amor, el amor con mayúscula, y otra una aventura de un fin de semana. Siempre he pensado que tener que estar enamorado de una mujer para acostarte con ella es como tener que estar enamorado de la cocinera para degustar sus platos. Me parece una cosa completamente absurda.

Fernando Savater.
Sara Torres y Fernando Savater en 2014, en Finisterre (La Coruña).
Archivo Savater/Torres.

¿Cómo define el amor?

Intento decir que el amor, como es algo que pasa por dentro, no se puede describir. El amor es todo interior y no hay manera de describirlo desde fuera. Si hay que buscar una definición, le diría que el amor es lo que te da un objetivo en la vida. Yo cuando vivía con ella sabía porqué hacía las cosas: escribía para darle gusto. Ahora todo me da igual. Tengo que fingirme entusiasmos y pasiones porque no las tengo. Desde que ella se ha ido no hay día que no llore ni creo que pasen cinco minutos sin pensar en Sara.

¿Cómo le ha contado la repetición de las elecciones y el pacto urgente que se acaba de hacer, en caso de que se lo haya dicho?

Ahora cada vez que abro y leo el periódico, me digo: “A ver qué dice Sara cuando lea esto”, como si no me acordase que ya no está, que se murió en 2015 tras nueve meses de sufrimiento. Pero en fin, le he dicho lo que decimos todos: que vaya papeleta la de esta pareja que se ha unido. Sánchez es un falsario de arriba abajo, y un mentiroso compulsivo, y que hace cualquier cosa por estar en ahí, e Iglesias creo que no miente, creo que dice la verdad y eso es peor todavía con las ideas que tiene.

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