ocio y cultura

Miguel Ángel Berna: "Hoy le pondría flores a José Oto y a mi bisabuela Fabiana"

El bailarín, nacido en Zaragoza en 1968, ofrecerá el día 9 un gran espectáculo de danza, música y arte, en el Príncipe Felipe, con más de 100 colaboradores

Miguel Ángel Berna.
Miguel Ángel Berna ofrecerá el sábado 9 de noviembre la función más ambiciosa de su carrera.
Guillermo Mestre.

¿A quién le pondría flores hoy en el cementerio?

Si me voy al cementerio de Montaña, donde tengo muchos familiares enterrados, pensaría en mi bisabuela Fabiana, cuando despidió a su marido. Hizo de todo: llorar, gemir, desesperarse. Se lamentaba como una Magdalena, ¡ni se lo puede imaginar! Menos tirarse de los pelos hizo de todo. Era un show. Llegué a casa y estaba bien: se había descargado. Me impresionó. Tenía ocho años. Mi bisabuela murió, nonagenaria, cuando yo tenía 20 años o así.

¿Y si se fuera al cementerio de Torrero por quien rezaría?

Por José Oto. No sé por qué. No lo conocí, pero siento una conexión muy especial con él e imagino que viene de la jota. Lo he oído mucho: con ‘La fiera’, jota de la que él era un maestro absoluto, gané muchos concursos en los años 70 cantando, en barrios, en Alfamén, Alborge, Embid de la Ribera, etc. Conservo la cinta de casete de los 70 donde lo he oído cientos de veces. Es una joya. Ya ve: hoy le pondría flores a José Oto y a mi bisabuela Fabiana.

Celebra 40 años de carrera el día 9. ¿A quién le debe más?

No sabría decírselo. Con ese concierto, que es una fiesta donde uno podrá encontrarse a sí mismo, de lo que se trata es de hacer balance y seguir en el camino. A mí me gustaría dejar un legado, un patrimonio cultural: querría ser como el eslabón perdido entre los mayores y la juventud. Que hubiera entendimiento. Nuestro trabajo es una semilla.

¿Qué quiere decir?

El concierto de tres horas será como plantar un olivo, ese árbol simbólico de Aragón. Luego hay que mimarlo, y ver cómo crece.

¿Piensa en la retirada?

No. No. Todavía no. Físicamente estoy bien, tengo ideas, tengo sueños, y creo que nunca dejaré de bailar, aunque sí abandonaré el escenario en algún momento.

Manuela Adamo.
Manuela Adamo es bailarina, investigadora y productora de la compañía.
Aránzazu Navarro

De acuerdo. ¿Le ha influido alguien más de manera especial?

Sí, claro. Mucha gente. Mi familia, que me ha arropado desde que era niño y me ha entendido, y mi mujer, Manuela Adamo.

¿Qué nos querría contar de ella? ¿Cómo se conocieron?

En 1997. De una forma graciosa, en Roma, en una fiesta y en un baile normal. Me había ido de España, en crisis, y viví un tiempo en Roma. Volví poco después, ya sabía lo que quería, a ella, y ahí empezó todo. Un día me dijo: «Aquí en Italia no tienes nada que hacer. Me parece que debías volver a España». Así lo hice.

¿Qué es para usted la jota?

No sabría decírselo. No me gustan las definiciones, los corsés. Para mí la clave es la transmisión, es lo que no se ve pero que atraviesa el tiempo y el corazón de la gente, y llega hasta nosotros. Querría que la jota, como le sucede al rap, saliese de los escenarios y llegase a la calle.

¿No logra desembarazarse de la jota, pues?

Trabajo por la jota del siglo XXI. E intento desposeerla de arquetipos y de tópicos. Querría encontrar mi libertad en ella, evolucionar, y desarrollar la capacidad de renovarla con pasión y esfuerzo.

El flamenco es básico en su vida. ¿Le habría gustado hacer lo que ha hecho Rocío Molina con un cuadro de Lita Cabellut?

Eso o cualquier cosa creativa. Me encantaría colaborar con ella, y además es paisana. Aragonesa. He bailado con Rocío Molina y nosotros no solemos trabajar este tipo de cosas. Los artistas colaboramos poco. El arte necesita estar unido, dialogar.

Dice que es mediterráneo…

Me gusta la mezcla, la conexión de la cultura a lo largo del mar, que es azul y que conecta Oriente y Occidente, esos dos mundos. Siempre persigo el equilibrio.

¿Se asusta si piensa en el día 9 de noviembre y en en Príncipe Felipe?

No. Este es un espectáculo de jota, flamenco, percusiones, voces y bailes, los ecos del mudéjar, conexiones con Cajal, tan moderno, con un poco de heterodoxia.

La música es muy importante...

He trabajado muchos años con Alberto Artigas, y él sigue ahí haciendo grandes creaciones musicales. La música es una parte decisiva y este ha sido, está siendo, un trabajo muy hermoso. La belleza es libre y no tiene límites. Es una función sobre la vida de la gente y lo que nos concierne.

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