entrevista

Amaral: "‘Salto al color’ gira en torno a la búsqueda de la identidad y la felicidad"

El nuevo disco de Amaral, octavo grabado en estudio, tiene en la electrónica su base instrumental

El nuevo disco de Amaral se titula 'Salto al color'
El dúo aragonés acaba de publicar un nuevo disco
Luca Piergiovanni/EFE

Amaral ha saltado al color de la música. Para otros, al vacío, en un disco que transita por caminos trillados como el del house y la electrónica más convencional. Canciones en algunos casos irritantemente machaconas, caso de ‘Señales’, pero potencialmente arrasadoras para el baile. Que en esencia, según ellos mismos confiesan, esto es lo que les gustaría escuchar y bailar. Afortunadamente dos grandes piezas, ‘Peces de colores’ y ‘Nuestro tiempo’, se salen de esas rodelas averiadas. Es el disco –duele señalarlo– más decepcionante de toda su carrera, pero ellos están muy satisfechos con él, lo defienden con uñas y dientes.

Pese a los muchos hijos que alumbró ‘Nocturnal’ –sesiones solares y directos–, la realidad es que desde 2015 no hay disco nuevo de Amaral en estudio... Mucho tiempo

JUAN AGUIRRE: Siempre intentamos grabar tan pronto como tenemos las canciones terminadas. En ese caso nos embarcamos en ‘Nocturnal’, la gira más larga y ambiciosa que hemos hecho por búsqueda sonora y sobre todo por el montaje visual. La vivimos como un gran reto y acabó con la grabación de un concierto en directo.

EVA AMARALl: También creo que debemos aprender del pasado, de lo que han sufrido otros músicos y bandas, que acabaron separados, psicológicamente destrozados, bailando al son que dictaba la industria o la prensa y gestionando bastante mal sus egos. Sin vidas propias para algo tan sencillo como leer, pensar, estudiar cosas nuevas, viajar o estar con la gente que quieres. Para hacer música lo primero que hay que hacer es vivir.

La sorpresa del disco, pese a escarceos anteriores como la misma ‘Estrella de mar’, es el basamento electrónico-house. ¿Qué ha determinado este nuevo camino, ya transitado profusamente, verbigracia, por Fangoria, por no bajar mucho más el nivel de nombres?

J. A: Creo que ha sido una evolución natural. Hay infinidad de música de todos los géneros que hemos descubierto y que nos entusiasman. La revolución digital ha ampliado el espectro sonoro. Para mí ha sido una aventura excitante utilizar instrumentos y formas de escribir nuevas. Tecnología mezclada con todo tipo de guitarras. Para nosotros lo más importante son las canciones y lo que necesitamos expresar con ellas.

E. A.: También es una manera de expresar que hay músicas increíbles y válidas más allá del mundo anglosajón. Además, siento que los ritmos house son como una explosión de vida y un vehículo para expresar amor. Hay algo físico en compartir el pulso de un ritmo y la cadencia de las guitarras con el público como si desaparecieran las distancias entre el escenario y una enorme pista de baile.

El disco posee un enfoque que en estos tiempos generará pingües beneficios comerciales, pero es un enfoque obsoleto, demasiado trillado, falto de imaginación, que precisamente no es la norma de Casa Amaral…

J. A.: Cuando estamos grabando o escribiendo solo pensamos en aquello que necesitamos escuchar. No nos importa si es arriesgado o si no lo hemos hecho antes. De hecho, nunca hemos repetido fórmulas sonoras por el hecho de que hayan sido exitosas. No hay mayor placer que llegar a un lugar por primera vez. Y una vez allí, compartirlo con la gente. Es una manera de devolverle a la música y al público todo lo que nos ha dado.

E. A.: El enfoque era hacer el disco que nos gustaría escuchar y que nos gustaría bailar.

En ‘Peces de colores’, la más sensible y bella de las canciones, son las cuerdas las que suplantan a las programaciones, pero aún así hay un leve atisbo. Como ocurre en otra de las mejores melodías del disco, ‘Nuestro tiempo’. Suena a fijación electrónica…

J. A.: La esencia de ‘Peces de colores’ surgió antes de un concierto en Málaga. Recuerdo que la melodía principal se nos ocurrió en los camerinos, tocando por primera vez una guitarra flamenca que compramos en el taller de un constructor malagueño. Tiene que ver con la inocencia de poner las manos por primera vez en un instrumento que no conoces.

E. A.: La letra de la canción está inspirada en la lucha de Gabriel, un adolescente transgénero valiente y con las ideas muy claras. En él nos vimos reflejados a la hora de escribir la canción con la idea de que todos somos mucho más de lo que se ve por fuera.

En la misma ‘Peces de colores’ hay, por cierto, un piano inadecuado, cuando la canción, como en ‘Lluvia’, está pidiendo uno de cola en toda su sonoridad…

J. A.: Cambiamos la guitarra flamenca por un arreglo de piano que es la columna vertebral de la canción. Nos encanta cómo se mezclan el piano y la orquesta de cuerdas con los sonidos metálicos e industriales de la base. Creo que es una de las interpretaciones más espectaculares del disco por parte de Eva.

Hasta la rumba ‘Bien alta la mirada’, pasa por la batidora de los beats graves y las programaciones…, ¿Rosalía a la vista?

J. A.: La canción surgió hace tiempo, durante la gira de 2017, con la idea de mantener la mirada alta y limpia frente a un mundo a veces desconcertante. Es imposible tocarla sin sentir ganas de bailar. La voz flota sobre un ritmo de ‘dancehall’. Empezamos a escuchar artistas de reggae y dub durante un viaje por Argentina. Durante ese viaje descubrimos a Walter Ferguson, un músico portorriqueño tradicional que nos alucinó.

E. A.: Nos recordó a la primera vez que grabamos en Brixton, un barrio en el sur de Londres de mayoría jamaicana. Allí fue la primera vez que entramos en contacto de lleno con la música electrónica y los ritmos de R&B y jamaicanos. Rosalía es una gran artista. También nos encantan Silvia Pérez Cruz, Lorde, The XX London Grammar, Charlie XCX, Hot Chip, Burial, Robyn, Disclosure... Bandas y artistas que utilizan todo tipo de instrumentos, donde mujeres y hombres conviven de una forma natural y donde las fronteras entre los géneros han caído. Son propuestas muy lejanas a la cultura rock clásica de bandas compuestas casi siempre por hombres, donde los esquemas sonoros se repiten de forma a veces aplastante.

Esta irrupción del flamenco, con ‘Bien alta la mirada’ y ‘Soledad’, está más visible que nunca en Amaral, tras aquel ‘No soy como tú’, con Morente. Hay como una subrepticia renuncia o solapamiento de Aguirre a sus guitarras de siempre (excepción notable: ‘Entre la multitud’).

J. A. Tenemos un respeto inmenso por la cultura flamenca, amigos que son flamencos por derecho y que forman parte de ese mundo. Si algo de ese mundo nos influye lo dejamos que fluya con respeto y sabiendo que nosotros crecimos con el rock y el pop. En ‘Soledad’ la guitarra flamenca aparece en una parte de la canción de la mano de Víctor Iniesta, un guitarrista amigo que fue miembro de El Bicho. Su guitarra suena en primer plano junto a la mía, que hace ambientes con eco por debajo. Para mí todo ello está al servicio de la voz inmensa y emocionante de Eva. Estoy deseando tocarla en directo.

Curiosa entrada con coro en ‘Juguetes rotos’, que se piensa: oh, el modelo Rolling de ‘You Can’t Always Get What You Want’… para enseguida desplomarse con un ritmo a lo Status Quo de ‘Forever You Want’ con electro batería…

J. A. Tenemos una gran tradición de música coral en nuestro país. No creo que haya que ir a buscar referencias corales a ninguna banda británica.

E. A.: En concreto, el coro de ‘Juguetes rotos’ es el Diversity Youth Choir, un coro de jóvenes entre 12 y 17 años. Forman parte de un proyecto social que integra culturas a través de la música. Fue una experiencia preciosa invitarlos a nuestro pequeño estudio en Madrid. Nos contagiaron de ilusión y energía positiva para el resto de la grabación de ‘Salto al color’.

Claro que la sorpresa mayor es ese delicado guiño vigués del inicio, que luego no cuadra en absoluto con el resto del disco, ¿a qué se debe este contraste?

E. A.: ‘Ondas do mar de Vigo’ es una cantiga medieval del trovador Martín Códax. La conocíamos a través de nuestro grupo de amigos gallegos, pero fue el mismísimo Carlos Núñez quien nos planteó hacer una versión de la misma. Vivimos momentos mágicos en el estudio. Yo no podía contener las lágrimas de emoción escuchándolo. Es uno de los músicos más grandes que he conocido, además de un verdadero estudioso de las músicas antiguas.

¿Y haber investigado en la electrónica vía otros caminos menos tópicos, no ya de King Crimson o Tangerine Dream, como sugiere ‘Halconera’, pero sí en el de Mike Oldfield en ‘The Songs Of Distant Earth’ o Flaming Lips en ‘The Soft Bulletin’ o ‘Yoshimi Battles...?

J. A.: Yo siento que ‘Halconera’ es un poema en sí mismo. Queríamos que la letra y la voz estuvieran arropadas por una especie de sonido celestial. No hay guitarras de ningún tipo y personalmente estoy muy orgulloso de haber renunciado a tocarlas en esa canción. Creo que la música es un mundo muy amplio con sonidos maravillosos por descubrir en todos los continentes.

Se echa de menos un buen productor, un buen arreglista, un guía de escuchas y creación…

J. A.: Para mí la producción de un disco tiene algo de misterioso y casi espiritual y se concreta en que la voz te envuelva y los sonidos que van pasando te impacten. En ese sentido siento que ‘Salto al color’ suena grande, abierto, físico y espiritual a un tiempo. Pienso que la música nos ha hecho viajar y nos ha enseñado lugares y culturas distintas. En tu mano está cerrar los ojos a todo eso o intentar devolverle a la gente que lo que la música nos ha dado. Para mí esa es la esencia de ‘Salto al color’.

Es que casi no hay canción que se libre del bombardeo de las dichosas programaciones. En síntesis y quizá no como broma, ¿extrañaría ver de nuevo a Amaral en el próximo Arenal Sound y hasta en el Sonar?

E. A.: Pues hombre… fuimos cabezas de cartel en el Arenal Sound durante la gira de ‘Nocturnal’ y lo recuerdo como un gran concierto. El sonido fue estupendo, acabamos bailando encima del escenario en algo así como una especie de gran ritual colectivo. El concierto fue multitudinario pero daba la sensación de que estábamos tocando en una pequeña sala porque la audiencia estaba increíblemente metida en el escenario.

J. A.: Somos hijos de la revolución digital y queremos aprender de cualquier forma de expresión.

¿Existe la misma uniformidad de guión narrativo que existe en lo musical?

E. A.: El disco entero gira en torno a la búsqueda de la identidad y de la felicidad. A la reafirmación de quién eres y cuál es nuestro propósito en este mundo. A caminar sin complejos con la cabeza bien alta más allá de prejuicios.

EVA Y JUAN: Nunca pensamos en un hilo conductor a la hora de escribir las canciones. Más bien, una vez que el disco está terminado, intentas explicarlo y te das cuenta del espíritu que puede animarlo. En el caso de ‘Salto al color’ hay un intento de explorar sonidos. Y respecto a las letras, muchas de ellas hacen referencia a elementos esenciales de nuestras vidas. Nuestra capacidad para dar amor y recibirlo. La propia identidad de cada uno de nosotros, con nuestro pasado y nuestra manera de estar en el presente. Hay muchas canciones que hablan de defender esa identidad y de mirar al futuro. Imagino que en el futuro nos daremos cuenta de más aspectos de las letras, como si fuéramos al psicoanalista.

¿No están los tiempos actuales, por cierto, más encrespados y atascados como para volver con una nueva ‘Ratonera’? ¿Cómo veis el tiempo político y social en que aparece ‘Salto al color’?

E. A.: Creo que nos enfrentamos como planeta a un reto inmenso acerca de si el mundo que dejemos a nuestros hijos va a ser habitable. Esto, que es tan fácil de decir, es el mayor reto que tenemos como seres humanos.

J. A.: Bosques que arden a gran escala en Amazonía, en Canarias, en Siberia. Calentamiento global y continentes helados que se disuelven como azucarillos. Somos muchos los que sentimos que nos asomamos a un gran precipicio. Es un reto que trasciende fronteras y continentes, por eso creo que debemos aprender a comprender otras culturas, otros idiomas, otras mentalidades y olvidar para siempre nuestro ‘occidentalcentrismo’.

Eva anda con el ballet… ¿Se trasladará esta afición al escenario?

E. A.: La verdad es que comencé a tomar clases de danza contemporánea simplemente por el placer de bailar y como algo personal. Siempre me ha fascinado el mundo de la interpretación y del movimiento. No pretendo ser bailarina, pero para mí los momentos en los que bailo son tremendamente liberadores, y en este disco queríamos hacer llegar esa sensación al oyente. Tanto en lo musical como en lo visual está muy presente ese concepto artístico. En escena queremos provocar una tremenda descarga de energía a través del color y del movimiento.

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