Ocio y Cultura

Notas costumbristas (29)

El controvertido don Julio Cejador y Frauca

Destacados personajes de la cultura de principios del siglo XX lo tacharon desde "erudito loco muy simpático" hasta "crítico y filólogo a la vinagreta".  

Julio Cejador y Frauca.
Heraldo.es

Pocos personajes encontraremos en Aragón tan controvertidos y pintorescos como don Julio Cejador y Frauca. Fue jesuita desde 1880 hasta 1899 -año en que, ya ordenado sacerdote, abandonó la Compañía de Jesús-, profesor de griego en Deusto y catedrático de latín en la Universidad Central de Madrid. Su teoría más disparatada fue que el euskera era el auténtico idioma ibérico y que el castellano, que habría nacido de él y del latín, lo habría ido arrinconando hasta dejarlo circunscrito al País Vasco. Naturalmente esa teoría no fue aceptada ni respetada por casi nadie -Américo Castro le obsequiaba con feroces reseñas filológicas desde la “Revista de Filología Española”- y ello representó la gran tragedia de su vida. Pero él, aragonés testarudo, orgulloso y altanero, nunca rectificó: “Mi gloria fue siempre mi hallazgo, aunque no fuese reconocido ni estimado”, escribió en su autobiografía. No dejaba indiferente a nadie: para Gómez Carrillo fue un “un erudito loco muy simpático”, Eugenio Noel lo calificó de “bonísimo, sincero e inofensivo”, Azorín lo quiso siempre, Ricardo del Arco lo definió como “la franqueza aragonesa andando” y, como buen aragonés, poco amigo de etiquetas, zalemas y empalagos, y Mariano de Cavia creía que era un gran filólogo -“insigne gramático” lo llamó un día en “El Imparcial”- y pidió para Cejador una cátedra de euskera en la Universidad Central. Por el contrario, Astrana Marín lo llamaba “crítico y filólogo a la vinagreta”, “canalla frailuno”, “ladrón de sotana" y “sinvergüenza”, Unamuno decía de él que sus obras tenían de todo menos de ciencia, y Alberti contó en sus memorias que sus obras fueron condenadas a la hoguera en los fastos gongorinos de 1927. Escribió también tres novelas que leí hace años: Oro y oropel, Mirando a Loyola y Trazas del amor. Leerán otras igual de malas. Imposible encontrarlas peores.

Consulte aquí las Notas Costumbristas de José Luis Melero.