los dioses también mueren

Zuloaga, pintor nacido del trabajo y el sacrificio

El doctor Blasco Valle se mete en esta entrega en la piel del pintor Ignacio Zuloaga, hablando de su arte
o de su apoyo al franquismo, con fragmentos de una carta que escribió en 1939 a una coleccionista.

Autorretrato de Ignacio de Zuloaga pintado en 1942.
Autorretrato de Ignacio de Zuloaga pintado en 1942.
HA.

Pintar es cosa de valentía. Yo no pinto sutilezas ni veladuras como mi amigo Joaquín (1). Yo no pinto el aire, a mí el aire solo me interesa para respirar. Yo no hago bodegones para colgar en las paredes de las señoras burguesas. Yo retrato tipos feos, con ojos coagulados arropados en el marrón de la vieja Castilla. Mis dioses, Velázquez y el Greco, ya no lo son Monet ni Degas aunque sean mis amigos.

Mi obra es de un oscuro brillante porque nací entre el chirimiri de mi Éibar natal y porque desde pequeño sorbí la herrumbre del taller donde mi padre y mi tío moldeaban hierro y forjaban armas, marcos y calderos.

¡Mi padre! Mi buen padre, que quería un ingeniero y tuvo un hijo más bien prófugo, que se fue primero a Roma y luego a París. ¡Qué feliz! Con Santiago, con Ramón (2), con Degas y con el bueno de Toulouse-Lotrec, con el que siempre me encontraba incómodo, porque de pie me llegaba a la bragueta y me decía…: "¡Vazco! ¡Vazco! ¿Te has meao? ¡Te has meao!". Fueron buenos tiempos pero, ¿cuántos se quedaron en el sueño? Yo, al final, lo he logrado. Soy yo. Puramente yo. Me he librado del influjo de los demás y puede que no triunfe pero seré yo.

Desde aquel París han pasado varios lustros y he trabajado en Sevilla, en Ávila, siempre buscando colores nuevos, creando tonos crudos, fantaseando con la realidad. La gente cree que mis cuadros brotan de la improvisación. Nada más erróneo, salen del trabajo y del sacrificio. De largas horas de estudio y de mezcla de colores para neutralizarlos en su esencia chillona.

Me gusta el vino tinto y me apoyo demasiado en los cigarrillos. Fumo mucho y, a veces, me duele el hombro izquierdo, sobre todo si subo las escaleras deprisa (3). En realidad, he sido y soy austero. Y eso que he ganado mucho dinero, pero no lo empleo en tonterías; por ejemplo, lo uso para rehabilitar la casa natal de Goya que, para vergüenza de la administración, está en el olvido y a punto de caerse en Fuendetodos. También para comprarme dos Grecos. Tengo la cabeza de un buen vasco y me siento muy español y he viajado por todas las tierras de mi patria, pero ya tengo mis años.

He perdido peso y me canso enseguida. Ya no haré nunca más grandes formatos como el que me ha pedido el Gobierno para describir los motivos de la guerra. ¿Motivos para una guerra? ¿La guerra? ¿Qué guerra? La primera, la civil, la segunda... Todas han significado la muerte, pero lo que nos han hecho los Estados que se creen democráticos y el bloqueo que ahora nos imponen ha sido una burla, fingiendo apoyar al clan soviético y sabiendo lo que de verdad sucedía. Gracias a Dios y a Franco se ha acabado la pesadilla. Los que querían desmembrar nuestra patria han sucumbido. Hay que reconstruir España, españolizar España y conservar nuestra personalidad.

Ahora, ya cansado, haré retratos, pintaré a Ortega y Gasset, a Ramón María del Valle Inclán, a Marañón. Mis buenos y cultos amigos. Pero este dolor en el pecho no me deja ni dar dos chupadas al puro. Debo instalarme pronto en el estudio de las Vistillas porque vivir en el hotel se me hace pesado y morir en él sería una vergüenza para todos.

(1) Se refiere a Joaquín Sorolla, junto al que triunfó en América en 1909 con solo unos meses de separación abarrotando ambos los salones de la Hispanic Society de Nueva York.

(2) Santiago Rusiñol y Ramón Casas, con los que mantuvo amistad duradera.

(3) Estos síntomas se manifiestan cuando existe angina de pecho, es decir dificultad para el paso de la sangre por las arterias que riegan el corazón; y que son preludio de un posible infarto y secundariamente la muerte.

Un infarto de miocardio tras varias anginas de pecho

Ignacio de Zuloaga no pudo trasladarse a su estudio de las Vistillas en Madrid. Murió en el hotel donde se alojaba en 1945 con 75 años por un infarto de miocardio tras haber padecido varios episodios de isquemias miocárdicas (anginas de pecho).

José Ortega y Gasset, refiriéndose a él, y criticando su adhesión a Franco dejó escrito: "En la edad del impresionismo, pinta Zuloaga como un clásico; en la edad del colorismo, Zuloaga dibuja; en la edad del realismo, Zuloaga inventa sus cuadros. Por otro lado es Zuloaga colorista, realista, impresionista...

Sabido es que Ignacio de Zuloaga se ha declarado enemigo de la doctrina europeizadora que en formas y tonos diferentes defendemos algunos. Por lo tanto, Zuloaga es nuestro enemigo. Pero ahora no se trata de discutir doctrinas; ante la obra de arte, las discrepancias teóricas sobre historia y política deben enmudecer."

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