OCIO Y CULtura

Los 70 o la fascinante España del cambio


El periodista y fotógrafo Xavier Gassió publica, en el sello Arzalia, una ‘Crónica ilustrada’ de esa década que transformó España y aceleró la llegada de la modernidad

España de los 70.
El 600, utilitario mítico y coquetón, sirvió para muchas cosas.
Archivo Arzalia.

España se aceleró en los 70. Decidió borrar, casi de golpe o de susto, su larga noche de piedra. De piedra, de miedo, de confesionario y de aquella Semana Santa lóbrega, donde casi no se podía respirar ni jugar al futbolín.

‘¿Qué fue de los 70?’ es el título de una publicación fresca, visual, dicharachera y con mucha información que publica Xavier Gassió, en el sello Arzalia, con el subtítulo de ‘Crónica ilustrada de los años del cambio’. La narradora y periodista Pilar Eyre firma el prólogo y dice que Gassió “no es un escritor, ¡es un estilo, es una biblioteca entera!”.

Quizá tenga razón porque este fotógrafo y periodista cuenta un montón de cosas, curiosidades, avances y paradojas, muchas primeras veces -incluida la que debió ser la suya, en el terreno sexual, hasta que la joven rubia dijo que llevaba, sí, un preservativo para el dedo 21-, y no huye de la autobiografía: por ahí andan sus viajes a París o una fiesta de ‘Ajoblanco’, que más bien derivó en orgía y dejó a una pareja de amantes al desnudo, tras la pasión o lo que se terciase; él llevaba las botas de militar puestas.

¿De qué habla, entonces, este libro lleno de fotos evocadoras, sentimentales, de todas las disciplinas, documentales, nostálgicas? El propio Gassió dice: “La década de los 79 fue la de la rebeldía juvenil, aunque en España el movimiento ‘hippy’ llegó tarde y desvirtuado. (…) Los setenta fueron una aventura irrepetible porque coincidieron factores políticos, sociológicos y sentimentales de hondo calado para un país, y sus ciudadanos, que jamás volverían a experimentar un cambio de tal magnitud”.

España de los 70.
Massiel, así de deslumbrante y con minifalda, triunfó en el Festival de Eurovisión en 1968.
RTVE/Heraldo

Una de las primeras revelaciones fue que los padres de los 70 también habían siddo jóvenes: consumían tebeos (‘Roberto Alcázar y Pedrín’. ‘El capitán Trueno’, ‘Tiovivo’), usaban estilográfica Parker en ocasiones, amaban el deporte y se asociaban, sentían debilidad por Guillermo y los cinco, y habían experimentado el furor del Scalextric.

Aquella España de los 70 estaba bajo palio. Juan XXIII apareció para darle algo de luz, “las procesiones de Semana Santa en particular revestían una pompa y un dramatismo dignos de la tragedia griega, con un desbordante estilo barroco”. El pecado, la proximidad del Averno, los ejercicios espirituales y las espantosas imágenes estaban al orden del día. Con todo aparecían los “curas obreros” y la figura de Vicente Enrique y Tarancón. El sexo provocaba pesadillas y alguna humorada en la confesión.

De entrada, cambió el concepto del amor y de la bebida. Los padres españoles, dice Gassió, no han sido modélicos para sus hijos en este punto. Tragarse el humo fue todo un aprendizaje. Una mujer que fumaba podría ser para un niño repelente toda una sorpresa: “Mamá, ¿esta señora es una puta? ¡Está fumando!”.

España de los 70.
Portada del libro.
Archivo Arzalia.

En los 70 se multiplicaron los cursos por correspondencia; otra asginatura pendiente fue la política, y gracias a ellos supimos mejor quién era el Che Guevara o Mao Tse-Tung. Empezaron a llegar las golosinas, se popularizaron las pipas, Nocilla y Eko, y tantas y tantas cosas. Los 70 trajeron, de entrada, una nueva idea de la decoración de viviendas y una apuesta específica de los jóvenes que se independizaban y llenaban sus habitaciones de pósters y abundante iconografía de música, arte y cine.

El progreso llegó de muchas formas: con el parque automovilístico en progresión, donde reinó el 600, que era, según Gassió, el angosto escenario de aventuras sexuales, pero también un utilitario mítico y coquetón. Se exhibien los requisitos para contraer matrimonio civil, se muestra la variedad de billetes y monedas de aquellos años, y la evolución de mobiliario al fin y al cabo se trata de “la materia con la que están hechos los sueños del hogar”.

La salud importaba mucho y se presentaba con una tosca publicidad. La fotografía despegó con la Polaroid y estuvo varias veces moda, igual que la música y sus aparatos de audición. Telefónica era “una, grande y monopolio”. Los 70 también fueron los años de la delicuencia, de los hurtos, y los quinquis sentían devoción por el radiocassete. Y, cómo no, de Margarita Landi, la criminóloga de ‘El caso’.

Ser progre era un arte, y con ellos, los progres, llegaron los transgresiones amorosas, las revistas ecologistas o socioculturales, la pasión por las filosofías orientales. Poco a poco, la moda fue desplegando alas; llegaron “faldas cortas, piernas largas llevan las chicas de hoy. Que se miren al espejo. Este consejo les doy”, recuerda Gassió que cantaban Los Sírex. La minifalda, en realidad, ya venía del triunfo de Massiel en Eurovisión, evento que es comparado con el gol de Zarra. Un detalle: “Una de las derivadas de la minifalda fue la aparición de botas altas, a veces incluso por encima de la rodilla, hechas con materiales acharolados y de tonos vivos”.

España de los 70.
El cine fue capital en la metamorfosis de España. Fotograma de 'Asignatura pendiente', de José Luis Garci, con José Sacristán y Fiorella Faltoyano.
Archivo Heraldo.

De la música ye-yé, con algunos intermedios como Nino Bravo, se pasa al rock progresivo y se recuerdan Los Beatles, Georgie Dann, Serrat y Sisa o Las Grecas, que animaban en cotarro con aquello de ‘Te estoy amando locamente’. La música ocupa muchas páginas, y se contempla todo: el sonido, la canción protesta, el folk y el rock, los nuevos sonidos, Eurovisión, las nuevas cajas de música o el entrañable tocata, que animaba los guateques.

Otro tanto sucede con el cine: se habla de los cuatro grandes, Buñuel, Saura, Bardem y García Berlanga; se habla del cambio de sexo en el cine y en la sociedad, de la tercera vía y del destape (aquello de “lo que exige el guión”), y luego del porno. En el cine y en las revistas: 'Play boy', ‘Penthouse’, ‘Climas’, ‘Clímax’ o aquella ‘Lib’, que llegó a tirar 500.000 ejemplares.

Gassió también analiza el fenómeno de la prensa y un hecho tan importante. El apunte sociológico más extenso se titula ‘Tal como éramos’. Y ahí escribe: “La mayoría de las cosas que pasaron, que nos pasaron, en la década de los 70 son ‘perfectas’. No es una ironía (o sí), es que pasaron para concluir”.

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