XIII concurso relato breve de heraldo
Será otro día
De pronto tuvo un momento de lucidez, y dijo para sus adentros: “No vale la pena morir por una perra. Será otro día”. Entonces, sacándose la soga que le apretaba el cuello, descendió del taburete donde yacía de pie, se puso el abrigo y salió a la calle.
El conductor de la furgoneta dijo a la policía, que el hombre fallecido se le atravesó sin que él lo pudiese esquivar.
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