XIII CONCURSO DE RELATO BREVE DE HERALDO
Resurrección
Subiré cuando esté preparado ¿Ya lo estoy? ¡Pues adelante! No tengo intención de hacerlo. Cerré el ataúd suavemente y me senté encima. Aparté un poco de tierra con un pie y limpié un espacio donde arrodillarme. Las lágrimas corrían por mis mejillas y embarraban la arena bajo mi cara. Me incliné hacia adelante hasta tocar la tierra con las palmas de las manos. De esta guisa, a cuatro patas, fui decapitado por el niño más rubio, el de los ojos tan azules. El que se toca el hombro izquierdo con la mano derecha.
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