la casa del circo

El circo ya tiene casa propia en Aragón

El malabarista Chéchare tiene desde hace un año en el barrio zaragozano de Cogullada un centro de ensayo de espectáculos con un escenario de 200 metros cuadrados.

Un grupo de malabaristas, entre ellos Los Kepler, ensayando en La Casa del Circo.
Un grupo de malabaristas, entre ellos Los Kepler, ensayando en La Casa del Circo.
Oliver Duch

El secreto peor guardado de la cultura aragonesa tiene nombre y apellidos, La Casa del Circo, y abre sus puertas en el barrio zaragozano de Cogullada. La Casa del Circo es secreta (en parte) porque nació hace un año con la decidida intención de convertirse en una sala de espectáculos, algo que no ha conseguido y para lo que no ha hecho publicidad. Y es el secreto peor guardado porque en Zaragoza, ya, la conoce casi todo el mundo. Hasta el punto de que en la última Gala del Teatro y Premios de las Artes Escénicas de Aragón se le concedió el premio a la Mejor Iniciativa Artística.

La Casa del Circo es un espacio singular, muy singular. Lo ha promovido Chéchare, malabarista, acróbata, hombre de circo. "Llevo 27 años dedicándome a esto, he hecho más de 7.000 actuaciones, en circos, teatros, salas, calles e incluso ferias medievales, y ya me he cansado de viajar –señala–. Quería hacer algo para las artes escénicas de Zaragoza".

Dos salas de ensayo

La Casa del Circo abrió sus puertas en marzo del año pasado en una nave industrial que usaba la Fundación Rey Ardid. Son más de 800 metros cuadrados de superficie, en los que Chéchare ha dispuesto un escenario de 200 metros cuadrados y ocho y medio de altura, apto para todo tipo de espectáculos circenses, desde el trapecio al mástil chino, pasando por los números de funambulismo; una sala auxiliar de ensayo con espejos, de 68 metros cuadrados; un pequeño bar; una zona de descanso con billar, diana de dardos y televisión; camerinos; baños...

"A diferencia de otras salas, en esta todo se ha pensado desde el punto de vista del artista: hay, por ejemplo, entrada directa al escenario desde los camerinos. Todo lo ha revisado un ingeniero: los muros, las medidas de seguridad, los anclajes que hemos distribuido para los ‘shows’ circenses... y podemos decir que es la única estructura homologada en Aragón para espectáculos aéreos. Este es un espacio profesional para las artes escénicas. A lo largo de mi vida he conocido tantos espacios, tantas salas, que he cogido lo mejor de cada uno de ellos para diseñar este y que no le faltara nada para que el artista estuviera cómodo en él".

Tanto, que quienes preparan sus espectáculos allí tienen la posibilidad incluso de grabarse y verse de inmediato en una televisión de grandes dimensiones. "Es un lugar para trabajar y para descansar. Incluso hay artistas amateur que están pensando en profesionalizarse. Si lo que quieren es trabajar de verdad, perfeccionarse, este es el sitio idóneo", añade. Todo lo ha hecho con sus propias manos junto a un amigo, Víctor Benedí Jaraba, ‘Tito’. "Es electricista –relata Chéchare– y tiene un corazón enorme. Él me ha ayudado mucho".

La breve historia de La Casa del Circo tiene un punto de inflexión: el 12 de julio del año pasado, cuando una formidable tormenta, que tumbó más de 100 árboles en Zaragoza y llenó de agua las calles de la ciudad, inundó, también, el local. "El agua lo arruinó casi todo, me quedé impactado, en ‘shock’. Cuando volví en mí, había 25 personas sacando agua en cubos. Este espacio es lo que es gracias a mucha gente que le da cariño".

La Casa del Circo no hace tampoco del todo honor a su nombre. Además de ser sede de varios artistas y compañías circenses, en su interior se han celebrado ya galas de artes escénicas, teatro de improvisación, desfiles de moda, debates, sesiones de fotografía y vídeo, el rodaje de un videoclip musical ... Incluso está ensayando en los últimos días la popular Viki Lafuente, semifinalista de ‘La voz’, que está preparando un espectáculo nuevo, ‘Frida Kahlo. Viva la vida’. Se estrenará en las próximas semanas en el Teatro de las Esquinas.

"Lo que me gusta de este espacio es que todos nos tratamos igual –subraya Chéchare–. Aquí nadie tiene que bailarle el agua a nadie. Todo el mundo es bienvenido y las puertas están abiertas. La Casa del Circo es la casa de todos. Si alguien no está bien y llega aquí tiene que dejar el mal genio fuera. Creo que ese ha sido mi mejor logro. Quienes trabajan aquí son buena gente, crean buen ambiente".

En suelo de uso industrial

Chéchare reconoce que el proyecto está cambiando. "Se hizo uno en su día, pero la demanda ha sido tan grande que tenemos que replanteárnoslo. ¡Si hasta quiere venir a ensayar un grupo de danzas de salón! No nos cerramos a nada".

El proyecto está enfocado hacia los profesionales pero nació pensando también en el público, en ofrecer espectáculos con la normalidad de cualquier otra sala. El problema radica en que el espacio se ubica en suelo industrial, y Chéchare está pendiente de que se cambie su uso (en las inmediaciones hay desde un Lidl a una iglesia evangélica) para insertarse con todas las de la ley en la cartelera de espectáculos zaragozana. Eso completaría el proyecto en el que ha invertido su vida. "No tengo ni un clavel, todo lo he invertido aquí –señala–. Pero me lo he pasado muy bien y... ¿para qué quiero la pasta?".

Un artista forjado en la Escuela Carampa

César Augusto Talavera Larroza nació en Madrid en 1976 pero siendo niño se instaló con su familia en Zaragoza. Desde muy joven se sintió atraído por la gimnasia y las acrobacias, y a los 17 años empezó a colaborar con compañías como Titiriteros de Binéfar, Hamelín, Teatro del Temple o K de Kalle, entre otras. A los 20 años se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela de Circo Carampa. Trabajó durante una década con Pingaliraina y ha sido cofundador de compañías como Nostraxladamus o Les Rubitos. Vivió durante seis años en Argentina y regresó a Zaragoza en 2012. La Casa del Circo es su nuevo proyecto cultural.

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