Ocio y Cultura

José Peris Lacasa: "Música son los latidos del corazón"

El compositor y pedagogo José Peris Lacasa (Maella, 1924) es referencia indiscutible de la música en España.

José Peris y su reflejo oblicuo sobre el piano.
Guillermo Mestre

Qué contento le veo, maestro...

Zaragoza, el Auditorio que dirige con tanto acierto Miguel Ángel Tapia, la Sala Mozart, la Joven Orquesta Nacional de España (Jonde), la interpretación el pasado fin de semana de una obra mía (‘Variaciones para una gran orquesta sobre una pavana de Luys de Milán’)... Un aragonés que siente Aragón como yo, no puede pedir más.


Usted es de tierra fronteriza, de Maella, cerca de Cataluña.

Tengo muy claro de dónde vengo. Tanto que a las pocas horas de nacer, me llevaron mis padres desde Maella a Zaragoza a pasarme por el manto de la Virgen del Pilar.


¡Como debe ser, sí señor! Para llegar hasta el Vaticano y que el papa Ratzinger solicitara escuchar una obra suya, no lo ha tenido fácil, maestro...

De eso no hace demasiado tiempo. Apenas cinco años. El hermano del Papa, monseñor George Ratzinger, escuchó en el Festival de Música Sacra de Nürenberg mi versión de ‘Las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz’ y se lo contó a su hermano, Benedicto XVI. Y, cumpliendo con el deseo de Su Santidad, se organizó la audición de la obra como regalo para el día de su onomástica en la Sala Clementina, al lado de la Capilla Sixtina. Fue maravilloso. El Papa y la curia romana al completo, periodistas y reporteros de todo el mundo: ‘New York Times’ y ‘Heraldo de Aragón’, los que más se ocuparon del tema.


Antes de la recepción papal, hay mucha música que contar... ¿Cómo llegó a usted la música?

Música es todo. Es ritmo, es melodía, es armonía... Música son los latidos del corazón, el silencio... Todo es música.


¿Cuándo encauzó su vida en un pentagrama?

Desde pequeño. Yo comencé en la rondalla de mi pueblo. Me siento arraigado a los maellanos. Como es el caso del eminente doctor Javier Pardo. Por cierto, ha tenido un papel decisivo para que se pudieran dar estos conciertos, porque al ser requerido para solucionar una grave indisposición del maestro Pehlivanian, que debía dirigirlos, no dudó en citarle en la Clínica Universitaria de Pamplona para solucionar su dolencia. Me emocionó el abrazo con el maestro cuando en su honor, que no podía asistir al concierto, repitió el ensayo de mis ‘Variaciones’.


Nos habíamos quedado en la rondalla de Maella...

Pues sigamos. La jota es muy importante en nuestra tierra. El siguiente paso fue el Conservatorio de Zaragoza. Los profesores hallaron condiciones especiales en mí, y convencieron a mis padres para que continuara los estudios en Madrid.


Tengo ante mí un soberbio currículo: usted ha sido catedrático de Música en la Universidad, asesor de Música de Patrimonio Nacional y organista de la capilla del Palacio Real de Madrid. Además, desde 1994 es miembro de la Real Academia Filarmónica de Bolonia, una de las más antiguas y prestigiosas del mundo.

Fue maravillosa la etapa en el Palacio Real y en la Universidad

Autónoma de Madrid, que me concedió la medalla de oro. Mucho antes, viajé a París, donde fui alumno de Nadia Boulanger y Darius Milhaud. También estuve en Múnich con Carl Orff. Quizá esta etapa es la de mayor influencia sobre mi creación. Se estrenaron un buen número de mis obras en la sede de la música contemporánea y en la Radiodifusión de Baviera.


Después regresó a España.

Fui catedrático del Conservatorio Superior de Música de Alicante, profesor titular de la Universidad y fundador y director del Festival de Internacional de Música de dicha ciudad. Me volqué en la pedagogía musical. El conservatorio me concedió la medalla de oro de la institución. El de Alcañiz lleva mi nombre, pero me encantaría que la música llegara con más intensidad a toda la sociedad española y, más en particular, a nuestra querida Comunidad.


Suena fenomenal ‘Variaciones para gran orquesta sobre una pavana de Luys de Milán’.

La interpretación corrió a cargo de la Jonde, una de las mejores agrupaciones sinfónicas de nuestro país, bajo la dirección del maestro George Pehlivanian. Y en Zaragoza. El guión perfecto.

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