Eva Armisén al desnudo en Seúl

La pintora zaragozana presenta hasta el 31 de marzo su exposición más ambiciosa, 'Casa', de 150 obras, en el Museo Hangaram

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Eva Armisén (Zaragoza, 1969) expone desde diciembre hasta el 31 de marzo de 2019 en el Museo Hangaram de Seúl (Corea del Sur) la muestra antológica ‘Home’ (Casa), la más completa y quizá más ambiciosa de su trayectoria donde se ve su espíritu creativo y sus deseos de explorar temas, técnicas y estados de ánimo. La muestra se acompaña de un exhaustivo libro–catálogo, dividido en seis ‘Habitaciones’, o cuartos propios a la manera de Virginia Woolf, donde esta “pintora de la felicidad y la alegría” expone su mirada, su gracia, su vitalidad, su fantasía y su imparable sentido del humor.

Eva Armisén al desnudo en Seúl

La obra 'Vamos', de 2018. Es un retrato de familia, con hija y perra. / Eva Armisén.

Eva Armisén dice: “Mi trabajo es solitario y obsesivo”, pero también exalta el placer de pintar, de crear objetos, de decorar cerámica, de diseñar cuadernos de escritura, calendarios... “Disfruto haciendo retratos, ilustrando libros, trabajando para compañías en su imagen o ayudándoles a transmitir un determinado mensaje, interviniendo en proyectos de arte público, trabajando en diferentes países. A la vez mantengo mi diario íntimo, cuadernos llenos de apuntes, dibujos y palabras”, decía hace poco a propósito de su fértil estado creativo, que parece acrecentarse de manera de exponencial.

Qué es ‘Home’. Ese lugar hechizado y cotidiano donde todo es posible. De entrada, son importantísimos el amor, la relaciones familiares, la maternidad, la complicidad con los hijos, el acto de pasear, la risa o el hecho de bailar con su pareja, en este caso el cantante y escritor Marc Parrot.

Esta mujer vitalista, que lleva flores dentro y lo sabe, que tiene la cabeza invadida de pájaros y de rebeldías y de mariposas de luz, presenta su mundo íntimo como si de un función se tratara. Ni quiere perder el hilo de las cosas y es consciente de que “la cabeza y el corazón van cada uno por su lado y a veces se dan la mano”. El primer cuarto propio está dedicado esencialmente a ella, o a alguien que se enreda en la existencia y que se parece mucho a ella. En el segundo cuarto aparece su hermana Cristina, que también es su representante y su colaboradora permanente, le dedica varias obras, pero entre ellas la pieza ‘Juntas’, y aparece el amor, que tiene dos momentos de gozosa plenitud: uno con su compañero y otro que es ‘Un día en la feria’, una obra que conecta con el espíritu de las vanguardias de artistas como Maruja Mallo.

Eva Armisén al desnudo en Seúl

El óleo sobre lienzo, 'Andando' (2018), esa mujer que lleva flores en el vestido yt en el alma. /Eva Armisén. 

En la ha habitación 3, Eva Armisén ofrece dos piezas alargadas, con elementos constructivos, que le dan una nueva profundidad a su obra: pensamos en ‘En construcción’, esa mujer esbelta e interminable que parece elevarse como una jirafa sobre los tejados de un pueblo o una ciudad, y ‘Separando el grano de la paja’, de idéntica perspectiva, quizá algo menos complejo de ejecución pero no menos fascinante. Y hay otra pieza, ‘Leyéndome el pensamiento’, que es un particular homenaje a ‘la loca de la casa’ que es la imaginación o ese cerebro en ebullición permanente, en constante acción de gracia y gesto, estilización, colorido y vitalidad.

En su pintura autobiográfica, Eva Armisén da muchas claves de sí misma: es una enamorada de la naturaleza, hace yoga, adora a los animales, especialmente a su perro, ejercita diversas suertes del amor (“El amor va y viene por los libros, por el arte y por la vida. Es motor y freno”, suele decir) y proclama su pasión por los vestuarios y por la playa.

Eva Armisén al desnudo en Seúl

Una de las obras más novedosas de la pintora, con ese homenaje a Joaquín Torres García, tal vez: 'En construcción' (2018). / Eva Armisén. 

En la cuarta habitación vemos que le gusta el mar, mucho, y pinta a ‘La novia’, sutil y etérea, como si fuese a alzarse por los aires como Remedios la Bella. En su cabeza, hirviente de deseos o quizá de deseo, le nacen ‘Nuevos caminos’, senderos que se bifurcan o se ovillan hacia ninguna parte entre pinos y cipreses y un gran río. Poco a poco incluye territorios urbanos, arquitecturas, paisajes más o menos rurales, bosques, campos abiertos hacia el horizonte. En la quinta habitación hay grabados, dibujos, una obra deliciosa, que de nuevo parece dialogar con Maruja Mallo, len particular en la serigrafía ‘La verbena’. En la habitación 6 hay una especie de narración o tebeo en viñetas mudas: ‘Mamá es Haenyeos’, una de esas mujeres buceadoras de la isla surcoreana de Jeju.

Esta mujer hiperactiva y soñadora, viajera y proclive a la evasión, feminista sin perder la cabeza, arrebatada y juvenil, tiene algo muy claro: ejercita la libertad de expresión y ansía comunicarse con las líneas, con el color, con la emoción y con esa hermosura cándida que camina con una sonrisa que alumbra el mundo.

Eva Armisén al desnudo en Seúl

La delicadeza, la alegría que vuela de 'La novia (2016). / Eva Armisén. 

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