El público zaragozano se vuelca en una nueva Noche en Blanco

El esfuerzo de programación de museos y centros culturales obligó a restringir la entrada de público en algunos. La Cena en Blanco reunió a 800 comensales en el Puente de Hierro.

Noche en Blanco de Zaragoza
Noche en Blanco de Zaragoza
José Miguel Marco / Francisco Giménez

Zaragoza fue escenario este sábado de una nueva edición de La Noche en Blanco, que llenó de actividades los principales centros artísticos y culturales de la ciudad. Las visitas guiadas a las distintas exposiciones organizadas en los museos fueron, quizá, los actos más concurridos, pero todos los centros se esforzaron en programar actividades para todos los gustos.

Uno de los actos más novedosos lo protagonizaron el organista Jesús Gonzalo, experto en música antigua española, y el DJ Lord Sassafras, especialista en músicas del mundo. Su concierto al alimón en el Patio de la Infanta fue una sorprendente experiencia musical y no dejó indiferente a nadie. Ambos buscaban "abrir nuevos caminos para el entendimiento entre la música antigua y las raíces musicales de otras culturas". El órgano barroco construido por José de Sesma en 1692 puso música a la tarde junto a la mesa de mezclas Pioneer de 4 pistas y dos Ipad con diversos programas sonoros que aportó Lord Sassafras. ‘Batallas y sosiegos barrocos’, se titulaba el recital, y así se encontró el público, entre la batalla y el sosiego. A lo largo del concierto se recrearon diferentes ambientes sonoros que evocaban sonidos norteafricanos sobre música de órgano de Fray Diego da Concieçao y la archifamosa ‘Sarabande’ de Hándel.

Una cena en blanco sobre el Ebro

Muy diferente fue la propuesta del Edificio Paraninfo donde, además de las visitas guiadas a las exposiciones que actualmente alberga el edificio (‘Ex Oriente. Los libros occidentales que iluminaron el conocimiento sobre Asia Oriental en la Edad Moderna’, ‘Carlos Saura. España años 50’...) se proyectaron las obras seleccionadas en el Certamen Internacional Videominuto. En el Patio Central, además, se volvió la mirada a Japón, con un concierto de tambores tradicionales japoneses, a cargo de Kamidaiko, el grupo de Taiko perteneciente a la asociación Aragón-Japón.

El concierto supo a poco, y más cuando problemas surgidos con la mesa de luces obligaron a retrasar el espectáculo ‘Dance & Ink’, que fundía danza contemporánea y pintura rápida a cargo de la artista Kumiko Fujimura y la bailarina Marta Aso. Se pidieron disculpas por la pobre iluminación, pero ello no deslució en absoluto el espectáculo, en el que las dos mujeres brillaron especialmente. Mientras Marta Aso (una de las fundadoras de Tarde o Temprano Danza) evolucionaba sobre el escenario con una coreografía vibrante, la artista la pintaba en rápidos trazos negros en cuatro momentos de su actuación. A su término, Kumiko Fujimura recibió al público para escribir en japonés el nombre propio de cada interesado. Y Yoshihira Hioki, ya bien entrada la noche, ofreció una sesión de cuentacuentos de Japón.

Una nueva Cena en Blanco

Mientras, unos 800 comensales participaron en la Cena en Blanco, que este año volvió al puente de Hierro, como en 2011, aunque entonces acudieron unas 350 personas. Cuando se cumple el décimo aniversario de esta singular fiesta, en la que el único requisito es ir de blanco y llevarse la comida, "hemos vuelto a uno de los emplazamientos que más nos han gustado", aseguraba Mariano Bazco, un participante.

Este picnic urbano, que congrega a unos comensales de lo más heterogéneo con una media de edad superior a los trentaitantos y al que solo es posible acudir con invitación de uno de sus miembros, volvió, de nuevo, a convertirse en un acto de "estética y social" que dio cabida a gente de la cultura, pero también familiares, amigos e incluso compañeros de trabajo. Como en ediciones anteriores, la Cena en Blanco "volvió a ser una noche bonita".

Entre las diversas rutas sobre la historia de la ciudad organizadas por la compañía Gozarte, y al precio de 5 euros (fueron las únicas actividades que no eran gratuitas), desde las 20.00 y hasta las 22.30, se sucedieron diversos itinerarios. Uno destacó por estar dramatizado, el de ‘Zaragoza de cine’, donde una pareja de actores desvelaron numerosos hechos y datos para confirmar que la capital aragonesa es una "ciudad de cine", dijo la guía, Verónica Fernández. Arrancó en la plaza del Pilar, donde compartió escenario con una multitudinaria fiesta del deporte que nada tenía que ver con la programación cultural, y acabó junto al Gran Hotel, donde se escenificaron los vínculos con la película ‘Salomón y la reina de Saba’, que se rodó a finales de los años 50 en Valdespartera.

Homenaje a Emilio Gastón

Aún de día y junto a una plaza de San Felipe muy animada, el museo Pablo Gargallo se convertía en un espacio de homenaje a la figura del primer Justicia de Aragón de época moderna, Emilio Gastón, fallecido en enero.

Desde las 19.30 hasta las 23.00, la obra del escultor aragonés convivió con la exposición ‘Libro Con-verso’, una intervención artística a partir de la colección personal de libros de Gastón.

"Sesenta artistas han conversado con los libros de Emilio y cada ejemplar está teniendo otras vidas y otras muertes más dignas", dijo, emocionada, su esposa, Maricarmen Gascón ante un público que llenó el patio central del museo y el salón de actos, donde se llevaron parte de los trabajos.

Fue una "fiesta a todo llorar", como hubiera dicho Gastón, donde de forma voluntaria se recitaron poemas, se cantaron canciones o, simplemente, se recordó con un enorme cariño al poeta, abogado y político aragonés.

Alberto Salas, Ana María Sediles, Arrudi, Ricardo Calero, Fernando Lasheras, Julia Dorado, Lorén Ros, M. Carmen Gascón, Pilar Moré, Paco Simón, Paco Rallo... forman la nómina de algunos de los muchos artistas que participan en un proyecto con intención de continuar. "Todos los presentes somos la obra de arte y la biblioteca de Emilio", señaló Maricarmen Gascón.

Susana García, responsable del Ayuntamiento de la ciudad, se mostró encantada de que la exposición se hubiera llevado a cabo con un equipo tan participativo de voluntarios y del éxito de la iniciativa. "La Noche en Blanco siempre es un éxito en el museo, pero este año ha sido algo especial", señaló.

Más distendido estuvo el ambiente en el Museo de Zaragoza hasta que irrumpió la música ‘de los felices años 20’ con la Dixie Rue del Percebe en torno a las 22.00. Cuando la noche empezó a caer de verdad, el patio renacentista sirvió de copa de maridaje original entre un templo del arte y de la historia y los compases de la banda zaragozana con jazz, blues, charlestón…

Música hubo también, y en un escenario inmejorable, la terraza del IAACC Pablo Serrano. Antes de que los cuplés de la Belle Époque se adueñaran del espacio, Looper Lips dieron un concierto de jazz en el vestíbulo del museo.

La terraza, donde se acabó saludando al nuevo día, se quedó pequeña y hubo que restringir la entrada de público. Como en muchos otros escenarios de una Noche en Blanco que cada año va a más.

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