Carlos Saura: "Hay que hacer pocas fotos, y buenas; y no demasiadas pero malas"

El cineasta muestra en el Paraninfo sus instantáneas de la España de los años 50.

La exposición puede visitarse hasta el 30 de junio
La exposición puede visitarse hasta el 30 de junio
Toni Galán

"Yo hacía excursiones con mi coche, y lo único que buscaba era saber cómo era mi país, porque presentía que era más complicado de lo que parecía a primera vista". Así presentaba ayer el cineasta Carlos Saura (Huesca, 1932) la exposición ‘España. Años 50’, inaugurada en el Edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. La muestra ha sido organizada conjuntamente con La Fábrica, empresa madrileña dedicada a la gestión cultural, y ha sido comisariada por Oliva María Rubio, directora del máster Photo España. Se ha podido ver ya en varias ciudades españolas, y en Zaragoza podrá visitarse hasta el 30 de junio.

Incluye 92 fotografías, articuladas en ocho secciones dedicadas a ciudades y pueblos o a acontecimientos que encarnan la España de los 50. Según aseguraba ayer Oliva María Rubio, "Saura ha compaginado a lo largo de toda su vida su labor de director con la de fotógrafo. Debutó en la fotografía siendo muy joven y tuvo su primera exposición en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid en 1951. Durante varios años Saura trabajó como reportero gráfico cubriendo los festivales de música y danza de Granada y Santander. El diario ‘ABC’ llegó a publicar una de sus fotos en portada y la revista ‘Paris-Match’ le ofreció un puesto como fotógrafo de plantilla".

Acabaría dejando la fotografía en un segundo plano, en beneficio del cine, pero ha seguido cultivando su pasión. Dicen que atesora una colección de 700 cámaras fotográficas y que valora especialmente las fotografías que hizo en los años 50, por cuanto retratan la esencia de su país. Para la comisaria de la muestra tiene especial relevancia el conjunto dedicado a la comarca zamorana de Sanabria.

Saura fue allí junto al también aragonés Eduardo Ducay para rodar un documental. "El jovencísimo Carlos Saura encontró en Sanabria un venero de temas para realizar una serie de fotografías de calidad y belleza excepcionales –escribiría, años más tarde, Ducay–. El sentido plástico y el instinto visual son algunas de sus grandes dotes creativas. Sus fotos no eran eso que habitualmente se conoce en la profesión cinematográfica como fotofija, sino fotografías que él hacía con su propia cámara, según los temas que su criterio encontraba interesantes". Tiempo después, el 9 de 9 de enero de 1959, la presa de Vega de Tera se rompió, y un torrente de agua cayó sobre Ribadelago. El pueblo quedó destruido y la mayoría de sus habitantes perecieron en el suceso.

"Los habitantes que Carlos Saura había fotografiado murieron en la tragedia –relataba ayer Oliva María Rubio–. Por eso las imágenes tienen un valor y dramatismo especiales. Porque, además, la pobreza que reinaba en la zona era tan profunda como la que Buñuel había retratado años antes en Las Hurdes. Esta exposición habla del pasado de España pero, también, en cierta medida habla de nuestro presente". Las imágenes previas a la catástrofe de Ribadelago son, en cualquier caso, una pequeña parte del total. Porque también aparecen Cuenca y sus paisajes, las salas de baile de Madrid, varias localidades de Castilla-La Mancha, Valencia y sus fiestas, los olivares andaluces, las corridas de toros y novillos... Un retrato poliédrico de un país que, en buena parte, está ya solo en los recuerdos de las generaciones más longevas.

"Tengo ya 86 años y soy de los pocos que vivieron la España de aquellos días –señalaba ayer el cineasta–. Yo la recuerdo bastante miserable, a excepción hecha de aquella otra España, la oficialista, la que se presentaba al turismo, mucho más amable".

Un libro revelador

La exposición es hija de otro proyecto cultural, un libro de idéntico título. La obra, publicada en 2016 por La Fábrica y ya agotada, fue un empeño personal de Hans Meinke (el director de Círculo de Lectores durante varias décadas).

"Para mí el libro fue una sorpresa –recordaba ayer Saura–. Porque me obligó a repasar los negativos de aquellos años para realizar la selección que iba a publicarse, y haciéndolo comprobé lo mucho que ha cambiado el país en todos los sentidos, desde la forma de vestir a la forma de vivir. Quizá ahora haya pobreza o miseria, no digo que no, pero comparadas con las que se vivían en aquellos años, lo de ahora es el Paraíso Terrenal. Acabo de volver de México y todo el mundo habla fenomenal de España y cree que es un país maravilloso. Y así pasa allá donde vas. Curiosamente, son los españoles los que hablan mal de España".

Sus fotografías, vistas hoy en su belleza formal, sorprenden, conmueven e incluso duelen. Aunque, quizá, cuando las tomó no era lo que buscaba. "Yo he hecho fotografías con una intención estética, pero no están aquí –subrayaba ayer Carlos Saura–.La mayoría de las que pueden verse en la exposición están hechas sobre la marcha, y con la única intención de que formaran parte de un reportaje vivo, vital. Los fotógrafos, como decía Bernard Shaw, "son como el bacalao, que produce un millón de huevos para que solo uno pueda llegar a madurar". Hay que hacer pocas fotos, y buenas; no demasiadas y malas".

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