Un siglo sin Rodin, el escultor de las emociones
Cuando murió el 17 de noviembre de 1917, a los 77 años, seguía siendo el artista más célebre de Francia.
Auguste Rodin dejó escrito en su testamento que el verdadero artista expresa siempre lo que piensa, aún a riesgo de hacer tambalear los prejuicios establecidos, y cien años después de su muerte su obra sigue demostrando que el creador de 'El pensador' o 'El beso' fue un revolucionario.
Cuando murió el 17 de noviembre de 1917 a los 77 años de edad en su casa de Meudon, al oeste de París, seguía siendo el artista más célebre de Francia.
"Inventó una suerte de modernidad, que permitió a la escultura pasar del siglo XIX al XX", explica Christine Lancestremère, responsable de las colecciones del Museo Rodin, cuya programación ha girado este año dentro y fuera de sus muros en torno al centenario.
La fama le llegó tarde, pasados sus 40 años, porque no gozó de la formación académica habitual y trabajó primero para otros.
Los primeros pedidos que recibió del Estado se vieron rodeados de polémica, porque no quiso plegarse a las expectativas y no respondió a lo que se esperaba en la época.
"Si quieres ser artista, sé el mejor", le había dicho su padre a quien fuera un alumno mediocre y miope y que tenía su medio natural de expresión en los materiales y los lápices.
El busto de su progenitor, de 1860, es de hecho la primera escultura que se conserva de él, pero su reputación no comenzó a afianzarse hasta veinte años después, cuando el Estado le encargó la ahora icónica Puerta del Infierno.
Pese a que el encargo fue anulado posteriormente, Rodin trabajó en este conjunto monumental durante décadas y ni siquiera llegó a acabarlo.
De ese proyecto surgieron, entre otras, dos figuras asociadas de forma intrínseca a la obra de Rodin, 'El beso' y 'El pensador'. Si la primera se ganó el favor del público de inmediato, a la segunda le costó más tiempo librarse del calificativo de "gorila" que recibió en su presentación en sociedad. "Era un adelantado a su tiempo", resume Lancestremère.