Ocio y Cultura

Daniel Vilalta: “He escrito un Thelma y Louise pero con abuelo y niños. ¡Dinamita!"

El montisonense ha pasado de los Rayos X a la literatura y propone un viaje por la Huesca más fantástica.

El escritor Daniel Vilalta (Monzón, 1970), autor de 'Anatoly y la ruta de los espíritus errantes'.
Millennials

Daniel Vilalta (Monzón, Huesca, 1970) acaba de publicar ‘Anatoly y la ruta de los espíritus errantes’, en el sello Millennials con ilustraciones del pintor y diseñador Antonio Isla, ganador del cartel de las Fiestas del Pilar. Ha estado y está este martes también en la Feria del Libro Aragonés de Monzón (FLA) firmando ejemplares de su obra.


Daniel Vilalta era especialista en Rayos X. ¿Qué le llevó a cambiar ese trabajo por el de escritor?

Me hice la pregunta -y me atreví a contestármela- que todo el mundo se hace siempre: ¿Eres feliz con tu trabajo? ¿Te inspira, te motiva a levantarte todas las mañanas? ¿Te ves hasta los 65 años haciendo radiografías? ¿No? ¿Y por qué narices te estás amargando la vida? ¡Tú quieres ser escritor! ¡Pues sé valiente! Eso me dije.


Y además quería ser escritor infantil y juvenil. ¿Qué ha visto en este género o disciplina, qué le permite?

Empecé con novelas para un público adulto. Y la buena aceptación de crítica y público me abrió las puertas al lector infantil y juvenil. ¡Y yo encantado! La literatura infantil y juvenil es para mí muy gratificante porque me permite dejar volar la imaginación con más libertad, escribir para mi propio niño interior, ese que muchas veces protesta y llora porque no le presto atención. Hay que hablar a los niños de la magia, claro que sí, pero enmarcada en la realidad, pues la línea divisoria entre los dos mundos es más fina de lo que piensa la mayoría. Lo cierto es que se retroalimentan. Me parto de la risa con los niños. Algunos tienen unas ocurrencias... Más de una las tengo apuntadas para convertirlas en futuros cuentos.


Vayamos con uno de esos niños. ¿Cómo ha nacido Anatoly, cómo se le ocurrió, qué anécdota real hay detrás?

Surgió durante la gira promocional de mis libros infantiles ilustrados, titulados ‘La rebeldía de Kolorinete’, ‘Sueños en papel’ y ‘Entre pitos, flautas y pájaros locos’. Conocí a una madre de acogida, me contó su historia y me dejó marcado: el público debía de conocer más a fondo la labor de estas familias. Puro amor. Aunque Anatoly no está basado en ningún niño en concreto. Hay que respetar la intimidad de la gente. Algo que hoy en día todos nos creemos con derecho a vulnerar.


Es un niño ucraniano, de Chernóbil, y eso siempre impresiona… ¿Es especial para usted que sea de ahí, hay alguna conexión con la catástrofe?

Por supuesto. Y porque estoy cansado de la memoria de pez del ser humano. Culpa también (y perdóneme por decirlo) de los medios de comunicación: una noticia en cuanto pierde su actualidad pasa al olvido. El accidente de Chernóbil ocurrió hace 30 años. Pues, señores, la contaminación radioactiva sigue ahí, enfermando y matando a personas, animales, plantas y esperanzas.


Anatoly viene a pasar un verano a Aragón. ¿Qué sucede?

Es su segundo verano con la misma familia, pero este año la crisis ha tumbado las vacaciones en la playa. Y aparece el abuelo Antonio, que ha vivido una Guerra Civil y una dictadura y sabe lo que es tener que agudizar el ingenio. Se inventa la Ruta de los Espíritus Errantes, resucita su viejo taxi, y se lleva a Anatoly y sus nietos a recorrer lugares con leyendas de seres fantásticos de la provincia de Huesca. Un Thelma y Louise pero con abuelo y niños, y una adolescente. ¡Dinamita!


¿Cómo se le ocurrió esa aventura, qué quería mostrar? ¿Cómo es el abuelo?

Que la magia existe. Está en Huesca si la sabes buscar. Y, por supuesto, en nuestro propio corazón. El abuelo Antonio es el abuelo que todo niño sueña con tener y todo padre reza por ser: un amigo, maestro, gamberro, un caballero al que le gusta no enfrentarse a molinos, ¡sino montarlos como una atracción de feria!


¿Cómo define su novela ‘Anatoly y la ruta de los espíritus errantes?

La defino más que como una novela destinada a un público infantil/juvenil como una novela para toda la familia. Lo suficientemente madura para gustar al lector adulto y al mismo tiempo emocionante y llena de magia y aventura para tener enganchado hasta la última hoja al lector joven. Es como las películas Pixar, que uno no sabe si son de niños que también pueden ver los adultos o al revés.


¿En qué medida Huesca es un territorio mágico? ¿Cómo se manifiesta es hechizo?

¡Ah, no! Cremallera en boca. ¡A leerse la novela!


¿Qué significan lugares como Plan, Hecho, Alquézar, Aquilué? ¿Quiénes son sus criaturas fantásticas?

Plan, por ejemplo, es un pueblecito del Pirineo aragonés. Allí vive mi madre, así que imagínese lo próxima que está en el corazón. Son todos ellos lugares recomendables. No solo para los de fuera, también para los oscenses. ¡Qué manía de ir a visitar otras provincias y obviar la de uno! Es que como la tengo a mano... ¡Pues por eso mismo, espabilado! Y además tenemos gigantes, hadas, duendes, fantasmas…


¿Y los los Mallos de Riglos, qué tienen de especiales, qué ocultan?

Que no me va a tirar de la lengua. Que no. Digamos, solamente, una sorpresa gigantesca.


¿Qué le ha preocupado más: la magia o el amor a la naturaleza?

Cuando escribo no me preocupo: fluyo. Magia y naturaleza son caras de la misma moneda. Cuida a la segunda y se revelará la otra. ¡Por favor, mundo, volved a leer esta frase! Grabadla en vuestras conciencias.


¿Va a seguir con el personaje? Si fuera así, ¿qué nos espera?

Ya está en edición una continuación. Después de eso depende del público, que es soberano. Por cierto, hay edición en catalán. Y pronto la habrá en aragonés. Viva la pluralidad bien entendida y compartida.


¿Quiénes son sus escritores favoritos de literatura infantil y juvenil, qué libros le han marcado?

Una escritora que acabo de descubrir es Ana Alcolea, galardonada con el premio Cervantes Chico, en 2016. ¿Novelas? Yo recuerdo con mucho cariño las de ‘Los cinco’ de Enid Blyton. Había una de ellos en una casa encantada que... ¡Ay, madre! Me gustan mucho Isabel Allende y Gabriel García Márquez. Aunque le reconozco que de pequeñito era más de cómics.