Fernando Aramburu: “El terrorismo de ETA es una vivencia interiorizada”

Fernando Aramburu presenta en el Paraninfo, en diálogo con Miguel Mena, su ambiciosa y elogiada novela ‘Patria’ (Tusquets), que ya ha vendido más de 50.000 ejemplares

Fernando Aramburu en una imagen de archivo.
Fernando Aramburu en una imagen de archivo.
Mariscal/Efe

A principios de septiembre, Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) publicaba en Tusquets su novela más ambiciosa: ‘Patria’, que arranca cuando ETA anuncia que abandona las armas.


El autor cuenta la historia de dos familias que han sido muy amigas y que se alejan por el veneno del terrorismo. El Txato, esposo de Bittori, es asesinado y su viuda, además del dolor de la pérdida, se enfrenta al vacío y a una obscena complicidad contra ella. El autor había abordado este tema en dos libros anteriores como ‘Años lentos’ y ‘Los peces de la amargura’. En apenas dos meses ha vendido más de 50.000 ejemplares y ha cosechado elogios unánimes y críticas maravillosas.


Fernando Aramburu estudió Filosofía y Letras en Zaragoza y sitúa distintos episodios e instantes de su novela, que aspira a la totalidad, en Zaragoza (las calles Pamplona Escudero, Bretón, Avenida de Goya, el barrio de Torrero, etc.) o en diversos lugares de Aragón. Aramburu invirtió algo más de dos años en la redacción de una novela de impronta humanista, serena, conmovedora, que no juzga y que explora las contradicciones, el miedo, las amistades rotas (en este caso, la de Bittori y Miren, que fueron grandes amigas) y el clima irrespirable que se dieron en Euskadi durante muchos años. El escritor, coleccionista de recuerdos y curiosidades de otros escritores y residente en Alemania desde hace más de 30 años, explicaba así para Heraldo.es algunas claves de su novela.


Distancia y emoción. "Quise contrarrestar la distancia geográfica con la cercanía emocional. Tengo una nutrida colección de libros sobre terrorismo, he procurado estar informado y, cada vez que pude, me acerqué a algunas víctimas, hablé con ellas, les pregunté. Yo no habría podido escribir ‘Patria’ unos años atrás. Precede a la novela un largo periodo de maduración personal, de estudio del paisaje humano, de lecturas y reflexión. Había, además, que encontrarle a la historia el tono adecuado. Tengo la sensación de que la novela, a pesar de sus no cortas dimensiones, me ha salido. Fue como abrir las esclusas y dejar que se derramara de golpe toda el agua narrativa que yo llevaba dentro".


El terrorismo. "Como ciudadano, he sentido a un tiempo pena e indignación. Pena por los agredidos, indignación por los agresores. El fenómeno del terrorismo de ETA me ha acompañado desde la niñez. Me es tan cercano que me cuesta verlo como un tema al que sólo puedo llegar por vía informativa o documental. Es más bien una vivencia interiorizada. Sería raro que yo no la tratase en mis cuentos y novelas. No en todos, porque mi campo de intereses se nutre de otros estímulos".


El estilo. "Opté por un estilo llano y fluido que sonase auténtico. Tengo el convencimiento de que a estas historias de gentes vascas no les pega el estilo barroco. El lector advertirá que, en las intervenciones orales, reproduzco, en dosis que espero resulten razonables, ciertos usos lingüísticos populares propios de la gente común vasca".


La vida cotidiana. "El terrorismo, combinado con la intimidación cotidiana, esa de la que se hablaba poco en los periódicos, dividió familias, rompió amistades, hizo irrespirable la atmósfera de muchas poblaciones vascas. Entiendo que la literatura ofrece un formato ideal para contar todo eso".


Las víctimas. "Matar no es sino la forma extrema de imponer la expulsión de la comunidad. Hay otras: forzar al acosado a exiliarse, reducirlo al silencio, aislarlo. De hecho, el proyecto no reconoce la naturaleza de víctima de los asesinados y expulsados. Se les mató y expulsó porque impedían la consumación de la Idea; en el caso de ETA, el logro de un Estado independiente vasco, algo así como el cielo en la Tierra. Un delirio, claro".


Zaragoza y Aragón. "Zaragoza representa uno de los episodios más felices de mi vida. En total, viví tres años en la ciudad. En ella obtuve la licenciatura de Filología Hispánica. En ella amé y fui amado. En su recinto urbano le saqué a mi juventud todo el jugo que pude. Zaragoza no podía faltar en ‘Patria’. Tampoco el gol de penalti que nos metió Chilavert en enero de 1990.  ¿Aragón? Llegué, por ejemplo, a hacerle a un profesor, en unas aldeas de la provincia de Huesca, como tarea universitaria, una encuesta para un estudio dialectal. Y en Calamocha estuve un par de veces, ya fuera de camino al cuartel de Castellón, donde hice la mili, o a la vuelta, cuando me daban permiso y cruzaba Aragón haciendo dedo".


La misión del escritor. "He aprendido de mis mayores. De Ernesto Sábato, de Ramiro Pinilla, de Rafael Chirbes. El novelista observa, describe, muestra y pone a convivir a un puñado de personajes. Juzgar, interpretar, sacar conclusiones es competencia de quien lee. Ramiro Pinilla, al término de una cena, me dijo: “Fernando, yo he llegado hasta mediados de los sesenta (se refería a su monumental novela ‘Verdes valles, colinas rojas’, una obra maestra) en la historia novelada de nuestros paisanos; de ahí en adelante, te toca a ti”. Le he tomado el relevo, sin que esto suponga que yo le vaya a llegar a la suela del zapato".


El nacionalismo. "El nacionalismo es una forma generalmente agresiva de egoísmo colectivo. No sé los demás, pero yo aprendí a edad temprana a ponerme a buen recaudo".La ficha

‘Patria’. Fernando Aramburu. Tusquets: colección Andanzas. Barcelona, 2016. 648 páginas.


Presentación: este martes, a las 20.00, en la sala María Pilar Sinués del Paraninfo en diálogo con Miguel Mena.

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