Una cerveza y una noche estrellada en Viva la Vida

Los alumnos que el jueves participaron en la convocatoria de Salir con Arte, con el cuadro de Van Gogh pintado por ellos mismos.
Una cerveza y una noche estrellada en Viva la Vida
MAI IBARGÜEN

Pintar un cuadro sin apenas tener idea de pintura y tomarte una cerveza rodeado de amigos. Así podría resumirse el principal objetivo del proyecto Salir con Arte, que nació en Valencia hace año y medio y desde entonces no ha dejado de extenderse por toda España con gran éxito.


El jueves, en la sala Viva la Vida de Zaragoza (c/ Santa Cruz, 7), se celebró una de esas sesiones y a pesar de las fechas se puso el cartel de completo. En el improvisado estudio de pintura se juntaron 30 personas con ganas de acercarse al arte de forma distendida. Óscar Vicente, propietario del local, estaba encantado con la iniciativa, que en esta ocasión dirigieron las profesoras Laura Soriano y Mai Ibargüen.


"El proyecto ha crecido como la espuma –comentaban–, la mayoría de los participantes no ha cogido nunca un pincel ni sabe lo que es el color magenta, pero después de dos horas divertidas se van encantados a casa con el cuadro pintado debajo del brazo; para ellos es una experiencia única".


Tres pinceles, el lienzo en blanco a estrenar, la paleta de colores, un delantal para no mancharse y una cerveza al lado para pasar mejor el trago de no saber muy bien por dónde empezar. Con todos estos materiales los alumnos se enfrentaron a ‘La noche estrellada’ de Vicent Van Gogh. "Es un cuadro muy conocido, que la gente pide mucho, así que lo repetimos las veces que haga falta", destacaba Laura Soriano.


Se trata de una obra relativamente fácil de copiar, "aunque la pincelada de Van Gogh es imposible de imitar", proseguía la profesora mientras daba las primeras instrucciones: para empezar, el fondo azul; luego el horizonte y los elementos principales (estrellas y espirales), para ir dando las pinceladas del cielo y, por último, el ciprés.


A ello se pusieron alumnos como Elva y Nico, encantados de participar en una experiencia "divertida, innovadora y relajante". Raquel Macía acudió sola y no dudó al asegurar que repetirá. Para Laura Sánchez no era la primera vez: "Resulta increíble pero es así, en dos horas puedes pintar un cuadro sin tener ni idea de pintura; es un plan estupendo porque conoces a mucha gente". A su lado, Alberto Sánchez acudió con un poco de miedo pero estaba encantado con el resultado final.


Dos horas y media largas después de haber empezado a pintar, casi todos los cuadros, con más o menos detalles, estaban terminados. En un momento se recogió todo el material y la sala Viva la Vida recobró su imagen de siempre sustituyendo la pintura por la música.

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