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Todo queda en casa

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La pintora zaragozana Eva Armisén y su marido, el músico Marc Parrot, presentaron ayer un libro conjunto, '¿Qué me está pasando?'.

Todo queda en casa
ESTHER CASAS

Cuando la mayoría de parejas intenta llegar a un acuerdo sobre el reparto de tareas, van ellos y se ponen a trabajar juntos. Él toca y canta. Ella pinta. Y a cuatro manos han escrito un libro para niños. Eso sí, cuando han convergido en un proyecto común, no han acabado como en 'La guerra de los Rose'. "Un poco. ¡No, no nos hemos tirado los trastos!", bromea Marc Parrot. La otra parte de esta historia, la zaragozana Eva Armisén, lo confirma: "La implicación ha sido la misma, muy directa".

 

No ocurre igual en su casa, en Barcelona. Allí, Eva, a pesar de que Marc es músico, lleva la voz cantante. "En casa organizo más yo", dice sincera. Eso sí, a la hora de idear su obra conjunta, los dos han estado a una. Normal, siendo un libro infantil que, bajo el título '¿Qué me está pasando?', pretende explicar sentimientos. Y ¿qué les pasa a sus autores? "Pues muchas cosas, y siempre a la vez", bromea Eva. "Hablamos del miedo, de la vergüenza? Quizá el tema no es común ni fácil de abordar", admite Marc. Y ¿cómo lo han hecho? A través de música, ilustraciones de gran formato, texto? y, con dos ayudantes de excepción, sus hijos Bruno y Berta. "Al final, los sentimientos son parecidos entre niños y adultos", cuenta Eva. Los pequeños, de siete y ocho años, tienen inquietudes artísticas, pero sus padres aún no saben a qué se dedicarán. "Les decimos que lo chulo es trabajar en lo que te gusta -dice Eva- porque son muchas horas las que dedicas a ello". Marc tampoco se preocupa? aún: "Si quieren ser notarios, yo encantado".

 

Eva y Marc ya habían colaborado en ocasiones puntuales, pero nunca con un proyecto creado desde cero por los dos. Tuvo que ser un amigo quien lo sugiriera. Y, con la pintura de ella y las letras de él, era fácil saber por dónde irían los tiros. "A mí me habían dicho muchas veces que por qué no hacía nada para niños", revela Eva. Y más por las temáticas que suelen abordar en sus trabajos que porque tengan complejo de Peter Pan. "Antes, quizás -admite Marc-. Pero ahora no. Aunque, en cierta medida, hemos acabado organizando la vida y el trabajo como un juego". "Sí, pero como un juego muy serio", matiza ella.

 

Se nota que más allá de su habilidad con la pluma están compenetrados. Eva se declara seguidora de Marc. "Me he tragado giras enteras encantada. Ahora cuesta más". Entre sus exposiciones, que le llevarán a Valencia y a Corea cuando comience el año, y los compromisos de él, como su trabajo para la televisión o el espectáculo sobre los 50 años de Nova Cançó, poco tiempo queda para ejercer de 'groupies'. Pero la admiración, sin duda, es mutua. Y eso que en su hogar les ha costado 15 años colgar un cuadro de Eva. "Disfruto más con el entusiasmo que la gente me muestra -cuenta la pintora-. Pero yo, una vez finalizados, no siento tanto apego a mis cuadros". Marc le tiene más: "Si no la hubiera conocido, y viera una pieza suya, hubiera querido conocerla". Y, seguro, hubieran acabado juntos. Y hubieran pintado, escrito y cantado. Todo queda en (su) casa.

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