Ocio y Cultura

La cerámica moderna mediterránea se reivindica en Muel

EXPOSICIÓN

Dos espectaculares piezas de Jacky Coville, una "Odalisca" de 2,45 metros de altura y un surrealista y divertidísimo "Hombre avión" con plátanos en la cola y de 1,30 metros de altura, conviven sin problemas en el patio central de la sala de exposiciones Enrique Cook de Muel. Son algunas de las piezas más espectaculares de la muestra "Cerámica de artistas", inaugurada ayer en el taller-escuela de la localidad. Las creaciones de mayor dimensión (y, lógicamente, complejidad técnica), como un "Tronco de palmera" de Muraour, de 140 centímetros de altura y cocido en una pieza, se han reservado para la primera planta de la sala de exposiciones del taller-escuela.


En la segunda se distribuyen formatos más reducidos junto a piezas delicadas, como las cerámicas de Llorens Artigas que sirven casi de antesala a una deslumbrante nómina de creadores: Fontana, Lam, Chillida, Picasso, Corneille, Miró... La muestra lleva por título "Cerámica de artistas" y ha sido organizada por la Diputación Provincial de Zaragoza con motivo de la Expo 2008. Con ello se sobrentiende que se ha querido hacer una exposición de primer nivel nacional e internacional. Y así ha sido. La muestra, comisariada por Martine Soria con la ayuda de Michel Bepoix, está formada por 170 piezas de 68 artistas. Según asegura Soria en el catálogo, "reúne obras realizadas desde la segunda mitad del siglo XX por 70 creadores de quince nacionalidades (españoles, franceses, italianos, austriacos, belgas, alemanes, holandeses, daneses, suecos, húngaros, canadienses, argentinos, cubanos, chinos y coreanos), que trabajaron o trabajan en el litoral mediterráneo, desde las costas de Liguria hasta las catalanas, pasando por la Costa Azul en Francia. Muchos nombres componen esta lista y muestran la diversidad y la riqueza de la cerámica de nuestra época. La exposición destaca algunos artistas un poco olvidados y que, sin embargo, marcaron su tiempo. Para otros artistas es una ocasión de apreciar cuál ha sido la importancia que la arcilla ha jugado en su obra". Ese es el hilo conductor que se ha buscado para una muestra que reúne a los creadores más destacados del siglo XX que han cultivado la cerámica: el Mediterráneo.


Picasso y su paso por Vallauris


Martine Soria ha diseñado la exposición centrándose en dos focos capitales en la historia de la cerámica contemporánea: la costa de Liguria en Italia y la Costa Azul francesa, las pequeñas ciudades de Albissola y Vallauris. Y es que, se asegura desde la organización, "la historia de la cerámica moderna no hubiera sido la misma sin el concurso de Pablo Picasso y su paso por Vallauris en la Costa Azul... Los esfuerzos de los talleres mediterráneos en el siglo XX han sido fundamentales para que, ya madura la idea de la cerámica como arte de creación (y no solo artesanía o 'arte decorativo') numerosos pintores y escultores de vanguardia recalaran en dicha técnica para ampliar su universo creativo. Un caso ejemplar, bien representado en esta muestra, fue el desaparecido taller de Saint-Paul de Vence, que levantó el galerista Aimé Maeght para que los artistas de su escudería se adentrasen en el extraordinario mundo de la arcilla. Por allí pasaron los españoles Chillida y Tàpies, pero también los Cobra, Appel y Corneille".


Se trata, en realidad, de una exposición de arte contemporáneo en la que, según subraya Michel Bepoix, "están presentes todos los estilos y todas las técnicas relacionadas con la cerámica".


"Hay artistas que enfocan la cerámica en su vertiente decorativa -añade-, que entienden el material como una extensión de sus lienzos, y que lo que hacen es realizar pinturas que son trasladadas a la cerámica. y artistas como Miró o Picasso, que en realidad lo que hacen es crear formas nuevas, cosas que tienen que ver, pero a la vez no, con su pintura".


El misterioso Anton Prinner


El recorrido atento tiene mucho de revelación para el visitante, porque no solo se centra en los grandes nombres. Hay, también, una reivindicación de creadores injustamente poco conocidos en nuestro país. Y también incluye numerosas curiosidades. Una vitrina, por ejemplo, está consagrada por completo a Anton Prinner, artista de origen húngaro que está empezando a ponerse de moda ahora en Europa.


Prinner, según relata Bepoix, fue pintor, diseñador, grabador y escultor. Con solo metro y medio de altura, de aspecto frágil y fumador de pipa, tallaba esculturas de enormes dimensiones. De origen húngaro, emigró a Francia y allí trató con todos los grandes, entre ellos Picasso. Solo poco antes de morir se descubrió que Anton, en realidad, era una mujer. Y eso ha rodeado su figura de un halo misterioso y mítico. Una más de las sorpresas que aguardan al visitante.


La muestra, en suma, según señala Soria, evidencia que "la cerámica ha superado desde hace mucho tiempo su papel utilitario y funcional para convertirse en decoración y en elemento del entorno cotidiano, pero también en objeto de creación al mismo nivel que una pintura o que una escultura. La exposición no pretende ser exhaustiva, pero nos muestra algunos ejemplos de una aventura plástica que todavía está viva".

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