Feijóo apuntala su liderazgo con una holgada mayoría en Galicia que descalabra al PSOE

Salva el 'match ball' ante Sánchez con un triunfo más rotundo de lo esperado que hunde a los socialistas en su peor resultado y contiene al BNG.

El presidente del PP Alberto Nuñez Feijóo mantiene una vidoconferencia con el ganador de las elecciones gallegas por el Partido Popular Alfonso Rueda tras el escrutinio de los resultados electorales, este domingo en Madrid
El presidente del PP Alberto Nuñez Feijóo mantiene una vidoconferencia con el ganador de las elecciones gallegas por el Partido Popular Alfonso Rueda tras el escrutinio de los resultados electorales, este domingo en Madrid
Efe

Ni jaque con cambio en Galicia, ni mate a Alberto Núñez Feijóo. La comunidad natal de éste, ese hermoso ecosistema cuajado de diversidad que se pateó en campaña como si él continuara siendo el candidato a la Xunta, ha vuelto a comportarse como tierra de promisión para el líder del PP, que no solo ha ganado este 18-F el 'match ball' sobre la solvencia de su liderazgo para seguir comandando la alternativa a Pedro Sánchez. Ha infligido en paralelo un durísimo revés a los socialistas, descalabrados con el peor resultado de su historia que erosiona la credibilidad del Gobierno sostenido en el Congreso por el soberanismo al que, en cambio, le ha ido de dulce en estos comicios encarnado en el BNG.

Galicia, siempre Galicia, ha permitido a Feijóo, cabalgando sobre los 40 escaños cosechados por la candidatura de su delfín, Alfonso Rueda, un primer y relevante desquite de la honda decepción del 23-J conquistando la cuadratura del círculo que ambicionaba: retener la hegemonía de los últimos 15 años en una autonomía muy simbólica para el partido -de allí era su fundador, Manuel Fraga-; proyectar la imagen de que el Gobierno de Sánchez está gripado a los tres meses de echar a andar -al desplome del PSdeG hasta unos desalentadores nueve escaños se añade que Sumar sale del examen como fuerza extraparlamentaria-; y poder recrearse en la inutilidad de los casi 32.000 votos de Vox, perdidos en la nada.

Rueda, que seguirá residiendo en el palacio de Monte Pío ya por derecho propio tras su reválida en las urnas, dará continuidad - "estabilidad", en traducción anoche de una satisfecha Cuca Gamarra- con mayor holgura de la que pronosticaban las encuestas a las cuatro mayorías absolutas que encadenó su jefe de filas. Con el escrutinio cerrado, a falta de los 29.300 sufragios del exterior que se empezarán a recontar dentro de una semana sin que resulten ya decisivos, el PP trepó hasta los 40 escaños, dos menos que los cosechados por Feijóo en las elecciones de la pandemia de hace cuatro años pero dos por encima de los que garantizan tener las manos libres en el Parlamento sin depender de nadie, con casi el mismo porcentaje de voto -el 47%- y 70.000 papeletas más. Un poderío que solo aparecía en los sondeos más optimistas para los populares y que transformó el alivio de las encuestas al principio de la noche en euforia cuando finalizó el conteo.

A falta de discernir cuánto del nuevo voto se ha llevado el PP y cuánto el BNG, la participación más elevada en unas autonómicas -el 67,2%- acabó siendo talismán no para las izquierdas sino para Feijóo, que se hizo con su primera mayoría en 2009 en las que habían sido hasta este domingo las elecciones más concurridas. Los populares aparecen firmemente asentados a pesar incluso de la entrada con un diputado en la Cámara de Santiago de esa suerte de 'trumpismo' a la gallega que es la Democracia Ourensana de Gonzalo Pérez Jácome; de la competencia de Vox, para el que la comunidad se mantiene como territorio infranqueable; y del espectacular empuje de un BNG erigido en única alternativa al centroderecha.

Segunda vuelta del 23-J

Así, la otra triunfadora de la noche fue, como se preveía, la soberanista Ana Pontón, que finalmente no será la primera mujer y la primera nacionalista en presidir la Xunta pero que ha propulsado al BNG hasta unos históricos 25 escaños, seis más de los que atesoraba con un espectacular incremento de150.000 sufragios. La férrea resistencia del PP y la evidencia de que el Bloque ha nutrido su fuerte subida gracias en buena medida al vaciamiento de las izquierdas con arraigo español han estrechado al límite el espacio en el mapa gallego de las dos fuerzas que integran el Ejecutivo de Sánchez.

En un varapalo sin paliativos, la candidatura de José Ramón Gómez Besteiro, el aspirante apadrinado por el presidente, ha perdido cinco escaños cayendo por debajo de la barrera psicológica de los diez y perdiendo en el camino 50.000 apoyos. Y Sumar, el proyecto de la gallega Yolanda Díaz a la que Feijóo esperaba en la esquina de su tierra, se estrella sin representación parlamentaria al igual que Podemos. Las izquierdas en guerra cainita se han fagocitado a sí mismas agudizando ante el ciclo electoral de este 2024 la corrosión de su cisma.

Convertido este 18-F por la circunstancias y la extrema polarización política en una segunda vuelta precipitada del 23-J -ese test se esperaba para las europeas de junio-, el escrutinio sitúa la ya de por sí convulsa legislatura española en un escenario más airoso para que el PP de Feijóo ahonde en su ofensiva de desgaste de Sánchez y más comprometido para el Gobierno. Si hubo algún riesgo de que la modulación de Feijóo sobre el modo de confrontar con el independentismo catalán, al admitir en mitad de campaña que revisó 24 horas la amnistía exigida por Junts y que sopesaría indultar a Carles Puigdemont si este recula y cumple con la justicia, le penalizara, las urnas han santificado la estrategia del jefe de la oposición, que volvió a 'galleguizar' la última semana de campaña. El apego político al terruño que siempre le resultó fructífero.

Enfrente, Sánchez se topa con una bofetada en las urnas que acredita una debilidad en Galicia camino de hacerse endémica y que va más allá de lo territorial. Los socialistas, asumiendo que iban de gregarios del BNG, no han conseguido que el vuelco en la Xunta dejara herido de muerte a Feijóo como pretendían. Y junto a ello, cuando acaba de abrirse la ronda electoral autonómica a la que seguirán las vascas y las catalanas, la sangría de este domingo solo ha beneficiado al BNG, que ha dejado de ser el 'hermano pobre' de los nacionalismo periféricos. Un engorde que apunta al riesgo de que la mayoría de Sánchez construida sobre sus pactos con el independentismo vaya carcomiendo el músculo en las urnas del PSOE.

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