El PSOE sale del pleno con el susto en el cuerpo y pide a Moncloa otra forma de negociar

"Las legislaturas multipartidistas tienen estos azares", replica Sánchez tras una jornada agónica para su partido.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la votación en el pleno del Congreso
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la votación en el pleno del Congreso
Fernando Villar/EFE

Pedro Sánchez apareció este miércoles en el Senado a las siete menos veinte de la tarde, cuando hacía varios minutos que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, había despejado la gran incógnita de la jornada. El Gobierno respiraba ya tranquilo tras haber salvado, con nuevas cesiones a Junts y tras una negociación agónica, dos de los tres primeros reales decretos leyes de la legislatura. Aún faltaba por repetir la votación del texto 'anticrisis' para deshacer el empate provocado por un error del diputado de Sumar Gerardo Pisarelo, pero no había duda el resultado. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, exhibían, como bien explicitó el primero, «una sonrisa de oreja a oreja». Aunque lo cierto es que el PSOE sudó sangre durante todo el día y el sufrimiento ha pasado factura.

Por primera vez en mucho tiempo, no resulta difícil encontrar en el partido quien deslice una advertencia dirigida a la Moncloa. «Esto no se puede repetir». Entre los socialistas cunde el malestar por una manera de negociar de la que, en realidad, llevan mucho tiempo quejándose sus socios. La estrategia de hacer reales decretos leyes «macedonia» escasamente negociados, con cuestiones que no siempre encajan en la exigencia de «urgente necesidad» y en los que asuntos que no concitan consenso se entremezclan con otras -por ejemplo, la subida de las pensiones- a los que a cualquier grupo le resulta difícil oponerse funcionó bien la legislatura pasada pese a las protestas constantes de los aliados. Este miércoles estuvo a punto de fracasar. «Tenemos que asumir que el escenario ha cambiado», advierten en la propia ejecutiva del PSOE.

Incertidumbre

El momento exacto en el que Junts trasladó a Bolaños y Montero que había optado por una abstención (en realidad lo que hizo fue no votar), que facilitó la convalidación de todos los decretos salvo el de la reforma del subsidio de desempleo, tumbado por Podemos, es incierto. Pero poco después de darse por cerrada, a las tres y media de la tarde, la votación telemática, los principales negociadores del Gobierno abandonaban el pleno con gesto serio, y desde la secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes aseguraban desconocer la posición de los postconvergentes.

Hasta minutos antes de que Armengol leyera, cerca de las seis de la tarde, el resultado, el pesimismo cundía en el grupo parlamentario socialista. La intervención de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, tras días amenazando con un voto en contra había sonado muy poco halagüeña.

Fuentes de la formación catalana explican que fue con posterioridad cuando pasaron a la abstención. Pero solo a media tarde, conocida ya la votación, el partido de Puigdemont explicó el porqué de su cambio de postura. De nuevo, los socialistas habían aceptado exigencias que solo horas antes tachaban de inviables, como la supresión del artículo 43 bis de la ley de Enjuiciamiento Civil -que, a su juicio, «ponía en peligro la amnistía» y, según el Gobierno, venía obligada por la UE- o que el aceite pase a ser alimento esencial con un 0% de IVA, en la líena con medidas planteadas por el PP .

Ni esas contrapartidas, arrancadas baja presión máxima, ni otras, como el traspaso de las competencias sobre inmigración o la reforma de la ley de Sociedades de Capital que Junts exigía para sancionar a las empresas que se fueron de Cataluña en 2017 y opten por no regresar pese a tener en esa comunidad su base de operaciones y para incentivar fiscalmente a las que vuelvan, fueron ayer confirmadas oficialmente por el PSOE. Sánchez se limitó, finalizado el pleno, a hacer una referencia sucinta pero nada explícita a la dura negociación y a cargar contra el PP por sus votos en contra.

«Las legislaturas multipartidistas tienen estos azares», resumió casi como contestaicón a los suyos. «Bien está -alegó- lo que bien acaba».

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