La gran paradoja independentista: máximo poder negociador pese al retroceso electoral

Han conseguido arrancar un compromiso que hasta hace unos meses parecía absolutamente inalcanzable: una ley de amnistía.

Carles Puigdemont, en Bruselas.
Carles Puigdemont, en Bruselas.
Yves Herman / Reuters

Este 2023 ha sido el año de la gran paradoja independentista: justo cuando experimentaba claros síntomas de flaqueza electoral, tras recibir un severo revés en los comicios del 23 de julio y en pleno retroceso en las encuestas en Cataluña, ERC y JxCat disfrutan de su mayor poder negociador en Madrid.

Las claves de su peculiar fórmula "menos es más", con la que han conseguido arrancar un compromiso que hasta hace unos meses parecía absolutamente inalcanzable: una ley de amnistía para poner judicialmente el contador a cero tras una década de 'procés'.

Menos diputados, más rendimiento

En 2021, la fuerza electoral del independentismo tocó techo: las candidaturas favorables a la independencia alcanzaron el 52% de los votos en las elecciones al Parlament, los 74 diputados de ERC, JxCat y la CUP sumaban una holgada mayoría absoluta que permitió investir al republicano Pere Aragonès como presidente de la Generalitat y se iniciaba un mandato en el que parecía haber margen para revitalizar el 'procés'.

Todo fue un espejismo, porque, un año después, la CUP ya ejercía inequívocamente de oposición, JxCat rompía su coalición de gobierno con ERC, mientras que Aragonès se quedaba solo al frente de una Generalitat abierta a dialogar con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Aparentemente, los resultados del 23J fueron un descalabro para el independentismo -ERC cayó de la primera a la tercera plaza en Cataluña, JxCat fue quinta, incluso por detrás del PP Catalán, y la CUP se quedó sin escaños-, pero los 14 diputados de Esquerra y Junts -siete para cada uno- tenían la llave de la investidura de Pedro Sánchez, por lo que su poder negociador se multiplicó exponencialmente.

¿El retorno del "estilo Convergència"?

En 2023, el gen convergente de JxCat ha sacado la cabeza en más de una ocasión, empezando por las municipales de mayo, en las que el exalcalde de Barcelona Xavier Trias volvió a un cartel electoral con un discurso 'vintage', pragmático, opuesto a la "confrontación" que enarbolaba Carles Puigdemont, y ganó contra pronóstico, aunque una carambola de pactos le dio la alcaldía al socialista Jaume Collboni.

Pero sin duda el viraje más llamativo es el que ha dado Puigdemont, que en la campaña del 23J llegó a afirmar que Pedro Sánchez jamás sería presidente con los votos de JxCat y que, tras convertirse en árbitro de la investidura, abrió la puerta a una negociación que ha culminado con la rehabilitación de su figura a ojos de PSOE y Sumar y con una ley de amnistía en el Congreso.

El giro posibilista en la estrategia de JxCat ha coincidido con el progresivo ocaso del sector más favorable a la vía unilateral, con Laura Borràs a la cabeza, cada vez más arrinconada frente al núcleo duro que capitanea el secretario general del partido, Jordi Turull, junto a multitud de cargos procedentes de la antigua Convergència.

Tres mesas para una negociación

Además de mantenerse la mesa de diálogo entre Generalitat y Gobierno, los pactos de investidura han propiciado dos mesas de negociación bilaterales del PSOE con JxCat y con ERC, arbitradas por un verificador internacional, en las que los independentistas formularán sus propuestas para celebrar un referéndum de autodeterminación y acordar una financiación singular para Cataluña.

Las delegaciones de JxCat -encabezada por Puigdemont- y del PSOE -con Santos Cerdán- ya han mantenido en Ginebra una primera reunión, en presencia del "verificador", el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, mientras que la mesa entre ERC y los socialistas -que también podría reunirse en Suiza para que participe Marta Rovira- aún no tiene fecha de estreno, aunque sí está agendado un encuentro entre Aragonès y Sánchez el 21 de diciembre en Barcelona.

Puigdemont, ¿candidato?

El factor Puigdemont condicionará la estabilidad de la legislatura española y hará sudar al Gobierno: cada voto de JxCat para apoyar sus iniciativas en el Congreso dependerá de los "avances" que se registren en su mesa de negociación, una incertidumbre que puede verse agravada por la proximidad de los comicios catalanes, previstos para febrero de 2025, si Aragonès no los adelanta.

Puigdemont no está inhabilitado, por lo que podría repetir como candidato de JxCat a las elecciones europeas del año que viene y, si prospera la amnistía, incluso se podría plantear postularse como aspirante a presidir la Generalitat de manera efectiva -en 2021 fue cabeza de lista como mero reclamo electoral, porque Borràs era la candidata real a la presidencia-.

Esa misma tentación también puede tenerla Oriol Junqueras en ERC, aunque ello supondría desplazar a Aragonès; eso sí, el socialista Salvador Illa es quien lidera los sondeos.

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