El Ejército necesita con urgencia 47 cazas por la jubilación de parte de su fuerza de combate

Las dudas sobre la compra de los F-35 de EE UU se han convertido en un asunto de Estado por su coste de 10.000 millones.

Ensayo del desfile aéreo por el Día de la Fuerzas Armadas en Huesca.
Ensayo del desfile aéreo por el Día de la Fuerzas Armadas en Huesca.
Javier Navarro

En el seno de la cúpula militar española lo llaman "el innombrable". No porque se desconozca su identidad -se trata del caza F-35 de la firma estadounidense Lockheed Martin, el avión de combate "más letal y conectado del mundo" y piedra angular del sistema defensivo de 14 naciones-, sino porque la aprobación de los programas de modernización para adquirir este aparato se ha convertido en un asunto de Estado. Un tema "muy polémico" para el Gobierno en funciones por su deriva política y económica. Pero también para el ministerio de Margarita Robles por la urgencia operativa que tiene nuestra fuerza aérea.

Fuentes del Estado Mayor de la Defensa cuantifican en 47 los cazas que precisan las Fuerzas Armadas por la jubilación forzosa de cerca de una tercera parte de la flota de aviones de combate durante los próximos cinco años. El Ejército del Aire y del Espacio necesita un mínimo de 35 aparatos y la Marina, unos 12. En ambos casos porque los veteranos F-18 Hornet, comprados de segunda mano a las US Navy, y los característicos Harrier de despegue vertical, que han sobrepasado los 40 años de vida útil, tienen prevista su muerte operativa entre 2026 y 2028. A lo sumo se podría ampliar dos años más.

En la industria de Defensa conocen perfectamente la encrucijada en la que se encuentra el Ejecutivo y las necesidades inmediatas del Ejército. Y el tiempo corre sin que se haya tomado una decisión que supondría un importante coste a medio plazo: unos 10.000 millones de euros, casi el presupuesto anual de todo el ministerio.

Este es el precio aproximado de los dos programas si se opta por la solución más rápida: la vía estadounidense de Lockheed Martin, cuyos dos modelos de F-35 vendrían a ser el relevo escalonado de los F-18 y de los Harrier. Estos aviones forman la dotación del ala fija embarcada del portaaviones Juan Carlos I. Una capacidad de fuerza naval de la que forma parte España dentro de un selecto club de naciones.

El asunto tiene varias aristas que explicarían la demora de la decisión final. En primer lugar está el tiempo y las necesidades operativas. Los ejércitos urgen la sustitución de sus cazas y en el mercado solo el F-35 aparece como la solución inmediata. Por ejemplo, el modelo B de este aparato es la única alternativa al Harrier, porque sería capaz de operar desde la cubierta del portaaviones patrio por su posibilidad de despegue vertical.

Del mismo modo, el Ejército del Aire solo tiene aparatos de cuarta generación y se requiere la siguiente evolución para adecuarse a las potencias de la OTAN y poder realizar maniobras conjuntas "que no generan tantos problemas", comentan fuentes militares. Y en este punto, y dado que el consorcio europeo Airbus no fabrica cazas de quinta generación, de nuevo aparece en el mercado el modelo A del F-35.

Aquí es donde subyace la segunda arista que mantiene en suspenso la postura del Gobierno: sostener la apuesta firme por la industria europea y el consorcio de Airbus, generador de empleo en nuestro país, o decantarse por la opción comercial de Lockheed Martin, que no supone retorno económico alguno.

En esta elección pesa el liderazgo de España con Francia y Alemania alrededor del proyecto FCAS. Se trata del futuro caza de combate europeo de sexta generación que desarrolla Airbus y la francesa Dassault. Un sistema aéreo de combate que está en fase de parón por el desencuentro entre las dos constructoras y cuyo primer vuelo de prueba no verá la luz hasta 2027, dos años después de lo previsto. Por lo tanto, su plena operatividad no se alcanzaría hasta el período 2035-2040. Un horizonte lejano que contrasta con las actuales urgencias de las Fuerzas Armadas.

Ala fija embarcada

Desde la industria de Defensa se apunta a que estas necesidades inmediatas impiden esperar al FCAS, a no ser que España quiera perder su ala fija embarcada, una seña de identidad de las grandes marinas de guerra. También explican que la elección del F-35 no supondría bajarse de los proyectos europeos, por lo tanto la opción intermedia sería hacer una compra "limitada".

Para ello, la primera aproximación debe ser con el Gobierno de Estados Unidos, ya que cualquier adquisición extranjera de este avión requiere la aprobación previa de su Congreso. "El tiempo apremia porque la lista de espera es larga y el periodo desde que se encarga hasta que se recibe podría llegar a los siete años", comentan las citadas fuentes, que citan el ejemplo el caso de Dinamarca: pidió 27 F-35 en 2016 y las cuatro primeros aparatos llegaron en septiembre pasado. El precio inicial, 2.200 millones.

Precisamente, el tercer condicionante es el dinero. Hay unanimidad en que el coste es un asunto controvertido, porque el caza que vendría a sustituir al Harrier, por ejemplo, es mucho más caro de lo que la empresa anuncia. Los 100 millones de precio de mercado de cada F-35 podría llegar a 200 por los gastos operativos y de mantenimiento. Por poner en contexto, el precio de cada fragata F-110 se estima en 860 millones y una hora de vuelo del F-35 es de unos 41.000 euros frente a los 20.000 del F-18 o 13.000 del Harrier. "Es indudable que podría hipotecar nuestros gastos durante la próxima década", admiten en la Armada.

A la espera de que el Gobierno en funciones mueva ficha, la última noticia es que el Consejo de Ministros del pasado 12 de septiembre destinó 4.000 millones a la ampliación del programa Halcón, que supondrá la adquisición de 25 cazas Eurofighter de cuarta generación para iniciar el reemplazo escalonado de los F-18 hasta finales de esta década. No obstante, esta inversión no influye en la decisión que se tome sobre el F-35. Un asunto de Estado.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión