Por
  • José Manuel Naya

¿Qué nos cuesta el Ejército?

Maniobras militares en San Gregorio
Maniobras militares en San Gregorio
Raquel Labodía

El actual Presupuesto para Defensa alcanza en España unos 12.800 millones de euros. Sin embargo, resulta evidente que la distribución de estos fondos no refleja un equilibrio eficiente. De hecho, asignar un abrumador 94% a las excesivamente burocratizadas Secretaría, Subsecretaría y Estado Mayor de la Defensa y solo el 6% a los tres Ejércitos (Tierra, el 3% y un 1,5% tanto para la Armada como Aire y del Espacio) que son los operativos y además son los que ‘ponen los muertos’ llama la atención. 

Esta disparidad en la distribución de recursos plantea cuestionamientos sobre la efectividad y prioridades de gasto. Y representa un reto para cumplir con los compromisos internacionales según lo acordado con la OTAN en la pasada cumbre de Madrid de 2022, por los cuales tendremos que alcanzar el 2% del PIB en el año 2029, teniendo en cuenta que España es el tercer país por la cola de la OTAN, de los 32 que la integran, que menos invierte en Defensa.

Considerando que los tiempos cambian y por tanto la situación del momento también varía, lo que se necesita hoy, lo que debemos y podemos aportar con nuestra integración en la OTAN ya lo tenemos: una división más sus apoyos necesarios a la maniobra del Ejército de Tierra (Apoyo a la Fuerza). Y un buen gestor buscaría suprimir lo que no necesitamos, como son las unidades del Ejército de Tierra (no las bases naval y aérea) desplegadas en Baleares y Canarias, ya que nadie quiere ni tiene la suficiente capacidad militar para invadirlas, salvo las pateras de migrantes africanos y los traficantes de drogas y personas, pero eso es responsabilidad del Ministerio de Interior y no del Ejército.

Lo mismo podemos decir de las costosas unidades militares desplegadas en Ceuta y Melilla (que ni la OTAN ni la Unión Europea reconocen plenamente como territorio nacional) que tampoco necesitamos, pues con Marruecos, y como buen y necesario vecino, no debemos ni vamos a tener nunca un enfrentamiento armado, como ya indicaba en mi anterior artículo publicado el pasado 18 de abril. El asalto a las vallas fronterizas, ya con incontables muertes, las invasiones programadas de adolescentes y los numerosos problemas políticos consiguientes son asuntos de Interior y no del Ejército.

Si la cúpula cívico-militar de Defensa actuase con sentido común administrativo y de gestión militar, tendería a mejorar la eficiencia, suprimiendo las unidades antes citadas, además de enajenar sus numerosas instalaciones (cuarteles y propiedades). Esto no sólo generaría ahorros económicos sustanciales, sino que también permitiría la asignación de estos recursos a áreas de mayor prioridad, como la inversión en tecnología, capacitación y equipo moderno para las Fuerzas Armadas.

En resumen, es crucial enfocar el gasto de Defensa en función de las necesidades actuales y no quedarse anclado en grandezas del pasado. La historia ya está escrita con lo que hicimos y fuimos en el mundo y es hora de ajustarse a las realidades cambiantes. La adaptación y la toma de decisiones estratégicas son esenciales para asegurar que el Presupuesto de Defensa se utilice eficazmente en la protección de los intereses y la seguridad de España.

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