POLÍTICA

La crisis en Oriente Próximo añade ruido a la aún incierta investidura de Sánchez

El PSOE descarta que las discrepancias con sus socios afecten a los pactos pero la oposición las usa ya en su contra.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (c), durante su participación en la Cumbre de la Paz de El Cairo
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su participación en la Cumbre de la Paz de El Cairo
EFE/ Borja Puig de la Bellacasa

La crisis de Oriente Próximo no condicionará en sentido estricto la investidura de Pedro Sánchez. Al menos, así lo trasladan los socialistas, a pesar de la exigencia de Sumar de incluir el reconocimiento del Estado de Palestina como una de las prioridades de un próximo Gobierno de coalición y del incidente diplomático que las acusaciones de "genocidio" contra la población de Gaza vertidas por la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, provocaron esta semana con Israel. Pero sí ha añadido ya ruido a un proceso de negociación de resultado aún incierto.

El secretismo absoluto decretado por el jefe del Ejecutivo en torno a sus conversaciones con Junts y ERC sobre la amnistía de los encausados del 'procés', las inversiones, la financiación de Cataluña o la resolución del "conflicto", afecta también a las conversaciones menos inflamatorias con el resto de grupos políticos. Incluido el pacto de Gobierno con Sumar que, no obstante, va, según afirman en el PSOE, por buen camino y podría materializarse pronto.

Sin embargo, la insistencia de Belarra en afirmar que habla en nombre del Gobierno cuando defiende que hay que llevar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante la justicia internacional, suspender relaciones diplomáticas con Israel o imponer sanciones económicas al Estado hebreo, y el discurso netamente propalestino de Sumar, no solo ha dado pie al PP a meter el dedo en la llaga de las diferencias entre los dos socios de coalición. También ha llegado a erosionar uno de los supuestos flancos fuertes del presidente del Gobierno en funciones, el de la política internacional, en plena presidencia de turno de la UE.

En Ferraz restan trascendencia a la actuación de Belarra, que también volvió a sembrar dudas el jueves sobre el apoyo a la investidura de los cinco diputados de su formación inscritos en el grupo parlamentario de Yolanda Díaz. La enmarcan dentro de la batalla por las cuotas de poder en el seno de Sumar.

"Buscan atención, pero no la nuestra", dicen. Los barones del PSOE que perdieron las presidencias autonómicas el pasado 28 de mayo siempre señalaron los choques en la coalición, junto a las cesiones al independentismo, como claro elemento de desgaste. Ahora, con el futuro Gobierno de Sánchez aún en el aire, esos dos ingredientes vuelven a aparecer en la ecuación. Y el silencio de Sánchez, que, como ocurrió en la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo, rehuyó esta semana la oportunidad de explicar en el Senado las claves de la amnistía que negocia con el independentismo, empieza a generar cierto desconcierto.

Hay incluso quien admite inquietud con la estrategia impuesta. "Estamos dejando que los 'indepes' llenen el acuerdo posible con sus obsesiones (amnistía y referéndum) y que el PP lo haga con su eslogan de 'se rompe España'. Se produce sin querer un vacío explicativo de la España que defendemos: convivencia y un proyecto plural compartido", admite una dirigente. Con todo, la fe en que su líder logrará su objetivo y pronto la legislatura echará a andar mantiene las aguas tranquilas. "Cuando todo se descubra trasladaremos nuestro mensaje; hay tiempo", apunta otro cargo.

Mensajes de tranquilidad

Desde la Moncloa se emiten señales de tranquilidad. Por un lado, dan por zanjado el choque con Israel después de que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, hablara el martes con la embajadora en España, Rodica Radian-Gordon, para afearle el tenor de las acusaciones contra sus socios del Gobierno (en un comunicado, los situó "alineados" con un terrorismo "tipo ISIS"), pero también para reiterarle que la voz de España en política exterior es la del propio presidente del Gobierno o la suya. Por otro, insisten en que las conversaciones para la investidura van adelante, aunque pueda parecer lo contrario.

En el núcleo duro del Ejecutivo en funciones dan a entender, de hecho, que la cabeza de Sánchez ha estado estos días más en la política internacional y las implicaciones de un conflicto de trascendencia mundial que en lo doméstico. 

Después de que la oposición hiciera escarnio con el hecho de que no se contara con España para el primer comunicado de apoyo que, tres días después de la ofensiva de Hamás, con cerca de 1.400 muertos, emitieron Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, el jefe del Ejecutivo se ha entregado a su papel como presidente de turno de la UE, con un mensaje muy en sintonía con el del Alto Comisionado para la Política Exterior, el exministro Josep Borrell, tan drástico en la condena de la organización terrorista como con la respuesta indiscriminada de Israel contra la población de Gaza.

Este sábado, Sánchez participó en la cumbre internacional convocada por Egipto en El Cairo para abordar la necesidad de hacer llegar ayuda humanitaria a los habitantes de la Franja, que, sin posibilidad de huir, padecen desde hace más de una semana los bombardeos diarios de Israel y el bloqueo que impide la entrada de alimentos y agua. Pero además se ha atrevido a marcarse un objetivo más ambicioso: convertir la reunión de ministros de Exteriores de la Unión por el Mediterráneo que se celebrará el 27 de noviembre en Barcelona en la que "Israel y Palestina se sientan en igualdad de condiciones", dijo, en una ocasión para "relanzar el diálogo euro-árabe".

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