La amnistía y el viraje de Puigdemont marcan la Diada independentista del 11-S

Aragonès emplaza a Sánchez a abrir una segunda fase de negociación para pactar un referéndum.

La Diada reúne 150.000 manifestantes, una de las cifras más bajas desde 2012
La Diada del año pasado en una imagen de archivo.
EP

Cataluña celebra este lunes la Diada del 11-S, fiesta oficial de la comunidad autónoma, marcada por las negociaciones de los independentistas para investir a Pedro Sánchez a cambio de una ley de amnistía.

Hay decenas de actos culturales, sociales y políticos -no solo los que protagonizan los independentistas- pero desde el inicio del 'procés' el foco está puesto en la manifestación que la ANC organiza por la tarde. Empieza a una hora simbólica: las 17:14 (fecha de la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas). Desde hace una década, esta concentración ofrece una fotografía de cómo está el movimiento secesionista. Hubo cadenas humanas con cientos de miles de personas, grandes avenidas llenas de gente y algunos hasta creyeron que saliendo a la calle conseguirían doblegar al Estado. Eso es lo que les vendieron desde las cúpulas del independentismo. La entidad constitucionalista Sociedad Civil Catalana calificó esta domingo la Diada como un "aquelarre de autoafirmación identitaria y de odio a España". El secesionismo, en cambio, aprovecha la jornada para exhibir músculo. "El independentismo demostrará en la Diada que es una opción política mayoritaria", afirmó Carles Puigdemont. Las últimas elecciones contradicen esta afirmación: las fuerzas secesionistas obtuvieron el 23-J 14 escaños en el Congreso sobre un total de los 48 diputados que se eligen en Cataluña.

El año pasado, se manifestaron en torno a 150.000 personas, muy lejos de las grandes movilizaciones de los años duros del 'procés'. La cifra de asistencia ya no es tan importante, como ver el tono de la marcha. En 2022, fue muy hostil con ERC y el Govern por su entendimiento con los socialistas. Los republicanos no participaron, pero este año volverán a dejarse ver en la calle. Estarán Pere Aragonès y Oriol Junqueras. El electorado ha castigado a los partidos nacionalistas por sus continuas peleas -700.000 votos menos entre ERC, Junts y la CUP en las últimas generales-. La falta de unidad se paga en las urnas. Este año, estarán todos juntos, en la plaza de España de Barcelona (bautizada de manera unilateral como plaza 1-O por el nacionalismo), pero no revueltos.

Todos los actores del secesionismo defienden lo mismo: reclaman la amnistía y la autodeterminación. Pero discrepan en todo lo demás: plazos, estrategias y socios. ERC y Junts pugnan por la hegemonía del movimiento y no han sido capaces de ponerse de acuerdo ni para negociar juntos con Sánchez.

En la previa, unos y otros se lanzaron reproches y toques de atención. Junts volvió a marcar perfil propio. Mantuvo la "legitimidad" del 1-O y advirtió de que no renunciará a la vía unilateral. Este es uno de los puntos más delicados de la negociación con el Gobierno de una ley de amnistía. Aunque se ponga el marcador a cero y se pase página extinguiendo los procesos penales de cientos de personas, el secesionismo, en lo que respecta a Puigdemont, se niega a enterrar el hacha de guerra y recuerda que nunca parará hasta conseguir la independencia.

Cruce de dardos

Este domingo hubo también reproches de ERC y el Govern hacia la ANC, por insistir con una DUI tras la eventual aprobación de la amnistía y pedir a Esquerra y Junts que se unan para hacer efectiva la secesión y no para investir a Sánchez. Un alto cargo del Govern llamó "doña pureza" a la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, y esta organización reclamó su dimisión. El presidente de la Generalitat, por su parte, lanzó un aviso a Puigdemont, que ha cogido todo el protagonismo en las negociaciones con los socialistas. El estatus político de Cataluña "lo negocia el Gobierno catalán", le advirtió en una entrevista en El Periódico. En el discurso institucional para la Diada, pronunciado en TV3, Pere Aragonès afirmó que "la amnistía no resuelve el conflicto". El jefe del Ejecutivo cree que esta legislatura será "necesaria una nueva fase de negociación", "sumando complicidades", para que Cataluña pueda votar sobre la independencia.

El dirigente republicano remarcó que "Cataluña tiene la clave de la gobernabilidad" y debe "aprovechar esta fuerza para hacer posible todo lo que hasta ahora no lo era". "Estamos forzando al Gobierno a dar pasos decisivos por la amnistía", remató.

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