Sánchez ordena contención frente a Podemos para que la coalición no reviente

Irene Montero obvia el intento del presidente de rebajar tensiones e insiste en que lo que está "en riesgo" no es el Gobierno sino los "derechos de las mujeres".

Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno del 8 de marzo
Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno del 8 de marzo
Chema Moya

La herida en el Gobierno a cuenta de las consecuencias penales de la ley del 'solo sí es sí' y la propuesta de reforma socialista no es una herida más. Las desavenencias que PSOE y Podemos venían aireando públicamente en las últimas semanas se tornaron el martes, durante el debate de toma en consideración del texto, en una suerte de duelo a garrotazos que dejará secuelas, haya o no una ruptura formal. La imagen que proyecta el Ejecutivo es la de una coalición lisiada y eso, a apenas dos meses y medio de los comicios autonómicos y municipales del 28 de mayo y a nueve de unas generales tras las que nadie estará en condiciones de gobernar en solitario, inquieta a Pedro Sánchez.

El clima interno no es bueno. "Están disgustadas, profundamente disgustadas, y se nota", admiten fuentes gubernamentales sobre la actitud con la que Ione Belarra e Irene Montero asisten en los últimos tiempos al Consejo de Ministros. El presidente es perfectamente consciente de que, en las actuales condiciones, es muy fácil que el incendio del 'sí es sí' se propague y acabe consumiendo a todo el Ejecutivo. Por eso, la consigna a su partido para que no se contribuya a la escalada verbal ha sido clara, según señalan en su entorno. "Tenemos que seguir trabajando, agotar la legislatura, y yo voy a contribuir siempre con mis declaraciones a rebajar ese tono", explicitó hoy la número dos de los socialistas y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Ni Sánchez ni la mayor parte de sus ministros, a excepción de las dos dirigentes de Podemos, estuvieron en el Hemiciclo durante el tenso debate, precisamente, para tratar de dar al encontronazo perfil bajo. Muchos tenían preguntas en la sesión de control que al mismo tiempo se celebraba en el Senado, pero no era el caso del jefe del Ejecutivo. Tampoco, por cierto, el de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que pese a asumir la posición acordada por su espacio político (el no a la iniciativa socialista) ya había marcado distancias con anterioridad respecto de las formas empleadas por los morados. "Nunca debíamos haber llegado hasta aquí", dijo con cara de circunstancias a su llegada, a última hora de la tarde, a la Cámara baja.

Sánchez ni siquiera fue a votar, en un gesto que este miércoles le criticó el PP, pero que se mueve en idénticas coordenadas. También dio orden al grupo parlamentario de no aplaudir, como suele ocurrir tras ganar una votación, una vez la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, anunciara que su texto había prosperado gracias a los votos, entre otros, del PP y Cs.

Escenario descartado

La razón dicta una contención que el corazón a veces no entiende. Entre los socialistas hay enojo, como el mismo martes puso de manifiesto su portavoz parlamentario, Patxi López, al tildar de "impresentable" la intervención de la diputada de Podemos Lucía Muñoz o como menos de 24 horas después evidenció la exvicepresidenta Carmen Calvo en Onda Cero. "Tengo concha para aguantar muchas cosas pero ayer hicieron una intervención pornográfica que no ayuda a la dignidad de las mujeres", dijo.

Oír cómo sus socios les acusaban de "dar la espalda" al feminismo o les vinculaban con "un puñado de fascistas que pretenden volver al silencio o la culpa" ha causado auténtica indignación. Tanto que algunos confiesan que lo que les pediría el cuerpo sería echarlos del Ejecutivo. Pero todos saben que ese escenario está descartado. "El debate no fue el mejor de la historia de estas Cortes -convino el ministro de Presidencia, Félix Bolaños en los pasillos del Congreso- pero el clima mejorará; hay Gobierno para rato".

En la habitual sesión de control de los miércoles en la Cámara baja, el propio Sánchez dribló los intentos de la portavoz popular, Cuca Gamarra, de hurgar en la brecha de la coalición y arrebatarle la bandera feminista en pleno 8-M. "Pese a las diferencias [en el Gobierno por el 'sí es sí'] lo que preocupa a las mujeres son las semejanzas del PP con la ultraderecha", replicó. El problema es que ese es justo el mensaje que, cada vez que se pronuncia sobre el asunto, revienta Podemos. Todavía lo hizo hoy la ministra de Igualdad. "El PSOE conoce nuestras propuestas pero ha decidido darse la mano con el PP para iniciar el camino que nos devuelva al Código Penal de La Manada - censuró-. No está en riesgo el Gobierno de coalición sino el derecho de las mujeres".

De que el presidente asume que no está en su mejor momento dio cuenta el que, por primera vez desde que Alberto Núñez Feijóo llegó a la presidencia del PP, hace poco más de un año, este miércoles recurriera para atacarlo a la antigua amistad que el expresidente de la Xunta de Galicia mantuvo con el 'narco' Marcial Dorado y del que queda testimonio de una conocida foto en un yate. Este no era el marco que en Moncloa habían previsto para este momento de la legislatura. Creían que iban a poder poner el escaparate medidas populares como la subida del SMI y las pensiones o las cifras de empleo. Pero, como la vida, la política es eso que pasa mientras hacemos planes.

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