Duros testimonios de las víctimas del accidente del Alvia emocionan a la jueza

Quince de los heridos en el accidente ferroviario declaran en el inicio de la fase civil del juicio.

Sesión del jucio celebrada este martes
Sesión del jucio celebrada este martes
Efe

Un pensamiento, el de que el tren era el medio más rápido, más cómodo y más seguro. Es algo que han remarcado cada una de las 15 víctimas heridas en el accidente del Alvia que han declarado en el inicio de la fase civil del juicio, que ha tenido lugar en Santiago.

Una jornada muy dura, marcada por testimonios de dolor, en los que las víctimas han vuelto a reabrir sus heridas, a recordar los momentos más difíciles del accidente y a confirmar ante la jueza María Elena Fernández Currás las secuelas físicas y mentales que les ha ocasionado la tragedia que tuvo lugar en julio de 2013 en Angrois.

Este martes han declarado 15 víctimas. Dada la naturaleza de los hechos, el juzgado controla la privacidad de cada una de esas personas, de las que no pueden publicarse nombres ni imágenes sin autorización previa.

La primera en declarar ha sido una madre, acompañada de su hija. La señora viajaba en el tren dirección La Coruña, para acudir a un funeral. Su hija la montó en el tren junto a sus tías, con la confianza de que iba a llegar a la Coruña en un medio de transporte "rápido y seguro".

Dado que la madre es de edad avanzada, su testimonio ha sido conjunto y han intervenido ambas en un mismo turno, por videollamada.

"Yo solo me preguntaba qué había pasado, no me podía mover, oía voces, pasé muchísimo tiempo con muchas cosas encima, para mí fue algo horrible que no se lo deseo a nadie. Pensé en mi marido, que era totalmente dependiente de mí", explica la madre, que iba acompañada de otros familiares en el tren.

Su hija, en cambio, ha rememorado la tensión y el sufrimiento al enterarse del accidente y llamar a su madre sin recibir respuesta. Solo consiguió, tras horas de incertidumbre, hablar con su tía.

Rápidamente viajó a Santiago sin saber muy bien el estado de salud de su madre. En Madrid, tuvo que dejar a su padre con un familiar, puesto que requería de cuidados las 24 horas.

"Al principio pensé que había sido un accidente de menor envergadura", asegura la testigo. En el coche, con sus primos, confiesa que fueron callados, sin querer escuchar las noticias.

Su madre estaba ingresada en el Hospital de la Rosaleda. Los médicos le advirtieron que las lesiones de su madre eran "fuertes", pero que estuvieran "tranquilos", porque eran "unos privilegiados".

Durante su testimonio, la testigo ha comentado que "nadie de las aseguradoras" se interesó por su madre y que ningún perito o médico fue a verla.

Del accidente, recuperaron el bolso de su madre. Lo recogieron en Santiago, entre muchos de los efectos personales de las víctimas del tren.

"Una de las cosas que nos dijeron era que teníamos que ir a la estación de Santiago a recuperar el billete", cuenta la testigo, que ha señalado que no entendía por qué "le pedían eso".

"No entendía por qué el billete era tan importante cuando mi madre estaba como estaba", ha añadido la hija de la víctima, que ha recordado que les pedían "mucho papel y mucho paseo".

"No teníamos tiempo. No podíamos dedicar nuestro tiempo a hacer eso. Teníamos que estar con mi padre o con mi madre", cuenta.

Para ella "no hay dinero que pague el cambio de vida", las secuelas que le quedaron a su madre, que necesita estar acompañada siempre, debido a que tiene falta de movilidad y de psicomotricidad.

"No hay dinero que pague la impotencia que se siente cuando ves a una persona sentada en la que tú crees que es la mejor opción para que viaje. No hay dinero que te dé un poco de paz", ha insistido la hija.

La jueza se ha secado las lágrimas con un pañuelo. "Es la primera y ya estoy llorando", ha señalado hacia el final del interrogatorio, que se ha extendido cerca de la hora.

En el turno de la Fiscalía, la octogenaria ha revelado que percibieron que el tren iba a gran velocidad. En una conversación con su hermana, señaló que llegarían a tiempo a La Coruña, a lo que su hermana en el tren respondió que "incluso antes", debido precisamente a la velocidad que cogía el convoy.

"Tenía muy buena salud, pero ahora ya no soy nada", ha llegado a expresar la señora, que precisa de ayuda "día y noche" y que reclama indemnizaciones por todos los tratamientos médicos y daños causados a raíz del accidente.

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