Vox gana un escaño, pero su poder en la investidura madrileña se desinfla

Sube en más de 40.000 votos y se consolida en Madrid, pero el resultado de Ayuso reduce su margen de influencia en el Gobierno regional.

El presidente de Vox, Santiago Abascal (c), acompañado por la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid Rocio Monasterio y el concejal de su grupo en el ayuntamiento madrileño, Javier Ortega Smith
El presidente de Vox, Santiago Abascal (c), acompañado por la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid Rocio Monasterio y el concejal de su grupo en el ayuntamiento madrileño, Javier Ortega Smith
Luca Piergiovanni

Fue en cierto modo un quiero y no puedo. La mayoría que obtuvo Isabel Díaz Ayuso, que sobrepasó la suma del bloque de la izquierda, arrebató a Vox la llave de la investidura de la candidata del PP -con su abstención le valdrá-. Y también, en gran medida, la de la gobernabilidad. Requerirá Ayuso del apoyo del grupo que liderará Rocío Monasterio para sacar adelante leyes y Presupuestos, pero con solo dos años de legislatura por delante, la capacidad de influencia del partido de extrema derecha quedará reducida a la mínima expresión. Ni hablar de su entrada en el Gobierno regional.

Reconocían en Vox que sería difícil superar el resultado que obtuvieron en Madrid en las últimas generales -el 18,35% de los votos-. Pero la tendencia al alza que ya evidenciaron en los comicios catalanes de febrero se mantuvo ayer. En las elecciones madrileñas de 2015, con 37.491 votos (1,18%), el partido de extrema derecha quedó fuera del hemiciclo regional. Cuatro años después, multiplicaron por siete sus apoyos. Obtuvieron nada menos que 287.667 sufragios (8,88%) e irrumpieron con doce escaños en la Asamblea madrileña. Anoche Vox aguantó el tirón de Ayuso. Logró trece escaños y más de 324.000 votos (9,13%).

Vox obtiene 13 escaños en la Asamblea madrileña, uno más de los que tenía

El tándem Santiago Abascal-Rocío Monasterio funcionó. En una crispada carrera hacia las urnas, en la que los líderes políticos miraban hacia Moncloa por el espejo retrovisor, el partido rentabilizó sus golpes de efecto. Sobre todo, dos. El primero fue abrir la precampaña en la conocida como plaza roja de Vallecas con un mitin en el que hubo enfrentamientos entre la Policía Nacional y parte de los manifestantes de izquierda. A dos días de la jornada de reflexión trascendió que al menos uno de los detenidos era militante y estaba contratado por Podemos. El segundo fue poner en duda la veracidad de las cartas amenazantes que recibieron Pablo Iglesias y varios miembros del Gobierno.

Pero el 4-M supuso una de cal y otra de arena para Vox. Sus escaños no valen su peso en oro. Díaz Ayuso no necesitará su apoyo para ser investida, le valdrá con su abstención. Aunque si algo estaba claro es que el respaldo de Vox a la candidata popular estaba garantizado. Todo fuera para evitar que gobernara la izquierda. Para lo que sí podría necesitar la candidata popular a la formación de extrema derecha es para facilitar su gobernabilidad -aprobación de leyes y Presupuestos-, lo que podría llevarla a ceder a algunas de las demandas de Vox -en su programa figuran medidas polémicas como el 'pin parental'-. Con apenas dos años de legislatura por delante, el margen de maniobra del partido de Abascal será pequeño.

Pese a todo, Abascal consideró anoche que "son unos buenos resultados" para Vox y "excelentes para España". Felicitó "efusivamente" a Ayuso y se congratuló por que "Madrid ha derrotado al frente popular, comunista y socialista".

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