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España podría eliminar la hepatitis C en seis o siete años antes del objetivo fijado por la OMS

Así lo ha asegurado el jefe de grupo del CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, Javier García-Samaniego.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha fijado el horizonte 2030 a nivel mundial como fecha para eliminar la hepatitis C, si bien en España se logrará seis o siete años antes, entre el 202...
Entre 190.000 y 220.000 personas sufren hepatitis C en España.
Entre 190.000 y 220.000 personas sufren hepatitis C en España.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha fijado el horizonte 2030 a nivel mundial como fecha para eliminar la hepatitis C, si bien en España se logrará seis o siete años antes, entre el 2023 y 2024, gracias a los tratamientos con los que se cuenta y, así además, se mejora la búsqueda activa de pacientes tanto en colectivos vulnerables como en población general.

Así lo ha asegurado el jefe de grupo del CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) en el Hospital Universitario La Paz de Madrid y líder de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España, Javier García-Samaniego.

Las hepatitis víricas (VHA, VHB, VHC, VHD y VHE) consisten en una inflamación del hígado causada por una infección vírica. En el caso de las hepatitis A y E, la principal vía de transmisión es la fecal-oral, sobre todo en países con falta de higiene y aguas contaminadas.

"La hepatitis A se transmite de persona a persona fundamentalmente por la inadecuada higiene de manos o la ingesta de alimentos contaminados. En España la prevalencia es actualmente baja, pero en los años 60, por ejemplo, era una enfermedad frecuente porque la mayoría de los niños pasaban la infección de forma asintomática y con gran capacidad de contagio a través de las manos", ha explicado García- Samaniego.

La mayoría de los casos de hepatitis E en España son derivados de zoonosis y están relacionados con la cabaña porcina principalmente. La infección se transmite a los humanos por comer carne contaminada mal cocinada y puede derivar en una hepatitis aguda.

Asimismo, el VHB se transmite por contacto con la sangre o los fluidos corporales de personas infectadas, y sus principales vías de contagio en todo el mundo son perinatal (de la madre al hijo durante el parto), entre niños, por inyecciones y transfusiones o por prácticas sexuales sin protección. Por su parte, la hepatitis C es de 'transmisión parenteral', lo que significa que las personas se infectan por contacto directo con sangre infectada.

En España, de los diferentes tipos de hepatitis víricas que existen se cuenta con vacuna para la hepatitis B, endémico en la cuenca mediterránea, que se administra a toda la población en recién nacidos desde 1996, y para la A, incluida en Cataluña, Ceuta y Melilla y recomendada en el resto de las Comunidades Autónomas a grupos de riesgo.

Con respecto a la prevalencia de la infección por VHB, la OMS consideraba a España como un país de prevalencia intermedia (2-8%), en consonancia con el resto de países mediterráneos. No obstante, los últimos estudios publicados indican que ha disminuido considerablemente, y en la actualidad se incluye entre los países de baja prevalencia (entre el 0,27 % y 1,69%).

"En el caso de la hepatitis C no se cuenta todavía con vacuna al tratarse de un virus muy esquivo, si bien los fármacos con los que contamos nos aportan una tasa de curación extraordinaria, de prácticamente el cien por cien, y existe un acceso real a ellos de toda la población española. En 2015, fecha de la aprobación del PEAHC, se estableció una priorización de los tratamientos para los pacientes con fibrosis hepática moderada-avanzada, pero desde 2017 el acceso es universal. Quien se diagnostica de hepatitis C se trata con estos fármacos y se cura", ha dicho el experto.

Según los datos de seroprevalencia de una encuesta del Ministerio de Sanidad, publicada en 2019, la prevalencia de anticuerpos de la VHC es del 0,85% y la prevalencia de infección activa es aún menor gracias a los tratamientos, de un 0,22.

En este sentido, el doctor ha comentado que la eliminación definitiva de la enfermedad descansa en dos patas: la identificación de los colectivos vulnerables y el cribado poblacional en edades entre 40 y 70 años, por lo que ve "absolutamente fundamental" realizar un seguimiento a los grupos más vulnerables para conseguir la eliminación de la hepatitis C; y el cribado poblacional eficaz porque 4 de cada 5 casos se dan en mayores de 50 años.

Además, apostilla, para la hepatitis E no existe actualmente un tratamiento eficaz ni una vacuna. "China ha desarrollado una pero no tiene la autorización de la OMS y actualmente tan solo la ribavirina ha demostrado reducir la carga viral en infecciones crónicas en pacientes inmunosuprimidos, por lo que es el fármaco más utilizado", ha apostillado el investigador del CIBEREHD.

Reducción del 71,6% de la hepatitis B gracias a la vacuna

En cuanto a la evolución de las hepatitis B y A en España, la investigadora principal grupo del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) en la Universidad de Barcelona e investigadora en vacunas, Ángela Domínguez, ha apuntado como clave la introducción de las vacunas para frenar su impacto.

"La introducción de la vacuna contra la hepatitis B en los calendarios sistemáticos ha conseguido reducir de manera importante la incidencia de la enfermedad. Aunque solo declaramos casos de enfermedad aguda, podemos ver la reducción de un 71,6 por ciento, pasando de una tasa de 2,96 por 100.000 habitantes en 1997 a 0,84 en 2018", ha enfatizado.

En el caso de la vacuna antihepatitis A, disponible desde 1995, en España está recomendada para grupos de riesgo como hombres que tienen sexo con hombres, consumidores de drogas, personas con hepatopatías crónicas, trasplantados, personal sanitario que trabaja en entornos de riesgo, viajeros a zonas endémicas y personas que siguen un proceso de adopción internacional en estos países.

"Los datos muestran que en España hemos pasado de una incidencia del 4,61 por 100.000 habitantes en 1997 a 3,67 en el 2018, lo que supone una disminución del 20 por ciento", ha argumentado Domínguez, para destacar la necesidad de reforzar la vacunación en grupos de riesgo sea cual sea la estrategia de vacunación adoptada (universal o de colectivos de riesgo exclusivamente).

Por otro lado, existe actualmente acuerdo entre los expertos de que la eliminación de la hepatitis B es posible gracias a la vacunación, si bien este objetivo requiere elevadas coberturas de vacunación durante muchas generaciones (afortunadamente las Coberturas son muy elevadas en España, de un 98,2% en el año 2018). Según explica la investigadora del CIBERESP, las vacunas son "altamente efectivas y la estrategia es adecuada" para poder eliminar la transmisión del virus de la B en personas inmunocompetentes.

Tanto García-Samaniego como Domínguez han señalado que hay que seguir administrando la vacuna de la hepatitis B sistemáticamente a todos los niños en el primer año de vida y a todos los grupos de riesgo que no estén inmunizados tengan la edad que tengan.

Asimismo, deben vacunarse personas que por su profesión tengan riesgo de infectarse (sanitarios, bomberos, forenses, personal de limpieza, trabajadores de prisiones, personas que practican técnicas invasivas como acupuntura, piercings, tatuajes; trabajadores del sexo) y personas con prácticas sexuales de riesgo, usuarios de drogas parenterales y viajeros internacionales.

Finalmente, han comentado que las personas que viajan al extranjero, sobre todo a países de riesgo, deberían vacunarse siempre contra la hepatitis A y B, y así se lo indicarán en los Centros de Vacunación Internacional.

La hepatitis A se distribuye por todo el mundo, pero es más habitual allí donde las condiciones sanitarias son deficientes y la seguridad del agua de bebida no está bien controlada. La hepatitis B también se distribuye por todo el mundo, pero con diferentes niveles de riesgo. En algunas zonas de América del Norte, en el norte y el oeste de Europa, el Cono Sur de América del Sur, Australia y Nueva Zelanda, la prevalencia de la infección crónica es relativamente baja.

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